Redacción Farmacosalud.com

“Existe una necesidad de estudiar la farmacocinética, farmacodinámica, eficacia, seguridad y eficiencia de los distintos medicamentos en los pacientes centenarios, ya que en la actualidad no disponemos de esa información”. De esta manera, el nuevo presidente de la Sociedad Española de Farmacología Clínica (SEFC), el Dr. Pedro Zapater, admite el reto que supone abordar, como farmacólogos clínicos, el paulatino incremento de ancianos que tienen más o 100 años de edad, una población para la que se extrapolan directamente los datos obtenidos de adultos mucho más jóvenes, lo que resulta ser una práctica “muy cuestionable”.

Zapater, además, se ha propuesto potenciar las actividades del grupo de Farmacovigilancia de su organización científica tras haberse constatado que “el número de sospechas de reacciones adversas que se comunican” en relación a los diferentes medicamentos “es muy inferior al número de las que realmente ocurren, por lo que es necesario potenciar la identificación y notificación de tales reacciones”.

Dr. Pedro Zapater
Fuente: SEFC / M. Muñoz

-¿Para un profano en la materia, cómo le explicaría usted lo que es la Farmacología Clínica?
Yo le explicaría que la Farmacología Clínica es una especialidad médica que se dedica a la investigación de los efectos de los medicamentos en el ser humano, con el objetivo de usar todo ese conocimiento para garantizar que el uso de los fármacos sea lo más seguro, eficaz y ajustado a las necesidades concretas de cada paciente.

-Una de sus prioridades es potenciar el papel del farmacólogo clínico en los diferentes niveles y fases de la toma de decisiones sobre medicamentos. ¿Qué medidas impulsará para lograrlo?
Desde la SEFC pretendemos intensificar las interlocuciones con todos los agentes implicados en el ciclo del medicamento, como son los médicos y otros profesionales sanitarios, las autoridades sanitarias y la industria farmacéutica, para favorecer la colaboración e integración de los farmacólogos clínicos con cada uno de estos estamentos en la toma de decisiones, tanto en la prescripción como en la selección y posicionamiento de los fármacos más eficientes. Al mismo tiempo, trataremos de transmitir a cada uno de estos estamentos y a la sociedad en general que nos tienen a su disposición y que, en esta línea, pueden valerse de los conocimientos, capacidades y habilidades propias de los farmacólogos clínicos.

-Asimismo, tiene pensado favorecer y potenciar las actividades del grupo de Farmacovigilancia de la SEFC. La farmacovigilancia es una actividad de salud pública que tiene la finalidad de garantizar que los beneficios de los medicamentos superan los riesgos en las condiciones de uso autorizadas. ¿Cómo estamos en España en este tema en concreto?
En España, de forma similar a lo que sucede en otros países de nuestro entorno, el Sistema de Farmacovigilancia se sustenta fundamentalmente en las notificaciones espontáneas de las sospechas de reacciones adversas a medicamentos. La mayoría de estas comunicaciones provienen de profesionales sanitarios, especialmente médicos, quienes dan cuenta de más del 65% de las notificaciones realizadas por los profesionales. También informan sobre este tipo de cuestiones otros profesionales sanitarios como farmacéuticos y enfermeras.

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Otro agente importante en la notificación es la industria farmacéutica, que realiza aproximadamente la mitad de todas esas comunicaciones que se llevan a cabo en nuestro país. Por último, y desde hace unos años también, se reciben notificaciones de los ciudadanos. Sin embargo, muchos estudios nos muestran que el número de sospechas de reacciones adversas que se comunican es muy inferior al número de las que realmente ocurren, por lo que es necesario potenciar la identificación y notificación de tales reacciones. Esta infranotificación en nuestro país se ha tratado de contrarrestar mediante las comunicaciones realizadas por los pacientes, pero sigue siendo una necesidad incrementar las notificaciones por parte de los profesionales sanitarios.

-Según usted, habría que mejorar la prescripción médica en una población general envejecida, caracterizada por ‘un gran número de pacientes crónicos que toman múltiples fármacos de forma simultánea’. ¿En relación a esa población de edades avanzadas, cómo se puede compaginar la necesidad de tomar una medicación con afinar en la elección de las dosis, las pautas de administración y los medicamentos más adecuados?
Un medicamento es una sustancia que tiene asociada una información que sirve para su uso en la prevención, diagnóstico o tratamiento de una enfermedad. Por tanto, es imprescindible -para realizar una correcta prescripción- disponer de una información de calidad sobre el fármaco a utilizar. El problema es que muchas veces la información que tenemos de los medicamentos procede de ensayos clínicos en los que se excluye a personas de edades avanzadas que toman muchos medicamentos simultáneamente, y, en consecuencia, el facultativo prescriptor no puede tomar una decisión científicamente fundada por falta de evidencias. Por tanto, tenemos que trabajar para que se estudie también a esos pacientes y dispongamos de la información necesaria que permita que las prescripciones que se hagan para ellos estén debidamente fundamentadas.

-Cada vez hay más personas centenarias (100 o más años de edad)… ¿de qué manera puede abordar esa realidad la Farmacología Clínica?
Este es un reto muy importante para los farmacólogos clínicos porque existe una necesidad de estudiar la farmacocinética, farmacodinámica, eficacia, seguridad y eficiencia de los distintos medicamentos en los pacientes centenarios, ya que en la actualidad no disponemos de esa información. De modo que, hoy en día, se trata a esas personas asumiendo que la información de los medicamentos que tenemos a partir de estudios realizados en adultos mucho más jóvenes se les puede extrapolar directamente. Esto es un problema y, además, es muy cuestionable la validez de tales extrapolaciones.

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El problema también reside en el hecho de que los pacientes de edades superavanzadas normalmente no son incluidos en los ensayos clínicos que estudian los nuevos medicamentos, probablemente porque hasta ahora era una población muy pequeña. Sin embargo, en la actualidad, con el incremento en el número de centenarios que se está registrando en nuestra sociedad, es imprescindible su inclusión en los nuevos ensayos que se lleven a cabo. La realización de esas investigaciones, el desarrollo de las metodologías específicas necesarias para el estudio de estos pacientes tan particulares y la implementación de estrategias para trasladar los hallazgos desde los estudios hasta ese tipo de pacientes en concreto son, sin duda, grandes retos de la Farmacología Clínica de cara a un futuro inmediato.

-Farmacología Clínica e Inteligencia Artificial (IA). ¿Cuál es el presente y el futuro a corto plazo de la interrelación entre ambos conceptos?
Ya en la actualidad, la IA está transformando el mundo del medicamento al acelerar el descubrimiento y desarrollo de nuevos fármacos, ayudar a personalizar tratamientos y mejorar la eficiencia y seguridad del uso de los medicamentos en los enfermos. Actualmente, la IA se está usando para analizar bases de datos biológicas y químicas con el fin de identificar potenciales nuevos fármacos prediciendo su comportamiento. También se está empleando para optimizar el diseño, la selección de los pacientes y el análisis de datos de los ensayos clínicos. Todo ello, acelera y facilita el proceso de descubrimiento de nuevos medicamentos.

Por otro lado, la IA se ha utilizado para adaptar las terapias a las características genéticas específicas de cada individuo y ofrecer recomendaciones de tratamiento personalizadas, con el propósito de mejorar la eficacia terapéutica y minimizar los efectos secundarios derivados de la actividad farmacológica. La IA también se está aplicando como ayuda en la prescripción con el fin de prevenir interacciones entre fármacos y optimizar las recomendaciones de dosificación.

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Sin embargo, y aunque esta herramienta tecnológica ofrece numerosos beneficios -como hemos visto-, su implementación no está exenta de riesgos y desafíos muy importantes, como son la necesidad de acceso a datos electrónicos completos de los pacientes, lo que puede comprometer la confidencialidad, o la necesidad de disponer de algoritmos confiables y validados en el entorno clínico. Por todo ello, en el mundo del medicamento la IA debe ser contemplada como una tecnología que viene a complementar la experiencia clínica, de tal modo que su validez dependerá del grado de supervisión y responsabilidad humana en las decisiones finales.

En este sentido, el papel de los farmacólogos clínicos como expertos en la utilización de medicamentos en el ser humano resulta clave, tanto en el acompañamiento y asesoramiento durante el proceso de desarrollo de la IA aplicada en las distintas fases del ciclo del fármaco, como en la supervisión y control de las decisiones tomadas con Inteligencia Artificial sobre el uso de los medicamentos.