La migración masiva es un fenómeno tan antiguo como la civilización en sí y el deporte, como siempre, es un reflejo de estos cambios en la sociedad. En el fútbol de selecciones actual, las consecuencias de estos flujos migratorios juegan un rol importante; tanto así que han llevado a ciertos países a convertirse en potencias continentales o alcanzar gestas históricas.
No es algo extraño ya que selecciones hagan algún que otro malabar para sumar talento no necesariamente formado en el país. Sin ir más lejos, Robin Le Normand -nacido y criado en Francia- es un fijo con España; asimismo, en Argentina han llamado a Garnacho y Nico Paz, hijos de argentinos. Lo cierto es que algunos países han hecho de estas nacionalizaciones y ‘repatriaciones’ norma y estrategia para alcanzar un nuevo techo.
Marruecos
El crecimiento del fútbol marroquí ha sido meteórico. Han pasado de no clasificar a ningún Mundial en todo el siglo a quedarse en la fase de grupos en 2018 y alcanzar sus primeras semifinales en 2022. Más allá del trabajo de inferiores, que ha convertido al país en una potencia en categorías sub-17 y sub-20, desde la Federación también se ha aprovechado la migración masiva para captar talento nacido fuera de sus fronteras.
Las principales estrellas de Marruecos -la mejor selección africana de la actualidad, según el ranking FIFA- no nacieron ni se criaron en el país. Hakimi, que recibió el pasado miércoles el premio al mejor jugador africano del año, nació en el Hospital Gregorio Marañón y creció en Getafe, al sur de Madrid, pero decidió representar al país de origen de sus padres; Brahim, por su parte, es de Málaga y ha sido el origen de su abuela paterna el que le ha permitido nacionalizarse el año pasado y establecerse como el referente ofensivo del equipo de Regragui.
Aparte de ellos, en las convocatorias de Marruecos aparecen nombre como Bono, ex del Sevilla nacido en Canadá, Bilal El Khannouss, quien nació en Bélgica y se nacionalizó para el Mundial de Catar, Chemsdine Talbi, también nacido y criado en Bélgica y nacionalizado marroquí, e Ilias Akhomach, canterano del Barça y actual jugador del Villarreal; en su caso, es originario de Barcelona, pero desde la sub-19 empezó a jugar con Marruecos.
Curazao
Como país constituyente del Reino de Países Bajos, la isla caribeña ha sacado provecho de su naturaleza para remigrar talento. En el pasado esta situación más bien le ha jugado en contra a Curazao; por ejemplo, en el Clásico Mundial de Béisbol sus talentosos jugadores han estado al servicio de la selección de Países Bajos. En esta ocasión, los roles se han intercambiado y el trabajo de captación ha llevado a los curazoleños al primer Mundial de su historia.
Del equipo que enfrentó a Jamaica en la última jornada de las Eliminatorias, ninguno de los jugadores nació en la isla, ni titulares ni suplentes. Todos vienen de Países Bajos y han formado su carrera en Europa, lejos de Curazao. Incluso, el mismo entrenador, Dick Advocaat, es también neerlandés.
Haití
Aunque no es un caso tan radical como el de Curazao, los haitianos también se han apoyado en su diáspora para reforzar la selección. Futbolistas como Placide, Providence y Bellegarde, los tres nacidos en Francia, han sido de suma importancia para alcanzar la Copa del Mundo. A ellos se podrían sumar otros franceses con nacionalidad haitiana, como Allan Saint-Maximin o Wilson Isidor, delantero titular del Sunderland.
Surinam
La de Surinam es una situación muy similar a la de Curazao, aunque en su caso deberán ir a la repesca para intentar completar una hazaña inesperada. En el último partido de Eliminatorias -en el que cayeron derrotados ante Guatemala-, nueve titulares eran nacidos en Países Bajos, uno en Bélgica y otro en Surinam. Ese futbolista que sí nació en la isla, Myenty Abena, es también formado en Países Bajos; pasó por las categorías inferiores del Utrecht y debutó en la segunda división neerlandesa antes de marcharse a la liga eslovaca.
Algeria
La historia de colonialismo y migración del continente africano hace que sea habitual encontrar futbolistas europeos jugando con los países de sus padres o abuelos. En el caso argelino, la mayoría de su once habitual está compuesto por jugadores nacidos en Francia: Riyad Mahrez, Aïssa Mandi, Rayan Aït-Nouri, Houssem Aouar, Ismaël Bennacer y la más reciente incorporación, Luca Zidane, quien se nacionalizó hace algunos meses.
RD Congo
La República Democrática del Congo solo ha vivido la experiencia mundialista una vez en su historia (1974) y ahora tiene la oportunidad de repetirlo por medio de la repesca intercontinental. Ya es de por sí sorpresivo que los congoleños representen a África en el repechaje, pues en el camino dejó a Nigeria, la gran favorita para hacerse con ese último cupo.
La selección, dirigida por el francés Sebastien Desabre, también tiene una enorme presencia de descendientes de migrantes. Tanto así que, del once titular que enfrentó a Nigeria en el último partido de Eliminatorias, solo tres jugadores son oriundos del Congo. El resto nacieron y crecieron en Francia (Bakambu, Mbuku, Moutoussamy, Masuaku y Mpasi), Bèlgica (Sadiki y Mukau) o Inglaterra (Wan-Bissaka).
La selección senegalesa clasificó al Mundial como líder invicta de su grupo. Este es otro de esos combinados dependientes de los descendientes de migrantes: siete de sus onces titulares habituales son nacidos en el exterior. Eso sí, varias de sus principales estrellas sí nacieron y crecieron en el país; ese es el caso de Sadio Mané, Idrissa Gueye, Pape Mate Sarr e Ismaïla Sarr. Entre los no nacidos en Senegal, destacan Edouard Mendy, Koulibaly, Iliman Ndiaye y Papa Gueye.
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