Hace veinte años Luis Solano fundaba Libros del Asteroide en Barcelona, una editorial cuyos libros, con su característica paleta de colores, despertaron pronto el interés de los lectores. Desde el inicio Solano lo tuvo claro: quería ofrecer buena literatura accesible a todo tipo de lector. “Quería una editorial en la que mis amigos, menos lectores que yo, encontraran libros para leer”, nos comenta en una de las salas de la editorial. Detrás de él están ordenados todos los libros publicados hasta ahora, un catálogo amplio y selecto en el que no todo cabe.
Comenzaron sobre todo con literatura anglosajona: las hermanas Mitford, Elizabeth Taylor o Nora Ephron. También encontramos autoras contemporáneas como Rachel Cusk o Alice McDermott. Con el tiempo el catálogo se ha ido abriendo a distintas tradiciones literarias: Italia, Francia, Rusia, Japón, Alemania aoIrlanda, de donde proviene Maggie O’Farrell, una de sus autoras más prestigiosas. La literatura española está cogiendo cada vez más vuelo dentro del sello con autores como Blanca Lacasa, de quien acaban de publicar El accidente, o Ignacio Peyró, autor de títulos como El español que enamoró al mundo, una biografía de Julio Iglesias.
Han pasado veinte años desde que fundara Libros del Asteroide. Si echa la mirada hacia atrás y repasa el recorrido realizado, ¿qué es en lo primero que piensa?
La sensación que tengo es que estamos en nuestro mejor momento. El nivel de los libros que publicamos es el más elevado de los últimos años. En todo este tiempo hemos ido creciendo sin parar tanto en la calidad y la seriedad del catálogo como en la capacidad de difusión que tenemos. Mi sensación es que estamos mucho más arriba que cuando empezamos. Al mismo tiempo, mirando hacia atrás, tengo también la sensación de que el camino recorrido ha costado más de lo que yo pensaba. Cuando comencé con la editorial,me parecía razonable pensar que, tras veinte años, estaría donde estamos ahora. Sin embargo, ahora me doy cuenta de que no ha sido fácil llegar hasta aquí, así que no era tan razonable pensarlo.
Hace unos días, cuando se hizo pública la adquisición de la Edicions del Periscopi por parte de Grup 62, su editor, Aniol Rafel, comentaba que, cuando empezaron con el proyecto, no no sabían todas las renuncias que implica un proyecto editorial.
En nuestro caso, la evolución y el crecimiento de la editorial han sido muy fluidas, pero es cierto que este es un mundo que es complicado; hay mucha competencia y no es fácil hacerse un hueco. Entiendo perfectamente lo que dice Aniol y,visto con perspectiva, esa idea inicial de que sería fácil llegar hasta donde hemos llegado era bastante naif. De todas maneras, también creo que el caso de Periscopi es distinto al nuestro, Al final, el mercado catalán es mucho más reducido respecto al español. Periscopi es una editorial que ha hecho las cosas tremendamente bien, así que estoy convencido de que, si no publicasen en catalán, sino en español, con la misma calidad, selección y el mismo cuidado con el que han publicado en catalán, no tendrían algunos de los problemas a los que hacía referencia Aniol. De hecho, él señalaba que, a pesar de que les va bien, vivía con el miedo de que a final de año la empresa no fuera rentable.
Ustedes empezaron publicando también en catalán, si no me equivoco.
Al principio nos dio la sensación de que podíamos publicar en las dos lenguas. Sucedió cuando ganamos el Premio Llibreter con La promesa de Damon Galgut. Sus derechos en catalán no estaban vendidos y decidimos publicarlo nosotros en catalán. Publicamos en catalán siete libros, pero comenzamos a tener la sensación de que nos canibalizábamos: si salíamos con las dos ediciones a la vez no aumentábamos el mercado, sino que nos comíamos a nosotros mismos. Dejamos de hacerlo. Lo que sí hacemos en coordinarnos con otras editoriales que publican en catalán para lanzar conjuntamente los mismos títulos, nosotros en castellano y ellos en catalán. Lo hacemos sobre todo en caso de traducciones; hemos colaborado con Periscopi, Grup 62, Angle Editorial… Tengo la sensación de que, cuando publicamos a la vez junto con otra editorial que lo hace específicamente el catalán, conseguimos que el mercado para el libro sea más grande.
Asimismo han publicado autores catalanes en traducción al castellano .
Sí, Carlota Gurt, Llucia Ramis, Valentí Puig, Jordi Nopca…
¿Cuesta vender la literatura catalana fuera de Cataluña?
Cuesta como cuesta encontrar libros buenos. De todas formas, si el libro es bueno, antes o después encuentra su sitio. Lo que pasa es que a veces cuesta que el autor, además de centrarse en el mercado en catalán, tome la promoción en castellano como una parte natural de publicar en ambas lenguas. Cuando el autor está muy centrado en la parte catalana y no hace promoción del libro en castellano el libro puede ser percibido como la obra de un autor extranjero. Sin embargo, si el autor no solo hace promoción, sino que se implica y participa en la supervisión de su traducción para que suene en castellano tal y como él quiere que suene -en el caso que él no la haga- , entonces el traslado al mercado castellano no solo se puede hacer perfectamente, sino que funciona bien.
‘Ratas en el jardín’, de Valentí Puig
LIBROS DEL ASTEROIDE
Hablando de promoción: ¿Es importante que el editor sepa vender los libros que publica?
Es clave: hay que hacer libros de calidad, pero también hay que saber venderlos. Y, como editor, es muy importante tener en cuenta que el verdadero artista es el escritor. Nosotros, los editores, somos como los marchantes de arte, solo que, en vez de vender cuadros, vendemos libros e intentamos convencer a los lectores para que los compren. El papel del editor es conseguir para sus autores todos los lectores posibles. Así es como funciona el sistema de mercado en el que estamos. Un buen editor es quien publica buenas cosas y, al mismo tiempo, consigue que sus libros se vendan.
¿Venir del ámbito de la consultoría y haber trabajado en la distribución de libros, le ha ayudado a conocer el mercado y tener las herramientas para sacar adelante la editorial como empresa?
Estudié Derecho y luego hice un máster en Administración de empresas. Posteriormente, trabajé en una editorial haciendo que los libros se vendieran. Todo esto me ha permitido adquirir la formación necesaria para darme cuenta de que una editorial es una empresa y hay que tener en cuenta que cada uno de los procesos tiene que hacerse igual de bien. No solo te tienes que preocupar de que las traducciones sean las mejores posibles, sino también del diseño, la promoción, la relación con el distribuidor y, evidentemente, la relación con los autores, especialmente a la hora de liquidar los derechos. Si tú quieres que los agentes te ofrezcan libros buenos y autores de peso tienes que mantener con ellos una relación profesional, y esto implica, ante todo, enviar las liquidaciones cuando toca y, más en general, pagar las facturas a tiempo. Todo esto es importante y hace que la empresa vaya mejor. Quizás esta formación tan específica en cuestiones empresariales no es la más común, puesto que muchos otros editores vienen de la literatura o de estudios humanísticos.
¿Su relación con la literatura cuándo nace? ¿La lectura le ha acompañado?
Siempre. Me he ido formando de manera autodidacta porque no hice una carrera de letras, pero sí he sido un buen lector toda mi vida. Un lector curioso y ecléctico, capaz de apreciar distintos tipos de literatura, algo que se refleja en el catálogo. En Asteroide lo que busco es recomendar libros a personas que son menos lectoras que yo. Busco libros para los amigos que no leen tanto como yo, porque la editorial tiene que hacer un poco de negocio y, si solo publicas libros que únicamente te van a gustar a ti, entonces es muy difícil ganar dinero y dar a conocer los autores.
Imagino que no es el solo el gusto del editor el que se impone cuando se construye el catálogo.
Y no solo es esto. Cuando pienso en un libro para publicar me pregunto: ¿Lo puedo recomendar o no? Tienes que poder recomendar tus libros. No creo que sea verdad que la buena literatura es inaccesible; es cierto que hay buena literatura que puede ser difícil, pero se puede encontrar también buena literatura para todos. Eso es lo que buscamos: libros que tengan calidad literaria y que puedan llegar a un amplio grupo de lectores.
Luis Solano
DÍDAC BALANZÓ
Han recuperado a muchas autoras del siglo XX que nunca habían sido traducidas o que no se habían vuelto a traducir desde hace décadas.
No ha sido algo programado. Cuando empezamos lo que queríamos era recuperar nombres importantes de la literatura que no estuvieran traducidos o que no estuvieran disponibles en castellano. No existía la voluntad de un sesgo de género, lo que sucede es que, buscando, encontramos autoras anglosajonas interesantes y las publicamos. Sin embargo, no fue hasta hace seis o siete años que, en el debate público, se empezó a hablar de la importancia de recuperar a las escritoras. Ahora es algo que tenemos en cuenta, así que cada año cuando presentamos al plan editorial intentamos que sea equilibrado en cuanto a procedencias geográficas, temas y, obviamente, el género de los autores.
En su catálogo encontramos a autores con distintos títulos publicados. ¿Ser editor es apostar por un autor y acompañarlo a lo largo de su trayectoria?
Cuando incorporas a alguien al catálogo tienes que pensar en las probabilidades que hay de que sea capaz de escribir algo más. Lo mismo de cuando invitas a alguien a tu casa: es complicado decirle después de que ya no tiene sitio. Lo que intentamos es que la gente a la que publicamos sea capaz de seguir escribiendo a ese mismo nivel y de proponer cosas nuevas para continuar con nosotros. Dicho esto, es importante que el editor sea honesto con su autor y que, en un momento dado, le pueda decir, siempre que sea necesario, que el libro que le propone no encaja o no es el momento de publicarlo. El editor tiene que buscar lo mejor para su autor y para un autor lo mejor que puede hacer un editor es no publicarle cualquier cosa que haya escrito.
No debe ser fácil decir: “Este libro no te lo publico”.
No, pero es que las relaciones editor-autor son complejas. Tienes que acompañarlo, al mismo tiempo, tiene que ganar dinero… Al final de lo que se trata es de que los autores estén contentos al ver cómo tratamos sus libros, de que les paguemos lo que valen y de que lo hagamos a tiempo.
¿Cuáles eran sus referentes del mundo de la edición cuando empezó?
Tusquets, Anagrama, Pretextos y, obviamente, Acantilado. ¿La razón? En estos cuatro sellos había estado al frente la misma persona durante mucho tiempo. Eso hizo posible que sus catálogos fuesen bastante homogéneos. Evidentemente, había otros catálogos interesantes, como el de Destino o Seix Barral, pero no habían tenido a un editor al frente durante tantos años como los otros. La coherencia en el catálogo es algo muy importante. Se obtiene si hay una misma persona al frente durante bastante tiempo y si no se construye un catálogo excesivamente amplio. Un catálogo en el que cabe todo no es un catálogo coherente.
‘La agonía de Francia’ de Chaves Nogales
LIBROS DEL ASTEROIDE
Algo que llama la atención de su editorial es que, si bien publican ensayo y novela, no aparecen en colecciones separadas.
Esto responde a una voluntad de reforzar la marca, de no romper con nuestra imagen a través de colecciones distintas. Al inicio no teníamos claro que íbamos a publicar ensayo, lo que yo tenía en mente era publicar narrativa tanto en ficción como de no ficción, y me parecía que no era necesario separarlos en colecciones. Por entonces existían colecciones como Andanzas, en Tusquets, en la que, si bien hoy se impone la ficción, convivían el ensayo y la no ficción. En los ochenta y en los noventa, en Andanzas, encontrabas a Landero, a Junger, a Irving… Mi idea para Asteroide era hacer una única colección algo ecléctica ormada por libros de narrativa, sean de ficción o de no ficción. El hecho de tener una sola colección, además, nos ayuda a que esta sea más reconocible, igual que los libros.
En más de una ocasión ha subrayado la importancia del diseño. Sus libros con colores pastel son más que reconocibles.
Me costó entender la importancia del diseño y lo hice gracias a la gente que tenía a mi alrededor, que me hizo ver que es un factor clave. Diría que el diseño es algo en lo que no hay que escatimar ni esfuerzo ni dinero. Puedes conseguir buenos libros baratos, es cuestión de buscar más y de conocer los entresijos del mercado. Hay que echarle horas y apostar por buenas traducciones para que los textos tengan la versión posible. En cambio, el diseño es una cosa muy técnica; difícilmente un editor tiene los conocimientos para hacerlo. Vallcorba, de hecho, era una excepción: diseñó los libros de Acantilado porque de joven se había dedicado al diseño gráfico. En líneas generales, si quieres tener un buen diseño editorial tienes que contratar a un buen profesional. Cuando me viene a pedir consejo un editor que va a empezar, lo que siempre le digo es que no escatime en diseño y que busque el mejor diseñador con el que pueda trabajar a lo largo del tiempo. El diseño es algo que, como un traje, se va ajustando a cada libro. Como editor hay que saber ser un buen cliente para sacarle lo mejor al diseñador.
¿Cree que el diseño es particularmente importante en España,que es un país poco lector? Se lo pregunto porque siempre se habla de las portadas gráficas, sin dibujos, de editoriales francesas como Gallimard.
El diseño es importante en todos los mercados, no tengo duda de esto, lo que pasa es que funciona de manera distinta dependiendo del sitio. En el mercado anglosajón los sellos editoriales no son muy importantes: históricamente, los lectores no están acostumbrados a diferenciar los libros por editoriales, cosa que sin embargo sí hacen en Francia. En el mercado anglosajón cada libro debe tener una imagen propia y completamente distinta a los demás. Esto hace que el diseño anglosajón sea muy bueno. Encontrar un código gráfico para cada libro es una tarea compleja. En cambio, en Francia, la edición literaria se ha percibido siempre como una cosa seria, no tan comercial, así que han optado por una tipográfica pura. Sin embargo, si entras en cualquiera librería francesa te darás cuenta de que sobre esas cubiertas tan pulcras cada vez se ponen más grandes fajas con la foto del autor, de la película… Lo que Francia tiene en común con España es el hecho de que los lectores reconocen los sellos, me refiero a los lectores literarios. Al lector comercial la editorial le importa poco, pero el lector literario sí se fija en los sellos y conoce los catálogos
‘Hamnet’
LIBROS DEL ASTEROIDE
Supongo que el reto de toda editorial es que el lector se fíe de ellahasta el punto de comprar un libro solo porque está en su catálogo.
Este era el sueño inicial y es, en realidad, un sueño cumplido. Todos los esfuerzos que hacemos en la editorial son para conseguir que los lectores se fíen de nosotros y que los autores que publican tengan más reconocimiento que la propia editorial. Es decir, se trata de conseguir que el autor vuele solo.
Hace cinco años, fundaron un premio, pero no de novela, si no para libros de no ficción.
En España tenemos un sistema de premios perverso desde el momento en que no tenemos lo que hay en otros mercados y funciona bien: mecanismos en forma de premios para señalar cuáles son los libros importantes y los valiosos literariamente para que lleguen a más lectores. No tenemos un Booker, un Goncourt, un premio Strega…
Es decir, no tenemos premios a obra publicada.
Exacto. Aquí los premios se dan a manuscritos y, entre los manuscritos presentados, las propias editoriales premian a quien consideran. Esto me parece un poco feo. Yo no quería hacer algo así. Me parecía interesante, sobre todo en el caso de la no ficción, crear un premio para proyectos, puesto que son muchos los libros que no llegaban nunca a escribirse porque el autor no tiene alguien que confíe en él. La idea del premio es pedir una propuesta , que implica un esfuerzo relativamente pequeño, y si el proyecto nos gusta, lo financiamos y acompañamos al autor durante la escritura del libro.
De todas maneras, los premios, al menos aquellos concedidos por las editoriales, no dejan de ser formas de autopromoción de la propia editorial y de sus autores
Eso es cierto y no quiero parecer hipócrita criticando a los demás, porque es verdad que nosotros también tenemos un premio, aunque sea a proyectos. Lo que quiero decir es que hay un fallo importante en nuestro mercado al carecer de un sistema de premios para las obras publicadas. Es una anomalía que los actores involucrados en el mundo de los libros -libreros, distribuidores, periodistas, editores, etcétera- no hayamos sabido construir un sistema de premios de prestigio que sirvan de referencia a los autores y, sobre todo, que premien a libros que ya están en la calle.
Luis Solano
DÍDAC BALANZÓ
Ustedes comenzaron publicando mucha literatura anglosajona, pero ahora en su catálogo encontramos narrativa francesa, italiana, japonesa… ¿Cómo han evolucionado los mercados extranjeros?
Mi sensación es que la literatura anglosajona ha perdido peso en los últimos años y, en mi opinión, tiene que ver la literatura norteamericana de los últimos veinte años. Su conversación política está bastante alejada de la conversación política en Europa. Por el contrario, la literatura europea ha ganado mucho importancia, especialmente la francesa, que no ha hecho más que crecer en los últimos años.
En los noventa había perdido fuelle.
Exacto. Ahora, en cambio, cuando alguien piensa en autores prestigiosos los nombres que vienen de inmediato a la mente son de autores franceses. Por otro lado, la literatura japonesa está despertando mucho interés hasta el punto de que en Reino Unido se ha convertido en la literatura más traducida.
Tras estos veinte años, ¿qué reto tiene ahora por delante?
Seguramente, crecer con respecto a lo español. Ahora tenemos autores españoles en activo y escribiendo y hay que acompañarlos bien, conseguir que sean leídos con cariño, que gusten y se entiendan. El reto es que los escritores españoles nos tengan en cuenta como editorial, pues seguramente hasta ahora hemos sido más una referencia en literatura extranjera y no en la española.