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No era fácil el papel de David Ferrer esta semana en Bolonia. Después de lo sucedido con la ausencia de Alejandro Davidovich, el seleccionador español fue cuestionado por el hecho de que el malagueño, segunda mejor raqueta española del circuito, no estuviera presente. La baja de última hora de Carlos Alcaraz lo complicó todo. Tras este fin de semana, se puede decir que Ferru ha salido airoso y ha callado muchas bocas.

Hay que poner las cosas en contexto. David podía haber tomado el camino de en medio. El más fácil. Ser conciliador y no jugársela. Le hubiera permitido haberse librado de las críticas de gran parte de los aficionados, y si luego el papel de España no hubiera sido bueno, no cargaría con tanta responsabilidad. Se habría convocado a los que había que convocar y jugaron los que tenían que jugar. Aunque hubiera alguno que se hubiera acordado de los que nos salvaron en Marbella en septiembre, casi todos habrían tomado, como digo, el camino más fácil. Él, no.

Porque fue consecuente con su pensamiento. Después de varias convocatorias, Foki dijo que no iba por diversas razones. Esto le colocó en una posición difícil, porque no hay cambios ilimitados y porque no quería jugársela a quedarse con uno menos en el caso de que Davidovich decidiera, de nuevo, no acudir a la cita. Ferru quiso premiar a los que en septiembre dieron el callo y salvaron a una España que estuvo contra las cuerdas.

Sus hombres fijos eran Pedro Martínez, Jaume Munar y Marcel Granollers. Carlos Alcaraz era el líder, sin duda, por lo que quedaba solo una plaza libre. David le dijo a Fokina, tal y como relevó el periodista Ángel García, de COPE, que si quería, el puesto era suyo. Sobre el papel, era ser “el quinto”. La práctica era distinta. Eso no significaba que fuese a ser el último en discordia. Simplemente, Ferrer quería tener un seguro, ya que la presencia del malagueño era la más dudosa. Fokina, de haber acudido, habría peleado por ser el número 2 español junto a Munar.

España, Copa Davis 2025

Tal y como contó Ángel, en El Partidazo de COPE, Fokina declinó la oferta. “Si no me convocas entre los cuatro primeros, no cuentes conmigo”, fue lo que le habría dicho el tenista a David. El seleccionador, entonces, no pudo hacer más. “Fue una decisión suya”, reveló Ferru a Ángel. Aquello provocó un río de críticas por parte de muchos aficionados, que vieron un gesto feo por parte del capitán hacia Fokina.

Ferrer calló muchas bocas en esta Copa Davis

Ya saben cómo somos en España. Nos encanta jugar a ser seleccionadores desde el sofá o desde la barra de un bar. Ya Luis Aragonés, que en paz de descanse, tuvo que lidiar con la prensa y los aficionados que no entendieron que no llevase a Raúl a la Eurocopa 2008. El tiempo y los resultados le dieron la razón. Puede que se equivoquen, obvio, pero si están ahí, ellos mejor que nadie saben lo que hay y lo que quieren hacer. Nadie va a tomar decisiones en su propia contra, como es normal.

Ferrer fue fiel a su creencia y sus propios valores. Quería premiar a los que bajaron al barro cuando los Top no quisieron o no pudieron ir a Marbella a rescatar a España en una difícil eliminatoria contra la Dinamarca de Rune. Ellos iban a ser sus soldados. Ganasen o perdiesen, iba a morir con las botas puestas. Con los suyos. Con los que respondieron siempre. Los del pueblo.

David ha callado la boca a todos esos tuiteros que creyeron saber más que un seleccionador como él, con el culo pelao de historias y vivencias dentro de este deporte. Pese a la derrota, nada opaca el tremendo buen hacer de Ferru como seleccionador, tomando decisiones delicadas y teniendo la personalidad de no dudar en ningún momento de lo que quería hacer, pese a que no pudiese ser bien visto.

Aunque España haya caído en la final frente a Italia, David sale airoso y con grandes honores de una edición que pintaba a fiasco, y que ha terminado provocando el aplauso y el orgullo de los españoles que lo siguieron desde la distancia. Simplemente, habernos hecho creer que el milagro podía ser posible, es todo un logro que merece ser valorado como merece. Orgullosos, siempre, de los que han defendido en Bolonia la bandera española en una edición muy difícil.