La Plaza de Toros de la Real Maestranza de Sevilla tendrá un nuevo gestor a partir de la próxima temporada y para los próximos cinco años. Este sábado se ha acordado que el empresario José María Garzón se haga cargo de esta responsabilidad, … en lo que supone uno de los momentos más determinantes en la historia del coso hispalense. Garzón es uno de los gestores más reconocidos a nivel nacional, ya que bajo su cargo están otras plazas nacionales como son los casos de las de Santander o Córdoba, entre muchas otras.
La llegada de este empresario a la Real Maestranza de Sevilla supone la salida de la Empresa Pagés, con Ramón Valencia al frente, que durante las últimas nueve décadas ha ostentando estas labores. Una decisión que ha coincidido con el año en el que expiraba el contrato de arrendamiento firmado en 1932 entre la Real Maestranza de Caballería de Sevilla y la Empresa Pagés y que ha marcado, para bien y para mal, la evolución del toreo sevillano contemporáneo.
El sevillano Garzón es el máximo responsable de la empresa ‘Lances de Futuro’, que siempre ha defendido la importancia de involucrar a la sociedad en la fiesta de los toros. Hace ahora un año, consiguió renovar la gestión de la plaza de Santander tras hacerse con un concurso público en el que venció a la oferta que habían presentado Ramón Valencia (hasta ahora responsable de la gestión de la Maestranza) y Toño Matilla, ambos a través de una unión temporal de empresas (UTE).
El contrato fundacional que lo cambió todo
En diciembre de 1932, Eduardo Pagés Cubiña rubricó con la Real Maestranza un acuerdo pionero para la época: la empresa pagaría a la institución propietaria un canon porcentual sobre todos los ingresos derivados de la explotación de la plaza.
El contrato era claro en su literalidad: el canon se calculaba sobre todos los conceptos, sin excepción, lo que incluía —años más tarde— incluso los impuestos como el IVA. Ese modelo económico, tan sencillo como inflexible, dio estabilidad al sistema durante décadas y permitió a ambas partes convivir dentro de un marco estable y continuista.
Casi un siglo después, aquel acuerdo histórico quedó extinguido al finalizar la presente temporada. Por ello, la Maestranza ha tenido que decidir si renovaba con Pagés o abría la puerta a un proceso inédito en la gestión del coso sevillano.
El canon: una formula estable… hasta que dejó de serlo
Lo que durante décadas funcionó sin grandes sobresaltos derivó, con el paso del tiempo, en los principales litigios entre la empresa y la institución nobiliaria. La Empresa Pagés defendió que determinados conceptos —en especial el IVA— no debían incluirse en la base del canon; la Maestranza sostuvo siempre que la literalidad del contrato de 1932 era inequívoca.
El desacuerdo desembocó en una reclamación millonaria por parte de Pagés, que exigió la devolución de cantidades abonadas durante años. El asunto se judicializó y los tribunales dieron la razón a la Real Maestranza en lo relativo al IVA, consolidando la interpretación histórica aplicada desde los tiempos de Eduardo Pagés.
La reclamación por las visitas al museo
Hubo, sin embargo, un matiz importante en el fallo judicial: la justicia reconoció a la Empresa Pagés derechos económicos sobre las visitas al museo y al recinto, al considerarse explotación directa del coso e incluida, por tanto, en el espíritu del contrato de 1932.
La cuestión no era menor. Las visitas turísticas —crecidas exponencialmente en las últimas décadas— representan una fuente de ingresos significativa. La Empresa Pagés entendía que estaba siendo excluida indebidamente; la Maestranza defendía que la actividad cultural debía mantenerse al margen del arrendamiento.
El pronunciamiento judicial, favorable en este punto a la empresa, añadió un capítulo más a una relación tan prolongada como compleja.
Un legado de éxitos compartidos
Más allá de litigios y desencuentros, lo cierto es que la alianza entre la Maestranza y la empresa Pagés ha dado frutos innegables. Desde Eduardo Pagés, pasando por Carmen Pagés, Diodoro Canorea, Eduardo Canorea y Ramón Valencia.
Bajo su gestión, Sevilla ha vivido algunas de las páginas más brillantes del toreo: ferias históricas, tardes cumbre, figuras inolvidables y una afición que ha mantenido la plaza como una referencia mundial.
La Real Maestranza, gracias al canon recibido, ha podido sostener su labor patrimonial, cultural y social, señas de identidad que la acompañan desde el siglo XVII.