Steve Kerr ha manejado diez años de Golden State con maestría. Mejor entrenador, peor entrenador. Mejor gestor, peor gestor. Sea cual sea el calificativo que se le quiera poner, el cinco veces campeón como jugador en sus años de Bulls y Spurs ha hecho cumbre. La dinastía llevó cuatro títulos a esa parte de California y él lideró desde el banquillo. Pero hay jugadores que ya no están y se nota: aquel Durant que tan pronto abandonó el barco; jugadores de rotación del tipo Livingston, Iguodala, Wiggins, algo que ya no hay; y, por supuesto, Klay Thompson como estandarte de tantas cosas. Los hay que sobreviven: Stephen Curry y Draymond Green, cada uno en su papel y a su estilo. Hay fallas y la tensión del vestuario se palpa en cuanto el juego se resiente.
Esta franquicia se ha colocado con un balance equilibrado, 9-9, aunque viniendo de un gran comienzo. Están, por tanto, cayendo. La del viernes contra los Trail Blazers, en un partido correspondiente a la Copa NBA, fue la primera derrota en el Chase Center de toda la temporada; por contra llevan cinco triunfos allí. 123-127 ante un conjunto de menor nivel. ¿Nervios? Se le preguntó a Jimmy Butler por la opinión tras semejante resultado. “Siempre soy optimista, pero también honesto. No defendemos a nadie. Por lo que puedo ver, aunque no llevo mucho tiempo, aquí ésa nunca ha sido la fórmula”, dijo a la prensa local. Un golpe a la línea de flotación de los de San Francisco, los de antes y los de ahora, que no es baladí.
Los Warriors soportan ahora la losa de tres caídas encadenadas. Lo siguiente que viene es Utah Jazz, un conjunto que comparte con los Blazers esa sensación de dejarse ir para favorecerse de una mala posición clasificatoria pero cuyos jugadores están comprometidos deportivamente. El abismo de caer a un récord negativo en la Conferencia Oeste, que te quita mucho más rápido de lo que te da, está cerca. De ahí que se quiera forzar un examen de conciencia para mejorar ciertos aspectos.
No es, de todas formas, la primera enganchada verbal de esta temporada. Green, quién si no, soltó las riendas de su boca el mes pasado para advertir públicamente a Podziemski, uno de los señalados por la defectuosa defensa, merced a una actitud excesivamente chulesca. Habló la tacones. A Kuminga, saco de boxeo de la franquicia por su demora para renovar contrato en verano, no se le puede achacar esta mala racha: está de baja por una pequeña lesión de rodilla.
Los Warriors mantienen una construcción de plantilla que no les ha favorecido. Con los millones que han comprometido a lo largo de los años se han quedado sin hueco para peripecias fuera de los que son Curry, Green y el quejoso Butler. Mucho cromo repetido en el exterior, no muy efectivo, y falta de altura dentro contando con que los referentes son Draymond y Horford. De hecho Kerr ha anunciado que Quinten Post volverá a ser el pívot titular porque se dan cuenta de que ese aspecto se tornó en problema.
En lo dicho por Butler no hay consenso con su entrenador, que le dice para ir por el camino opuesto. Kerr aludió a que la preocupación está en el ataque y no en la defensa, que refiere que adolece de ritmo por todas partes. Es una batalla que soportan en las espaldas desde que ganaron por primera vez con este sistema: lo florido es la ofensiva, con los triples, los pases y el juego vertiginoso que enamoró a medio mundo; la defensa, sin embargo, también era de vanguardia pero no recibía ni los mismos elogios ni la misma atención. En ésas se vuelven a encontrar los potentados de San Francisco. Definir lo que se yerra es primordial.
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No deja de ser curioso que este debate se lanzara en un día a la vieja usanza de Curry: 9/17 en triples para 38 puntos en 34 minutos. Nadie le puede achacar la derrota con Portland. Ha tenido partidos malos, con exceso de protagonismo cuando no le entraban los tiros, pero es el 8º máximo anotador de la NBA con el promedio de 28,6 tantos. Libre de pecado. En una noche que, además, honraba el título de 1975 en su 50º aniversario (según Rick Barry, uno de los presentes, “la mayor sorpresa en la historia de los principales deportes en los Estados Unidos”). ¿Qué examen de conciencia hacer? Frente a los Blazers pecaron en el rebote, veinte capturas de diferencia (52 a 32). Entraban a la cita con una estadística que rompieron: iban 8-0 cuando perdían menos balones que el rival, ahí ganaron por siete de margen y aun así no se llevaron el partido. Ataque y defensa, dolor de cabeza. Utah, próximo oponente, irá después de medirse con los Lakers este domingo y con un par de días para reparar en los errores. “Nos ayudará el poder entrenar estos días”, remarcaba Steph. Que todo sea para bien.
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