El cartel es explícito: “Tornem a casa: Barcelona-Athletic. 22.11.2025”. Vuelve el Barça al Camp Nou, el viejo estadio ahora denominado popularmente nuevo Camp Nou y de manera oficial Spotify Camp Nou, nunca en cualquier caso Nou Camp. Un sábado muy especial después del exilio de Montjuïc, conocida como la montaña del calvario por los que no han vuelto a ver al equipo azulgrana en la cancha desde el 28 de mayo de 2023, cuando ganó al Mallorca con Ansu Fati de goleador y Xavi en el banquillo del Camp Nou. El regreso al estadio después de dos años y medio se anuncia como una fecha histórica y, por tanto, el precio de las entradas es también excepcional: de 199 euros a 1.500. No ha habido riñas de todas maneras por un boleto porque muchos culés siguen a la espera de que el Camp Nou vuelva a ser el Camp Nou.

No se sabe muy bien para cuándo cabrán los más de 100.000 espectadores habituales, si será en 2027 o 2028, porque quedan por construir la tercera gradería y la cubierta, y ya se sabe que se ha tardado mucho más tiempo del previsto en una remodelación que preveía una llegada progresiva de espectadores en función de la marcha de las excavadoras: 26.000, 60.000 y 105.000. La capacidad actual es de 45.401 aficionados, parecida a la del Estadio Lluís Companys, que oscilaba entre 45.000 y 50.000. El momento invita precisamente a un recuento de la militancia culé que se hará imprescindible en los próximos meses cuando el presidente Joan Laporta convoque las elecciones entre marzo y junio de 2026. Los socios vuelven a ser unos 140.000 y los abonados de temporada ascienden a 21.186 sobre un total cercano a los 80.000.

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Hay miles de barcelonistas todavía en período de excedencia, el club necesita dinero para empezar a pagar a Goldman Sachs y Laporta quiere el mejor escaparate para ser reelegido después de volver al cargo en 2021. La demora se convirtió en el cuento de nunca acabar hasta depreciar el valor mostrado en el inicio de la obra en un período de gran dificultad para el Barça. La variabilidad y despersonalización del proyecto —Laporta pensaba en Norman Foster en 2007— ha sido tan manifiesta que se llegó a perder la noción de cuál era el grado de remodelación que precisaba el Camp Nou. Abrir las puertas permitirá por ahora recuperar la memoria y advertir el carácter entrañable y familiar que mantiene el nuevo estadio del FC Barcelona y su apego a la ciudad: Les Corts, la Maternidad, la Diagonal y la Travessera.

Aquel campo levantado en 1957 por el arquitecto Francesc Mitjans es patrimonio protegido por su carácter innovador y forma elíptica y solemne, siempre reconocible en las dos primeras graderías, sostén de los añadidos pasados —las ampliaciones de Núñez— y se supone que futuros —los que haga Limak—. Al barcelonista le será tan fácil ubicarse como emocionarse y enfadarse porque pagar el abono ya no supondrá necesariamente tener el asiento de toda la vida en un momento en que los estadios tienden a dejar de ser las catedrales de los feligreses para convertirse en platós de televisión llenos de fans y de VIPS. Ahora empieza la etapa de inspección: comprobar los accesos, la comodidad y la visibilidad, para que se corra la voz y con el paso de los días cada uno sepa qué le aguarda en el nuevo Camp Nou.

Los ajustes y el regreso a plazos complican la activación social después de una fase de desmovilización que no ha facilitado el deseo de mantener la singularidad en la globalidad ni ha ayudado al equipo de Flick. El mérito del técnico y de los jugadores fue enorme cuando la temporada pasada ganaron la Liga, la Copa y la Supercopa y fueron semifinalistas de la Champions, desde el frío Montjuïc, territorio más propicio para los turistas que para los aficionados del Barça. Varios de los futbolistas que hoy se alinearán contra el Athletic no han jugado todavía en el Camp Nou. Lamine Yamal solo ha estado siete minutos en la cancha del viejo estadio en un partido contra el Betis disputado en abril de 2023 y Flick ha sido espectador y no entrenador en el estadio del Barcelona. La generación Montjuïc conocerá hoy el nuevo Camp Nou.

Quizá estaría bien que supieran ya mismo la diferencia que hay entre uno y otro estadio, lo distinto que suena la música y zumban los oídos, lo que se encogen los rivales y se agrandan los compañeros cuando se recupera la razón social por más que la temperatura ambiental vaya en función del marcador y la hinchada solo se entregue en los días señalados y en las visitas del Madrid. El Barça necesita recuperar el factor campo para ser también el mejor Barça. No parece tan complicado si se toma como referencia a un viejo conocido como Messi. Nada más inspirador para el barcelonismo que la curiosidad, la ilusión y la emoción mostradas por el 10 en su reciente visita en solitario al nuevo Camp Nou.