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La revuelta quiso jugar fuerte este lunes. Mientras El hormiguero recibía a Álex Márquez con toda la artillería de la noche, David Broncano apostó por una visita que llevaba la conversación a otro sitio: el Teatro Príncipe Gran Vía se abrió a Toni, Sulami y Chule, tres de los protagonistas de Ciudad sin sueño, la nueva película de Guillermo Galoe, en la que ha participado RTVE. Su presencia no solo fue una defensa del cine español en pleno prime time, sino también un altavoz directo para la vida en la Cañada Real, donde está rodada la película
Desde el primer momento, Broncano dejó claro quiénes eran y por qué estaban allí: no actores profesionales, sino vecinos del Sector 6, “personas que se intentan buscar la vida día a día” trabajando. Una introducción sencilla que sirvió para poner en contexto lo que después sería una entrevista llena de humor, orgullo y una reivindicación muy concreta: la de un barrio que lleva más de cinco años viviendo con cortes de luz.
Seis años sin luz en La Cañada Real
En octubre de 2020 se apagó la luz en la Cañada. Seis años sin sumunistro donde más de 4.500 personas trata de sobrevivir. Casi la mitad son menores. #Larevuelta pic.twitter.com/HCk2QruM5m
— La Revuelta (@LaRevuelta_TVE) November 24, 2025
La charla se fue calentando cuando el presentador preguntó por las instituciones y por si alguna autoridad había pasado por la zona. Ahí llegó el dardo que ha terminado siendo el titular de la noche. Al ser preguntados por la Casa Real y si el rey Felipe VI había visitado la zona, los tres fueron tajantes. “Ojalá se pasaran por allí y vieran lo que estamos pasando”, expresaron alto y claro. Sulami insistió en la idea- “Nos queremos hacer ver”, explicó, haciendo referencia al sentido de la película, que está siendo “muy bien recibida, no solo por los gitanos, también por los payos y todas las etnias”.
Chule, sin embargo, prefirió rematar con una broma que alivió la tensión, sin restarle fuerza a lo dicho. “El padre yo creo que sí habrá ido alguna vez”, sentenció haciendo referencia a Juan Carlos I y desatando las risas del público.
Broncano, fiel a su estilo, llevó después la conversación a la necesidad de hablar del cine como herramienta para contar lo que se vive allí. Los invitados lo compararon con la intervención reciente de Motaz Malhees y Saja Kilani, dos actores palestinos que también hablaron en el programa del poder cultural para romper silencios. Toni, Sulami y Chule quisieron subrayar que Ciudad sin sueño “no es un documental”, sino una película basada en hechos reales. Es decir, ficción pegada a la tierra, con actores que interpretan su propia vida.
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Toni fue el más lanzado en ese terreno. Con 17 años, se mostró orgulloso de estar delante de la cámara y de hacerlo sin complejos. “Igual que Antonio Banderas hizo de mariachi, nosotros hacemos Ciudad sin sueño”. Su referencia es clara y hasta le mandó un mensaje directo al malagueño. “Me tienes que ver, tío, que somos tocayos”, lanzó. También contó la “condición” que le puso a Galoe para aceptar el papel. “Si la película no va a Cannes, no la hago”. Y fue a Cannes: allí ganó el premio de la Sociedad de Autores y Compositores Dramáticos de la Semana de la Crítica. “Nos trataron muy bien y la película fue un éxito”, recordaron en plató.
Bilal, otro de los protagonistas, intervino desde el palco para ponerle una postal más ligera a la experiencia festivalera: habló de la fiesta posterior, “una locura”, con piscina incluida y gente tirándose al agua “aunque lloviera”. Toni, sin embargo, se perdió la celebración por un motivo de película dentro de la película: coincidía con su boda. “Ya me he divorciado”, soltó. Con el dinero del rodaje se compró “una moto y una cadena de oro”, contó sin darle más importancia, y dejó claro que, aunque el cine le ha abierto una puerta, de momento seguirá con la chatarra. Lo mismo Chule, primo de su padre, que también se ve en su trabajo diario, por ahora, como parte de su vida.
Ciudad sin sueño acompaña a Toni, un chico de 15 años, en ese mismo entorno. Vive en la Cañada Real, orgulloso de su familia de chatarreros, y sigue a su abuelo mientras los derribos se acercan. En noches sin electricidad, con leyendas de infancia que se cuelan en la oscuridad, el protagonista tiene que elegir entre un futuro incierto o aferrarse a un mundo que se apaga. La película, como ellos mismos explicaron, no busca dar pena sino mostrar que allí “hay personas con sus vidas y sus problemas. Somos personas y nos tienen que ver”.