Olivia Munn sorprendió recientemente al compartir en una entrevista una de las anécdotas más embarazosas —y a la vez divertidas— de su vida. La actriz contó que, tras un largo día de trabajo en Vancouver, decidió darse un baño caliente en su habitación de hotel para relajarse. Como tenía mucha hambre y el hotel era conocido por su excelente sushi, pidió varios rollos para disfrutarlos mientras se sumergía en la bañera.
La idea, según explicó, era combinar un momento de calma con una cena deliciosa. Colocó la bandeja junto al borde de la bañera, dejó reposar su teléfono y se preparó para descansar mientras comía. Nada le hizo pensar que aquel pequeño lujo nocturno se convertiría en un recuerdo que preferiría olvidar.
La intoxicación que arruinó el día siguiente
Tras un pequeño descanso, volvió a la bañera y empezó a comer el sushi tranquilamente, sin notar nada extraño en su sabor o temperatura. Sin embargo, al día siguiente comenzó a sentirse mal: náuseas, mareos y un malestar creciente que le hicieron sospechar que algo no iba bien. Apenas unas horas después, los síntomas se intensificaron hasta que no pudo contenerlos.
El momento más crítico llegó en el aeropuerto, donde, completamente superada, terminó vomitando de forma repentina y violenta en una papelera de la tienda de regalos. La actriz relató ese instante con humor, señalando que, dentro de lo desagradable del episodio, al menos había tenido «muy buena puntería» para acertar desde lejos.
El posible culpable: una combinación peligrosa
Munn reflexionó después sobre lo que pudo haber ocurrido. Aunque el sushi seguía frío al tacto, cree que el vapor caliente del baño pudo haber alterado su estado sin que ella lo percibiera. Esa mezcla de humedad y calor habría bastado para comprometer la frescura del pescado, convirtiendo su cena en una trampa inesperada.
Entre risas y algo de vergüenza, reconoció que comer sushi crudo en un ambiente tan cálido es una muy mala idea. Incluso admitió que le cuesta creer que esté contando la historia, porque cada detalle le parece más absurdo que el anterior.
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Aun así, la actriz aseguró que no piensa renunciar a sus baños relajantes. Son su momento de desconexión preferido, un espacio en el que puede descansar y recargar energía. Pero dejó claro que jamás volverá a combinar ese ritual con comida cruda.
Su anécdota, aunque cómica, deja una lección sencilla: no todas las experiencias «de spa» casan bien con ciertos alimentos. Y si alguien piensa en imitarla, Munn lo resume mejor que nadie: «No lo hagan. Aprendan de mí».