Un hallazgo del telescopio espacial James Webb está reescribiendo lo que sabemos sobre el universo primitivo. La galaxia Y1, detectada a miles de millones de años luz, desafía los modelos actuales sobre cómo se formaron las primeras estructuras cósmicas.
El telescopio espacial James Webb detectó la galaxia Y1, una estructura extremadamente masiva y luminosa en el universo primitivo. Este hallazgo, realizado por un equipo internacional de científicos, contradice los modelos actuales sobre la formación y evolución de las primeras estructuras cósmicas tras el Big Bang, según se publicó en la revista científica Monthly Notices of the Royal Astronomical Society.
Los investigadores observaron que la luz de Y1 recorrió más de 13.000 millones de años para llegar a la Tierra. La galaxia se formó aproximadamente 600 millones de años después del Big Bang, de acuerdo con los datos obtenidos. Las observaciones contaron con la colaboración de instrumentos como ALMA, ubicado en el desierto de Atacama, Chile.
Las teorías clásicas sobre la expansión del universo no prevén la existencia de objetos tan masivos y luminosos en esa etapa temprana. El equipo, liderado por Tom Bakx de la Universidad de Chalmers, Suecia, propuso que la gran masa de Y1 se debe a una producción estelar extraordinariamente intensa, generando estrellas a un ritmo 180 veces superior al de la Vía Láctea.

Alta actividad estelar y polvo caliente
De acuerdo con Tom Bakx, la luz registrada de la galaxia se origina principalmente en el polvo interestelar, cuya temperatura alcanza los 90º K. Esta temperatura es superior a la del polvo interestelar de la Vía Láctea, que se encuentra entre 20º K y 40º K. La alta temperatura indica una actividad frenética en la formación de nuevas estrellas, según fuentes de Europa Press. ALMA permitió medir esta temperatura con precisión, gracias a su capacidad para observar la Banda 9 (0,44 mm de longitud de onda).
Yoichi Tamura, de la Universidad de Nagoya, señaló que la temperatura del polvo en Y1, aunque más fría que la del polvo terrestre, es «mucho más cálida que la de cualquier otra galaxia», lo que confirma que Y1 actúa como una colosal fábrica de estrellas. Los científicos sostienen que este fenómeno pudo ser común en el universo primitivo, con galaxias similares que mantenían condiciones extremas de formación estelar y temperaturas elevadas de polvo interestelar.
La investigación resalta una paradoja: el polvo cósmico se forma usualmente a partir de estrellas viejas, pero Y1 posee una cantidad considerable de polvo a pesar de que sus estrellas tienen poca antigüedad. Laura Sommovigo, coautora del estudio, explicó que una pequeña fracción de polvo caliente puede producir tanta luminosidad como una gran masa de polvo frío. Esto significa que «la alta luminosidad del polvo en Y1 no necesita una gran población de estrellas, sino un entorno muy eficiente y caliente en la formación estelar».
El descubrimiento de Y1 y otras galaxias similares plantea preguntas fundamentales sobre los modelos de evolución cósmica. Los científicos afirman que la elevada temperatura del polvo explica la masa y la luminosidad «aparentemente anómalas» detectadas por el James Webb. Este resultado obliga a reconsiderar ciertas hipótesis sobre el crecimiento y la maduración de las primeras estructuras del cosmos.
Según información publicada en National Geographic, estos avances renuevan el interés en estudiar los primeros momentos del universo y las condiciones que dieron origen a las galaxias más antiguas. Los especialistas estudian ahora otras regiones observadas con James Webb y ALMA en busca de fenómenos equivalentes. La colaboración entre grandes telescopios abre la puerta a respuestas mejor fundamentadas sobre el nacimiento y el desarrollo de las galaxias, profundizando en el conocimiento de los procesos iniciales que formaron la materia visible.
Con información de Infobae