La economía de España es la que más crece de toda la Unión Europea (solo por detrás de Polonia) y la que más empleo crea de todo el bloque comunitario con mucha diferencia. La fuerte expansión del sector servicios (turismo y hostelería, sobre todo) ha generado esta dinámica que impresiona a aquellos que solo tienen ojos para las grandes métricas (PIB o empleo). Sin embargo, detrás de estas portentosas cifras se encuentra un país fracturado que sigue presentando los problemas de siempre, con una burocracia y sistema fiscal que hace muy difícil emprender con éxito, una educación mediocre, en el mejor de los casos, y una productividad que no avanza. Las piedras que siempre se topan en el camino de la economía española hacia la convergencia siguen ahí. La diferencia es que con la ‘marea alta’ de turismo y servicios, esas piedras no se ven, pero lo cierto es que siguen en el mismo lugar que hace décadas.
Aunque esto sea algo evidente, es algo que pocos españoles se paran a pensar. Cuanto más tiempo se dedica en el Congreso a debatir sobre cuestiones del pasado, corrupción, etc. el tiempo que queda para el debate de políticas que pueden cambiar la economía de España es menor. Es decir, si las horas del debate político y de telediarios se centran en las decenas de casos de corrupción o en el cambio de nombres de calles, lo que queda para hablar de productividad, educación, emprendimiento, impuestos… es nada y apenas tiene hueco en los espacios informativos. Si ese debate no existe, la economía seguirá cayendo en las mismas trampas de siempre una y otra vez, aunque la economía se encuentra ahora mismo en un momento cíclico espectacular.
«España se enorgullece de ser la economía avanzada que más crece en mundo por segundo año consecutivo. Pero detrás de ese vigoroso auge se esconde una debilidad que aún pesa mucho: la fragmentada política española», apunta un reportaje publicado por el prestigioso diario Financial Times.
España crece rápido, pero ‘mal’
Aunque la economía se expande, hay indicios de que no está evolucionando con la suficiente rapidez como para mantener el impulso. La tóxica política interna sigue obstaculizando el proceso, reza el artículo del Financial Times. La polarización no es exclusiva de España, pero su brutalidad visceral en el país es evidente. Otro problema potencialmente más grave: la preocupante falta de debate sobre políticas públicas.
En otras economías importantes, la polarización política puede coexistir con debates más sólidos sobre cómo abordar preocupaciones apremiantes en ámbitos tan diversos como la educación y la vivienda, la burocracia y la inteligencia artificial.
Miquel Roca, de 85 años, uno de los dos últimos redactores supervivientes de la Constitución española de 1978, culpa tanto al Partido Socialista del presidente Pedro Sánchez como al conservador Partido Popular (PP) del vacío intelectual.
«Se sienten muy cómodos siendo enemigos», afirmó. «Cuando tengo un enemigo, no necesito una discusión», explica en declaraciones al FT. Los vacíos políticos y la polarización política se retroalimentan. Cuando un gobierno carece de mayoría parlamentaria, como ocurre con Sánchez, el debate político puede actuar como puente. Es la búsqueda de ideas la que puede atraer votos de todos los partidos y producir reformas legislativas.
Pero con propuestas que rara vez se consideran algo más que dogmas, resulta casi imposible sacar a los políticos españoles de sus escondites. La polarización del país se afianza cada día, lo cual supone un serio problema para avanzar en las políticas que de verdad importan para lograr un crecimiento económico prolongado, sostenible y que incremente la prosperidad de la mayoría de los habitantes del país.
A pesar del estancamiento político, la economía española está creciendo más rápido que la de sus pares, con un avance de un 3,5% en 2024 y un 2,9% este año. Esto marca un cambio notable respecto a los tiempos difíciles del desplome inmobiliario que comenzó en 2008 y la crisis financiera de la eurozona.
Un crecimiento extensivo
Gran parte del crecimiento se ha visto impulsado por la fuerte llegada de inmigrantes que han ocupado empleos poco cualificados y con alta intensidad de mano de obra (muy intensivos en factor trabajo, como se dice en la jerga económica), pero la economía también ha cambiado de forma fundamental.
El despliegue de la energía eólica y solar, impulsado por el gobierno, ha reducido drásticamente los precios de la electricidad e impulsado la competitividad. Las reformas del mercado laboral de Sánchez en 2022 han dado a los trabajadores temporales contratos indefinidos (aunque sea de una forma un tanto singular, puesto que son los famosos fijos-discontinuos), lo que les ha dado más confianza para gastar. España también ha diversificado su economía mediante el desarrollo y la exportación de más servicios financieros y profesionales, según Filippo Taddei, economista de Goldman Sachs.
Los obstáculos de siempre
Sin embargo, otros obstáculos estructurales no se han abordado, ni siquiera han sido debatidos seriamente por los políticos. La productividad ha aumentado ligeramente en los últimos años, pero sigue siendo preocupantemente baja, un problema atribuible en parte a la escasa inversión empresarial.
La educación es otro factor clave en la productividad. Los colegios españoles obtienen malos resultados según los estándares europeos y, en general, sus universidades no se centran en convertir a los estudiantes en los trabajadores que la economía necesita. En España se habla a menudo del desastre de la educación por la tendencia que ha seguido esta rama que es la que debería guiar el crecimiento. Su tasa de desempleo, del 10,5%, es la más alta de la UE.
La burocracia sigue dificultando el acceso a los emprendedores en España, a pesar de algunas reformas parciales. Y los economistas afirman que la rigidez del gobierno le ha impedido aprovechar al máximo los 71.000 millones de euros en subvenciones y préstamos de la UE recibidos hasta la fecha del programa pospandemia NextGenerationEU.
«La intención era impulsar la recuperación económica y también transformarla», declara Raymond Torres, director de análisis macroeconómico de Funcas, una fundación de cajas de ahorros. «Es difícil encontrar ese componente transformador», asegura este experto en declaraciones al Financial Times.
Para la gente, el problema más acuciante en España es el acceso a la vivienda, ya que el agravamiento de la escasez eleva los precios del alquiler y la compra a un ritmo muy superior al del crecimiento salarial.
Miriam González Durántez, abogada mercantil que elabora planes para un nuevo partido político, afirmó que era imposible avanzar en materia de vivienda mientras la derecha se opusiera a cualquier papel del sector público y la izquierda se negara a ver al sector privado como parte de la solución. «Eliminen la ideología de la ecuación», suplicó.
También hay escasez de think tanks independientes bien financiados porque no existe una tradición de respaldo de las personas con mayor patrimonio del país. El multimillonario de Zara, Amancio Ortega, el hombre más rico de España, financia la terapia de protones para tratar el cáncer, no informes sobre la reforma sanitaria, explican desde el FT.
Toni Roldán, exdiputado centrista del ahora extinto partido Ciudadanos, recuerda que cuando España salía de la crisis de la eurozona, se debatían en el Parlamento ideas como la renta mínima y el impuesto negativo sobre la renta.
Hoy, afirmó, la política identitaria y los antagonismos regionales ahogaban cualquier intento de hablar de políticas. «Es como si alguien entrara en la sala con un megáfono».
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