La apnea del sueño o apnea obstructiva del sueño (OSA por sus siglas en inglés) es una enfermedad producida por la relajación de los músculos de la lengua y la faringe durante el sueño que acaba obstruyendo las vías áreas. La obstrucción mecánica resulta en una parada respiratoria (apnea) que dura varias decenas de segundos (entre 10-40 s lo más frecuente) y que da lugar a una disminución del oxígeno de la sangre e incremento de dióxido de carbono (CO₂). Esto ocurre hasta más de 30 veces por hora en casos severos y, además de fragmentar el sueño, incrementa el riesgo de hipertensión arterial y enfermedad cardiaca y la incidencia de trastornos cognitivos. Esta enfermedad se puede mejorar si los pacientes duermen con una mascarilla por la que se aplica aire a presión positiva a la boca y la nariz para vencer la obstrucción. Este tratamiento se llama CPAP, Continuous Positive Air Pressure. Muchos pacientes se adaptan bien a la mascarilla, pero otros no la aguantan y dejan de utilizarla. Naturalmente, la adherencia al tratamiento es fundamental para su efecto beneficioso.      

En cuanto al estudio, se trata de un estudio epidemiológico (descriptivo sin entrar en mecanismos) sobre la relación entre la incidencia de enfermedad de Parkinson (EP) en pacientes con OSA en una amplia población (más de 11 millones) de veteranos del ejército de los EE.UU. mayores de 40 años (sobre el 10 % son mujeres). Los pacientes se han estudiado entre 1999 y 2022, con un seguimiento medio de cinco años. El estudio tenía dos objetivos fundamentales: i) Determinar si la incidencia de EP es mayor en pacientes que sufren OSA; ii) Ver si el tratamiento con CPAP disminuye la incidencia de EP. Había datos previos sobre la relación entre OSA y EP, pero con menor número de pacientes y no concluyentes. La patogénesis de la asociación de OSA y EP se desconoce, pero la hipoxemia (falta de oxígeno en la sangre), el exceso de CO₂ junto a las alteraciones inflamatorias y cardiovasculares que produce la OSA, puede dañar las células nerviosas y facilitar la aparición de EP.   

La respuesta del estudio es claramente positiva en ambos casos. El riesgo de sufrir EP es claramente mayor en pacientes con OSA y este riesgo es todavía más evidente en mujeres. El uso de CPAP previene la aparición de EP en pacientes con OSA, sobre todo si se aplica en los estadios iniciales de la EP. Es decir, el estudio muestra claramente una asociación sugerida por estudios previos, pero no demostrada. A partir de ahora habrá que tratar seriamente la OSA si se quiere disminuir el riesgo de EP (y de otras alteraciones neurológicas).  

Creo que una limitación muy importante (que los autores indican) es que no hay registro objetivo de adherencia de los pacientes al tratamiento con CPAP. Creo que los datos son aplicables a otras poblaciones, pero naturalmente habrá que demostrarlo.   

Hay varios estudios previos asociando la OSA y la EP, pero los datos no eran concluyentes. Creo que el estudio actual está bien hecho técnicamente (clasificación de los pacientes, manejo de los datos y análisis estadístico) el número de pacientes es muy alto y en el análisis se han tenido en cuenta los posibles factores confundentes (obesidad y comorbilidades cardiovasculares o psiquiátricas, entre otras).   

En cuanto a la influencia de los trastornos del sueño en nuestra salud, el sueño es un factor de salud total y hay que cuidarlo en todas las edades.