El malestar interno en las Fuerzas de Seguridad del Estado, muy especialmente en la Policía Nacional, ha llegado a un nivel exasperante. Las últimas semanas están grabadas en la mente de los agentes, que ven cómo compañeros suyos sufren agresiones muy graves en plena calle … por el mero hecho de vestir uniforme. O incluso sin vestirlo en el momento de los hechos, porque son ya demasiados los funcionarios del orden que han sido asaltados por delincuentes conocidos mientras están fuera de servicio. Alcalá de Henares, Puente de Vallecas, Coslada y localidades del sur, como Móstoles. Distintas fuentes consultadas por ABC señalan que esta «escalada de odio» responde a la «impunidad» que sienten algunos criminales y a la falta de apoyos y medios por parte del Gobierno central. Aunque estos ataques siempre han existido, se sienten más desprotegidos y en la diana por la «inacción» del actual ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska.

La piedra de toque, porque fue televisado en todo el mundo, fue el descalabro del operativo de seguridad durante la final de la Vuelta Ciclista a España, en septiembre. Hubo 22 policías heridos y solo dos radicales detenidos. Los antidisturbios se quejaron de que, pese a que el despliegue de efectivos era correcto, les mandaron «con las manos atadas»: «No teníamos órdenes claras. Lo que se hace siempre es embolsarlos y expulsarlos de la zona para que no se produzcan incidentes, pero esta vez no fue así y se permitió que llegaran hasta las vallas», afirma un miembro de la UIP que estuvo allí. Los altercados estaban más que previstos desde semanas antes, incluso el presidente y el delegado del Gobierno animaron a protestar. Pero resultó un fiasco monumental que no hizo más que encender unos ánimos que ya venían bastante cargados desde el asesinato de dos guardias civiles en Barbate (Cádiz) en un operativo contra el narco el 9 de febrero de 2024. La diferencia fue, quizá, que el día de la última etapa de la Vuelta, que quedó anulada a la mitad, se retransmitió en directo a todo el que lo quiso ver.

El 5 de noviembre, trece policías de la comisaría de Alcalá de Henares salieron a celebrar la despedida de uno de ellos. Del restaurante, marcharon a una discoteca a tomar unas copas, y, a las cinco de la madrugada, dos de ellos fueron a comprar perritos calientes por la Calle Mayor. De camino, cuatro varones del conflictivo barrio del Lianchi les dieron una paliza tremenda que los mandó al hospital, al grito de «¡Putas ratas, ahora no vais de uniforme!». Los delincuentes han sido detenidos en distintas fases y enviados a prisión. La Unión Federal de Policía (UFP), a la que están afiliadas las víctimas, denunció que «casi terminó en tragedia, a manos de una turba».

Se han sucedido episodios similares, en Coslada, Puente de Vallecas y, el último conocido, en Ciudad Lineal, con dos agentes atacados con botellas de cristal en la calle de José Arcones Gil. ABC reveló el miércoles el plan para tender una emboscada por parte de la banda de los Dominican Don’t Play a patrulleros, mediante «una llamada maliciosa» al 091. Algunos de estos pandilleros señalados tienen antecedentes muy graves y han sido pillados anteriormente con armas blancas y de fuego.

El 9 de noviembre, apenas cuatro días después de lo de Alcalá, fueron los policías locales de Coslada los que sufrieron la ira de los malhechores, en una zona, la de la calle de Coberteras, catalogada de especial vigilancia por diversas problemáticas con los residentes. Así, en una intervención ante la presencia de un grupo de personas que obstaculizaban la calzada con sus coches mientras consumían bebidas alcohólicas, los agentes sufrieron una salvaje agresión con palos, piedras, adoquines, palas y sillas.

Imagen principal - Armas incautadas a algunos de los agresores; en las fotos inferiores, parte de las marcas, aún visibles, del agente agredido en Entrevías, y carteles de burla tras el ataque a agentes de paisano en Alcalá

Imagen secundaria 1 - Armas incautadas a algunos de los agresores; en las fotos inferiores, parte de las marcas, aún visibles, del agente agredido en Entrevías, y carteles de burla tras el ataque a agentes de paisano en Alcalá

Imagen secundaria 2 - Armas incautadas a algunos de los agresores; en las fotos inferiores, parte de las marcas, aún visibles, del agente agredido en Entrevías, y carteles de burla tras el ataque a agentes de paisano en Alcalá

Armas incautadas a algunos de los agresores; en las fotos inferiores, parte de las marcas, aún visibles, del agente agredido en Entrevías, y carteles de burla tras el ataque a agentes de paisano en Alcalá
ABC

El ataque fue tan furibundo que les llegaron a arrojar objetos contundentes desde los tejados de las viviendas colindantes. Los funcionarios se vieron obligados a solicitar el apoyo urgente de todas sus compañeros de servicio, así como la presencia del Cuerpo Nacional. La actuación se saldó con la detención de uno de los atacantes, quien ni siquiera depuso su actitud una vez engrilletado y recluido dentro del vehículo policial.

Y ya en la madrugada del 14 de noviembre, otro agente fuera de servicio recibió una nueva paliza, esta vez a manos de siete delincuentes en el barrio de Entrevías (Puente de Vallecas). La víctima se encontraba cenando en un kebap, cuando el grupo agresor lo reconoció y se lanzó directamente a por él, mientras vociferaban insultos como «madero de mierda», «tenéis que estar todos muertos» o «ahora no eres tan valiente estando solo».

«Los policías jugamos con unas reglas y los delincuentes lo hacen sin ellas, ya que saben que no tienen nada que perder»

Según consta en la denuncia formalizada por los agentes del Grupo Operativo de Respuesta (GOR) de Puente de Vallecas, el policía fue rodeado por los agresores, atacado simultáneamente por varios de ellos y golpeado «de manera continuada con puñetazos, patadas e incluso pisotones en la cabeza y el costado, lo que evidencia un absoluto desprecio por la vida humana y la autoridad del Estado». De hecho, llegó a perder el conocimiento fruto de los repetidos golpes.

Por si fuera poco, algunos individuos se han dedicado a pegar carteles por varios puntos de la región, en los que se puede leer lo siguiente: «Juntemos fuerzas contra los polis corruptos. En honor a los héroes que hicieron justicia en la calle Mayor de Alcalá de Henares. Temporada de cenas de navidad ¡¡apaleesmoles!! ACAB (acrónimo de All Cops Are Bastards)». Una burla añadida que camina en consonancia al sentir general de los miembros del Cuerpo. «Hasta que no cambie el concepto de respeto y seguridad, y todos comprendamos que los policías y la gente de a pie estamos del mismo lado. Es más, todos jugamos con unas reglas, mientras que los delincuentes lo hacen sin ellas, ya que saben que no tienen nada que perder por la falta de castigos duros», apunta resignado un agente de la zona sur de Madrid.

El sindicato Jupol, que anteayer celebró una concentración para protestar por las «17.000 agresiones a policías en 2024», denunció ayer a este diario «el aumento descontrolado y extremadamente violento» de estos episodios: «Una situación insostenible que evidencia la pérdida total del principio de autoridad. Responde a un clima de odio creciente, alentado por la impunidad y la ausencia total de un discurso institucional que defienda y respalde la labor policial. Los insultos y amenazas (como «Tenéis que estar todos muertos») se han normalizado. El sindicato, además de medios materiales, exige a Marlaska «un endurecimiento real de las penas y la agravante específica para quienes ataquen a policías, además de campañas institucionales sobre el respeto».