La espiral de rapidez que lleva la vida moderna a menudo no permite disfrutar de las cosas. Y tampoco a darle tiempo a madurar a quien lo necesita. Parece que en cuanto un jugador destaca en las categorías inferiores ya está obligado a hacer lo … mismo como profesional, donde se va a enfrentar a unos golfistas mucho más veteranos y a un mundo que no tiene nada que ver con el amateur.
Sin embargo, hay privilegiados a los que no les puede la presión y que demuestran ser igual de buenos en todas las etapas de su carrera. Es el caso de Josele Ballester (22) que, hijo de dos deportistas olímpicos, lleva la competición en su ADN. Si a esto se le añade un talento único y un entorno de primer nivel (está tutelado desde pequeño por Víctor García, el padre y mentor de Sergio), era solo cuestión de paciencia que le llegaran el éxito al máximo nivel.
Después de ganar el Europeo en 2023 y el US Amateur en 2024, se hizo ‘pro’ en junio de este año para fichar directamente por el LIV Golf. Su ídolo Sergio le reclamó para los Fireballs y él no se lo pensó un minuto. Sin embargo, sus comienzos no fueron buenos y muchos pusieron en cuestión ese salto a la liga saudí. «En ese momento no estaba jugando bien y me costó mucho adaptarme; agradezco mucho a todo el mundo que me apoyó entonces y que me hicieron ver que tarde o temprano terminarían llegando los buenos momentos», comentó en Riad, al alzar su primer trofeo seis meses después.
Al ser jugador del LIV tiene también derecho a participar también en los torneos del Circuito Asiático y de las International Series, sus pruebas destacadas. Y en la que cerraba la temporada en Arabia Saudí puso en escena todo su magisterio. Realizó dos vueltas de 65 golpes y otras tantas de 66 para sumar un total de (-22) y adjudicársela por tres de ventaja sobre el estadounidense Caleb Surrat. «He disfrutado mucho todo el día porque he podido llevar a cabo todo lo que había estado visualizando desde que era un niño, ganar un torneo profesional. Llevo mucho tiempo trabajando para esto y al final ha dado resultado», reconoció orgulloso.
El castellonense había comenzado la última jornada a un golpe del norteamericano y del surafricano Dan Burmester, pero desde el hoyo 1 ya se unió a la cabeza. Allí sumó el primero de sus seis ‘birdies’ sin fallo y su finura y capacidad estratégica le hicieron ir incrementando su renta hasta ganar al final por tres puntos de margen. Este hito en su palmarés lleva también aparejado un premio de un millón de dólares para su cuenta corriente. Una buena forma de acabar el año.