El intenso trabajo diplomático de los aliados de Kiev este fin de semana ha dado contrarreloj un primer y pequeño resultado. El secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio, anunció la tarde del domingo que se ha hecho «un gran progreso» en las conversaciones sobre el fin de la guerra en Ucrania y que «[hoy] estamos mucho más adelantados que hace una semana». Sin embargo, también añadió que «queda mucho por hacer», un comentario que da un poco de aire a la postura de Ucrania y los países europeos, que han reaccionado con sorpresa mayúscula y algo de enfado a la publicación —y acto seguido, casi imposición— del «Plan de Paz de 28 puntos» de EEUU-Rusia, que calcaba mucha de las pretensiones de Moscú.
En el fin de semana en el que se celebran las negociaciones de paz para el conflicto Rusia-Ucrania, Rubio aseguró haber hablado con el presidente Trump, y que este se encontraba «bastante satisfecho» frente a un acuerdo que todavía está «vivo y cambiante» a medida que las partes interesadas aportan más modificaciones. Para terminar, el secretario de Estado confirmó que las conversaciones seguirán este lunes en Ginebra. La reunión entre Estados Unidos y Ucrania se celebra en la Misión Diplomática estadounidense ante la ONU en Ginebra, pero sin la participación de Rusia, que ha señalado que todavía debe «discutir con Washington» los detalles de su propuesta.
Pero lo cierto es que la posición de Marco Rubio es mucho más conciliadora de lo que luego abandera el propio Trump. A última hora del domingo, el presidente volvió a arremeter contra Ucrania, asegurando que los líderes en Kiev han mostrado «cero gratitud» por el apoyo estadunidense, ampliando la presión para que acepten el Plan de 28 puntos en los próximos días.
Desde la parte ucraniana se ha tomado la estrategia pública de no rechazar el acuerdo de plano, por miedo a recibir un trato desde la Administración Trump como el de principios de año, cuando la Casa Blanca culpó a Kiev de la falta de avances. En su lugar, el funcionario ucraniano encargado de las conversaciones, Andriy Yermak, celebró el domingo que las últimas reuniones hayan sido «productivas» y añadió que las negociaciones están avanzando hacia una «paz justa y duradera». Además, ha agradecido el trabajo de Estados Unidos, y de manera personal, el del presidente Donald Trump.
Una línea de estrategia que busca no antagonizar radicalmente a Trump, pero tratando de ignorar los puntos más pro-rusos del acuerdo filtrado hasta el momento.
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Nacho Alarcón. Bruselas Celia Maza. Londres
Este fin de semana, los europeos presentaron una versión modificada del plan de paz en el que rechazan los límites propuestos a las fuerzas armadas de Kiev y las concesiones territoriales [que incluirían parte del Donbás todavía no conquistado por Rusia], según un documento visto por Reuters el domingo. El documento, preparado para las negociaciones del plan en Ginebra, propone que el número de efectivos militares de Ucrania se limite a 800.000 «en tiempos de paz», en lugar del límite general de 600.000 propuesto por el plan estadounidense.
Sobre la reducción de Ucrania de sus fuerzas armadas, la presidenta de la Comisión Europea ha insistido en que «como nación soberana, no puede haber limitaciones porque dejarían al país vulnerable a futuros ataques y, por lo tanto, también socavarían la seguridad europea».
Asimismo, indica que «las tratativas sobre intercambios de zonas comenzarán a partir de la Línea de Contacto«, en vez de definir previamente que ciertas regiones deberían ser aceptadas como «rusas de hecho», tal como plantea el plan estadounidense. Ese detalle del plan EEUU-Rusia, en el que diferencia zonas controladas «de hecho» por Rusia, no así «de iure» (reconocidas legalmente) ha sido especialmente confusa para los analistas, dudosos de cómo podría aplicarse en la realidad, incluso pasando por alto la negativa total de Kiev a ceder territorio todavía no conquistado por Rusia.
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Los países europeos han manifestado u malestar por haber sido marginados en estas conversaciones y en momentos en que se teme que Estados Unidos refuerce su presión para que el Gobierno ucraniano acepte el plan, que se inclina claramente a favor de los intereses de Rusia. Sin embargo, hay diferencias en el enfoque que tomar ahora en las negociaciones con EEUU. La más clara ha sido la italiana Giorgia Meloni, afirmó este domingo que el plan de paz de Trump es una «base de discusión» para lograr una paz «justa y duradera» en Ucrania, y defendió no elaborar una «contrapropuesta» europea, sino centrarse en los «puntos decisivos» del plan estadounidense.
Con un tono pesimista, el canciller alemán, Friedrich Merz, se mostró escéptico acerca de la posibilidad de alcanzar un plan de paz aceptable para Ucrania y Europa en los próximos días, por lo que ha propuesto intentar llegar a un acuerdo sobre un número inferior a los 28 puntos presentados por EEUU en un borrador en el que los países europeos han marcado en rojo varios cambios que consideran necesarios. Especialmente cuando, ha dejado caer, «no sabemos quién lo escribió [el plan] exactamente». La poco velada referencia a que habría sido Rusia quien ha prácticamente dictado el plan al negociador estadounidense fue recogida también por el polaco Donald Tusk quien ha planteado que antes de comenzar a trabajar en el plan sería bueno «saber con certeza quién es el autor del plan y dónde fue elaborado».
Los puntos clave de las negociaciones
Los puntos del plan de paz de Trump que suscitan mayores desacuerdos son los relativos a la entrega de la región oriental del Donbás a Rusia, el reconocimiento de la península de Crimea como parte de su territorio, la reducción del número de soldados ucranianos de los 900.000 actuales a 600.000 o el compromiso de Kiev de no entrar jamás en la OTAN.
Además, Ucrania considera ambiguas las garantías de seguridad planteadas por la administración estadounidense, que no convencen tampoco a los socios comunitarios, que recuerdan que, en el pasado, la renuncia por parte de Kiev al arsenal nuclear ucraniano a cambio de promesas rusas de que respetará plenamente su integridad territorial no han impedido una nueva invasión.
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No obstante, a pesar de los desacuerdos, el presidente ucraniano ha reconocido tener esperanza en alcanzar un acuerdo porque considera que es necesario «detener el derramamiento de sangre», aunque matiza: «Con garantías». «Los equipos ucraniano y estadounidense, así como los equipos de nuestros socios europeos, están en estrecho contacto, y espero sinceramente que haya un resultado», ha escrito en X.
El intenso trabajo diplomático de los aliados de Kiev este fin de semana ha dado contrarreloj un primer y pequeño resultado. El secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio, anunció la tarde del domingo que se ha hecho «un gran progreso» en las conversaciones sobre el fin de la guerra en Ucrania y que «[hoy] estamos mucho más adelantados que hace una semana». Sin embargo, también añadió que «queda mucho por hacer», un comentario que da un poco de aire a la postura de Ucrania y los países europeos, que han reaccionado con sorpresa mayúscula y algo de enfado a la publicación —y acto seguido, casi imposición— del «Plan de Paz de 28 puntos» de EEUU-Rusia, que calcaba mucha de las pretensiones de Moscú.