[Versión en español resumida del artículo original en inglés]
Ya es tradición que cuando entra en escena una nueva película de terror, los fans no pueden evitar el debate sobre cuál de las más recientes es mejor. En este momento la discusión gira en torno a Nosferatu de Robert Eggers y Frankenstein de Guillermo del Toro.
Pero en lugar de discutir, los fans tendrían que ver con agrado el fenómeno de tener dos notables remakes del clásico cine de terror, prácticamente una detrás de la otra. El secreto de su éxito fue que se han tratado como arte y no como un juego de propiedad intelectual establecida (aunque son “primas” lejanas). Son historias que hoy suenan antiguas, y ese es un motivo para celebrar su llegada.
Cómo se hacen las pelis de cultura pop contemporáneas
Ya sabemos que la industria del cine se ha vuelto loca por la cultura pop, y que ofrecen la montaña rusa de estrenos en el que Marvel y el Universo DC compiten. El problema está en que muchos fans de los cómics sienten que se ha perdido el arte, como si se tratara de usar y descartar juguetes, que claro está llenan los bolsillos de los estudios.
©Warner Bros.
Ahora, después de conectar los universos de los cómics, todo parece estar mirando hacia el uso de la nostalgia, con películas que lo son solamente de nombre. Veamos por ejemplo las que planea Mattel:
• American Girl Dolls
• Bob the Builder
• Hot Wheels
• Magic 8 Ball
• Masters of the Universe
• Matchbox Cars
• Monopoly
• Polly Pocket
• Rock ‘Em Sock ‘Em Robots
• Uno
• View-Master
Supongamos que no se trata de convertir juguetes en películas, que en realidad no dicen mucho. Sus secuelas harán lo mismo. Y tienes además todas las reversiones de personajes de tu infancia convertidos en aterradores como en el caso de Winnie the Pooh. Aparentemente el cine se convirtió en medio para vender productos, que la audiencia compra por impulso. Pero vayamos a Nosferatu y Frankenstein. Podrían haber sido parte de ese universo en el que conviven La novia de Frankenstein, La Momia o El Hombre Invisible, pero cuando se habla del “oscuro universo” siempre hay bromas sobre qué salió mal en cada caso. Es que la cuestión es bastante obvia: se hacen películas que son productos en lugar de arte.
©Jesse Grant/Getty Images for Disney
Es casi como que sientes que las películas ya no se sienten como películas ¿verdad? Se anuncian películas en las comic cons, con cantidad de logos, con actores famosos o directores que surfean la cresta de la ola de su éxito. Y a veces son proyectos que ni siquiera se concretan.
El éxito de Frankenstein y Nosferatu tendría que ser el mapa de ruta
A pesar de que son remakes y adaptaciones, Nosferatu y Frankenstein se sienten novedosas porque no se hicieron como contenido para quedar en el catálogo de una plataforma de streaming. Se hicieron como películas. En cada cuadro puedes apreciar el arte, ya sea por el uso de miniaturas, por la insistencia en la precisión de ser una pieza de época, o por el desdén del creador hacia lo que hoy es casi una firma y sello de Hollywood: la IA. Las decisiones, sean grandes o pequeñas, son evidencia de que Nosferatu y Frankenstein son harina de otro costal, y por eso es que se debate cuál de las dos es mejor, porque no se puede negar que son películas que priorizan el arte por sobre la mercancía.


Se anunciaron con el protagonismo de sus personajes – es una cualidad compartida que tienen – pero sin revelar del todo lo que verías, con lo que te mantienes atento en tu butaca. No pusieron el foco en sus míticos tropos sino que hicieron que pudieras saborearlas como piezas de arte en lugar de que pasivamente las vieran millones de personas, tantas como fuera posible. Son experiencias visuales, palpables, temáticas.
Para los fans, Nosferatu de Eggers se regodea en lo macabro, combinando la atmósfera gótica con la represión sexual, lo que convierte a la historia en una meditación sobre la aceptación, la reconciliación y la redención. Frankenstein de del Toro, destila terror y lo convierte en algo que se puede identificar: el trauma generacional y el peso de terminar con ciclos de abuso. Las dos películas logran lo especial, y eso las eleva porque dejan de ser meras remakes y se convierten en declaraciones por derecho propio con mensajes que siguen en la mente de sus audiencias.
Debido a eso, no hay que enfrentar a Nosferatu y Frankenstein como si fueran gladiadores en pugna. Hay que celebrarlas juntas. Las dos obras representan la libertad, la creación, el arte como películas. Deberían formar el mapa de ruta de cómo hacer películas de cultura pop. Eso tendría que bastar para que surjan nuevos creativos en Hollywood que hagan futuras adaptaciones de terror, como Carmela, El retrato de Dorian Gray o El fantasma de la ópera, con la misma valentía y audacia que demostraron tener Eggers y del Toro. Que busquen que sus películas sean resonantes y no, comerciales. Las películas de terror muchas veces se descuentan como descartables, pero estas dos nos demuestran que pueden convertirse en faros para que surjan voces nuevas.
©Warner Bros.
Tanto Nosferatu como Frankenstein serían el agua fresca que Hollywood necesita para lavarse la cara, recordatorios de que a los creativos hay que permitirles crear y no, obligarlos a monótonos ciclos de refritos en un desesperado intento por captar un relámpago fugaz. Son películas que demuestran que las remakes del terror clásico, libres de obligaciones respecto de los derechos y la lógica del éxito de taquilla, pueden hacer que sientas la inspiración, que te conmuevas en lugar de sentir agotamiento.
Se vienen otras, como La novia! De Maggie Gyllenhaal o Werwulf de Eggers, que prometen aprovechar ese envión tratando a las películas de monstruos como arte en lugar de como contenido. Es una lección que hay que aprender: las tenemos que celebrar como recordatorios de que hay que dejar que las películas sean películas en lugar de convertirse en cifras. No son el relleno de los catálogos del streaming sino obras que, sin apologías, nos recuerdan que las películas de la cultura pop tienen su importancia.
Este artículo ha sido traducido de Gizmodo US por Lucas Handley. Aquí podrás encontrar la versión original.