Las palabras de Sundar Pichai, consejero delegado de Google, sobre los riesgos a los que se enfrenta el mundo ante la posible cocción a fuego fuerte de una burbuja en torno a la inteligencia artificial (IA) son un síntoma de que el debate existe. … Y no solo las dudas están presentes entre los empresarios sino también entre los inversores.

El ejecutivo de la tecnológica señaló en una entrevista en la BBC que el ciclo de inversión en IA tiene elementos de «irracionalidad» y que si la burbuja de la que todo el mundo habla acaba por estallar, «ninguna empresa va a ser inmune». El quid de la cuestión está en si realmente nos encontramos ante un problema o solo una sensación pasajera, a la vista de las valoraciones de las tecnológicas y los desembolsos que se están haciendo en tecnología e IA.

El gigante financiero Bank of America sí que apunta en sus análisis a una burbuja, con una mezcolanza de volatilidad y valores disparados de las empresas, lo cual es «una característica típica de burbujas pasadas». Ante esta situación, no creen que los vaivenes de las Bolsas mundiales se vayan a apaciguar sino que podrían ser incluso más agresivos de lo visto hasta ahora, cuando se han vivido caídas a doble dígito en cuestión de muy pocas sesiones en algunas compañías, para después recuperarse y volver a caer acto seguido. Pero no todos sus mensajes son de alarma: «La volatilidad de acciones individuales del S&P 500 ha ido en aumento en los últimos años, pero aún se mantiene muy por debajo de los niveles observados en las últimas etapas de la burbuja ‘puntocom’ de finales de los 90».

La entidad financiera, asimismo, realiza periódicamente una encuesta a gestores de fondos a nivel global y europeo. En ese documento se expone que «las preocupaciones sobre una burbuja de IA han vuelto a aumentar: se considera, por un amplio margen, el mayor riesgo de cola para los mercados».

42
por ciento

Las diez mayor empresas representan el 42% del S&P 500 americano, frente al 27% que representaban al cierre del pasado milenio.

Los inversores, así, están cuestionando la racionalidad de las ingentes cantidades de dinero que se están destinando por parte de las tecnológicas a la IA -se cuentan por cientos de miles de millones de dólares- y cómo se está financiando eso vía deuda. En ningún momento se pone en duda la utilidad de la inteligencia artificial, pero sí las expectativas que se vienen generando sobre su eficacia en el corto-medio plazo; es decir, si los beneficios asociados a ella -eficiencia, productividad, mejora de procesos- se cumplirán y podrán recuperarse los cientos de miles de millones de inversión o si, por el contrario, el optimismo se desinflará como un suflé por no cumplir lo esperado y las compañías acabarán con grandes desarrollos e infraestructuras a las que no darle uso, como los tan en boga centros de datos. Por lo pronto, un reciente informe del Massachusetts Institute of Technology (MIT) apunta a que el 95% de los proyectos piloto de IA generativa no logra dar beneficios medibles.

Enguerrand Artaz, gestor de fondos en La Financière de l’Échiquier, destaca que «no cabe duda de que está haciendo aguas el optimismo que ha acompañado al desarrollo de la inteligencia artificial. Y cuando preocupa una posible burbuja en un contexto de grandes innovaciones tecnológicas, es natural que vengan a la memoria los paralelismos con la burbuja ‘puntocom’». Añade un matiz: mientras que en el 2000 el problema se dio en mercados cotizados, en la situación actual se apunta más a los mercados de deuda y no cotizados con los que se financian estas inversiones, que luego sí acaban contagiando a las cotizaciones.

Excesiva concentración

Este gestor pone el acento en que aunque las valoraciones de las empresas respecto de sus beneficios parecen menos ilógicas que en la crisis de internet, «lo cierto es que el peso del sector tecnológico es mucho mayor hoy que en 2000. En aquel momento, la ponderación de las diez mayores empresas de tecnología, medios y telecomunicaciones (TMT) representaba el 20% del S&P 500. Actualmente, esta cifra es casi el doble (39 %). Esta realidad debe considerarse en el contexto de la altísima concentración de los índices bursátiles estadounidenses, en los que las diez diez mayores valores por capitalización representan el 42% del S&P 500, frente al 27% en 1999». Apunta a esta situación para justificar su tesis de que la burbuja que puede existir en los mercados es también consecuencia de que las tecnológicas suponen demasiado ya sobre el conjunto de los índices.

El top 10 de compañías más grandes del planeta lo copan principalmente tecnológicas americanas como Nvidia, Microsoft, Meta, Google, Amazon, Apple, Tesla y Broadcom, todas ellas con valoraciones por encima del billón de dólares. Algo por debajo surgen otras como Oracle o Palantir. Desde el Covid, algunas de ellas como Nvidia se han disparado más de un 1.000% o el 800% que marca Palantir. Precisamente Nvidia está en el foco porque, como destaca Enguerrand Artaz, «ha habido financiación entre empresas dentro del propio ecosistema de la IA, en particular por parte de Nvidia, que ha invertido directamente en varios de sus clientes, como OpenAI, Nscale y CoreWeave, para permitirles comprar chips de Nvidia. Esta práctica está alimentando el temor a la endogamia de las inversiones».

1.280
por ciento

La subida en Bolsa de las tecnológicas ha sido estratosférica. Nvidia, la mayor compañía del mundo, en cinco años ha crecido un 1.280%

La gestora de fondos de Edmond de Rothschild también menciona las preocupaciones en el sentido de que «los inversores cuestionan cada vez más la lógica detrás de las enormes inversiones en centros de datos y capacidad informática. Estas inquietudes se ven amplificadas por el creciente recurso de las empresas al apalancamiento». Y añade que tal como están las valoraciones, hay «poco margen para la decepción». También Yves Bonzon, CIO de Julius Baer, destaca que el contexto actual en el que la IA es uno de los motores del crecimiento americano es el caldo de cultivo para una burbuja para principios del próximo año.

El sentimiento del mercado, así, es de que el desarrollo tecnológico quizás va demasiado rápido y está siendo irracional. Pero también hay quien piensa que la realidad es otra. Y en este caso, la voz autorizada que lo sostiene es el mayor banco de Occidente. La división de banca privada de JP Morgan recientemente ha destacado que «la inteligencia artificial está transformando las industrias, impulsando la productividad y remodelando los mercados laborales, lo que está alimentando un aumento de la inversión y especulaciones sobre una posible burbuja». Sin embargo, consideran que la expansión de esta tecnología «se sustenta en fundamentos sólidos y no en un exceso especulativo». El tiempo le dirá a los inversores quién acertó en su diagnóstico.