El ciclismo moderno vuela más que nunca y el pelotón rueda cada vez más apretado. Lo que antes era una caída aislada hoy puede arrasar media carrera. En ese contexto, Luca Guercilena, mánager del Lidl-Trek, ha lanzado una propuesta que invita a pensar en voz alta: quizá haya llegado la hora de estudiar seriamente el uso de airbags en el ciclismo.
En declaraciones a bici.pro, el dirigente italiano sostiene que el debate sobre la seguridad no puede seguir reduciéndose a impresiones o gestos cosméticos. Para él, el punto de partida es asumir la realidad. “Las caídas seguirán ahí, forman parte del deporte”, recuerda. Por eso cree que el esfuerzo debe dirigirse a desarrollar tecnología capaz de amortiguar el impacto, como un sistema integrado en el casco o el maillot que proteja cabeza y columna al tocar el suelo.
Guercilena señala que el rendimiento avanza a una velocidad que ni la infraestructura urbana ni la señalización han podido igualar. Isletas, bordillos, mobiliario urbano y barreras siguen siendo los mismos mientras las bicis y los cuerpos vuelan más rápido. Limitar desarrollos o imponer nuevas restricciones técnicas, avisa, sería un parche. “Si frenas un material, la investigación buscará otro más veloz”, resume. La clave no es ralentizar, sino blindar mejor.
También observa un cambio dentro del propio pelotón. La llegada masiva de jóvenes desde categorías inferiores aporta talento, pero a veces sin el punto de prudencia que dan los kilómetros. “El arrojo de un chaval de 18 años choca con la experiencia del veterano. Hay momentos en los que hay que levantar el pie, pero no todos lo identifican”, lamenta. En su equipo ya han fijado una filosofía clara: mejor perder una posición que perder tres meses por lesión.
Las cosas claras
Lo que más le incomoda es la falta de datos rigurosos. Se habla mucho de seguridad, pero apenas existen estudios que analicen con precisión dónde, cómo y por qué se producen las montoneras. Los primeros informes médicos apuntan a que no hay más fracturas que antes, pero sí más ciclistas implicados en cada incidente. “El nivel físico es altísimo, el grupo va más compacto y cuando uno se cae, arrastra a todos”, explica.
Por eso insiste en mirar hacia modelos como el automovilismo, donde los avances no llegaron frenando coches, sino innovando cascos, barreras y sistemas de protección. Cree que el ciclismo debe seguir ese camino. Los airbags, sostiene, no son ciencia ficción, sino una evolución lógica.