Al límite. El Málaga logró un triunfo agónico ante el Mirandés, en el último minuto del descuento. Galilea marcó cuando la afición de La Rosaleda … estaba desesperada. Y Juan Francisco Funes pudo debutar con una victoria, aunque esta fuera agónica. Suma así el equipo blanquiazul tres puntos cruciales, pero el encuentro, el juego ofrecido y la fragilidad del equipo merecen una reflexión aparte. El nuevo técnico tiene mucho trabajo por delante.

Las sensaciones, pese a la victoria, no fueron las esperadas. Parecía que el Málaga iba a ganar sin sufrimiento tras marcar dos goles casi seguidos Niño, pero esos tantos quedaron igualados en sendos desajustes en defensa en la segunda parte. Había que comenzar de cero. Era un partido relativamente propicio, pero la afición pensaba que ya no llegaría el tercero. Aunque finalmente la fortuna cambió de bando y el equipo blanquiazul sumó el triunfo en la prolongación.

En este cambio de ciclo, la victoria se presenta como un arranque balsámico. La afición, sin embargo, sigue muy descontenta con los dirigentes de la entidad, con todos ellos, a los que pidieron su marcha repetidamente. En cualquier caso, el Málaga escala posiciones con estos tres puntos y se acerca ahora a la zona media de la tabla. Será necesario mejorar mucho para cambiar el rumbo de una forma sostenida.

Funes utilizó un once reconocible, muy parecido a los últimos de Pellicer. Su principal novedad, Recio, fue obligada por la ausencia de centrales. Alineó para empezar un primer equipo cargado de lógica, sin ningún aporte especial que pudiera perturbar la inercia anterior. Era necesario observar los retoques tácticos, a grandes rasgos, con Izan Merino como el ‘pivote’ elegido para sacar el balón desde atrás, con Dotor y Dani Lorenzo por delante.

Málaga

Alfonso Herrero; Puga, Recio, Galilea, Víctor García; Izan Merino, Dani Lorenzo (Jauregi, minuto 83), Dotor (Rafa, minuto 53); Larrubia (Haitam, minuto 83), Niño (Chupete, minuto 70) y Joaquín (Lobete, minuto 70). Otros convocados: Carlos López, Gabilondo, Dani Sánchez, Rafita y Arriaza.

3

2

Mirandés

Nikic; Novoa (Tamarit, minuto 41), Martín Pascual (El Jebari, minuto 46), Postigo (Córdoba, minuto 62), Juan Gutiérrez, Pablo Pérez; Helguera, Bauza, Aarón Martín (Álex Cardero, minuto 46); Alberto Marí (Petit, minuito 74) y Carlos Fernández. Otros convocados: Juanpa, Medrano, Pica, Varela, Barea y Eto’o.

  • Goles:
    1-0, minuto 30: Jugada combinativa del Málaga con un pase atrás de Dotor que aprovecha Niño para abrir el marcador al primer toque. 2-0, minuto 33: Joaquín se lleva el balón tras pelear con dos defensas y pasa el balón a Niño para que marque a puerta vacía. 2-1, minuto 59: Alberto Marí bate a Alfonso tras no llegar Galilea al pase. 2-2, minuto 79: Centro al área que remata Petit para empatar el partido. 3-2, minuto 94: Galilea recoge el balón y marca desde dentro del área.

  • Árbitro: Palencia Caballero (vasco), ayudado desde el VAR por Ávalos Barrera (catalán). Expulsó al portero suplente Juanpa y vieron la tarjeta amarilla Víctor, Marí, Postigo y Juan Gutiérrez.

  • Campo:
    La Rosaleda. 19.737 aficionados acudieron al estadio de Martiricos en la entrada más baja de la temporada.

Los blanquiazules, sin embargo, cambiaron desde el primer instante el ritmo de juego. Con una presión más suave arriba, el objetivo se centraba en cada acción en llegar al área contraria con el balón controlado, buscando acciones aisladas para resolver. Galilea y Niño fueron los primeros que tuvieron alguna posibilidad, pero ambos muy forzados. El juego, de esta manera, era diferente a otras veces, algo más estático.

El Málaga quería poner en marcha una fórmula más combinativa, sin apenas golpeos en largo. Aunque era difícil mejorar el ritmo con las numerosas interrupciones que impidieron una imprescindible continuidad. Pese a todo, en el día de Funes, volvió alcanzar su nivel Niño, ese delantero que deslumbró en la pretemporada en los primeros partidos, hasta que cayó lesionado. Y, como siempre, sembró el pánico al primer toque. Primero cuando se cumplía la media hora en una acción perfectamente trenzada que culminó con un pase atrás de Dotor para que abriera el marcador con su sello personal (había intervenido también en el arranque de la jugada).

Y nuevamente al primer toque, tres minutos después, en una jugada en la que Joaquín se llevó el balón en un lanzamiento lejano entre dos defensas y, aprovechando la mala salida del portero, pasó el balón a Niño para que hiciera el segundo. El delantero mostró su gran calidad, sobre todo en el primero de los goles, para encarrilar un partido importante de cambio de ciclo en el Málaga tras el despido de Pellicer.

Pero en la noche de Niño y Funes también aparecieron los primeros problemas. Primero dispuso el Mirandés de una primera ocasión antes del descanso, pero después, tras un disparo de falta del propio Niño que despejó el portero contrario, un pase en profundidad superó a Galilea y llegó a Alberto Marí para que batiera a Alfonso. Se complicaba el partido y la fiesta de La Rosaleda rebajaba su intensidad. De hecho, la afición comenzó a inquietarse por la falta de contundencia en ocasiones y de ritmo en otras.

El partido comenzaba a abrirse, lo que lo hacía cada vez más incierto. Las aproximaciones visitantes llevaban peligro, mientras que el Málaga nunca renunciaba al ataque. Joaquín estrelló el balón en un poste en la ocasión más clara tras los goles y poco después fue Rafa el que pudo sentenciar en una nueva fase de control del partido de los blanquiazules. Pero la fragilidad del equipo seguía siendo su ‘handicap’, lo que llevó al cuadro de Martiricos a un nuevo desajuste en defensa para encajar el segundo,por medio de Petit tras un centro al área.

Todo se volvía oscuro para el Málaga de Funes. Ni siquiera el empate estaba claro, lo que abría la puerta de nuevo a los fantasmas del pasado. Aunque tampoco renunciaba al ataque. Insistía una y otra vez buscando el triunfo a la desesperada. Y en el último instante, en la prolongación, Galilea marcó finalmente el gol del triunfo al convertir un balón que quedó suelto dentro del área. Con cierta justicia, pero gran angustia para los aficionados, el partido se cerró con un triunfo agónico.