Sadvertencia al entrar por el hall del Real Casino de Madrid de que no sería la última vez que nos veríamos las caras, por más que ya se haya convertido en una tradición, no tenía ni una pizca de arrogancia, sino que reflejaba la ambición que emana cuando se enfunda el 13. De otro modo Oblak no se habría convertido en el mejor portero de la historia del Atlético ni habría capitaneado a Eslovenia a su mejor clasificación en una Eurocopa, los octavos de la última.

Sin embargo, vestido de calle, Jan es el 1. Por sencillez, naturalidad, humildad y bonhomía. Lo comprobaron las grandes estrellas del deporte y el más anónimo de los ciudadanos que le esperaban a las puertas del Casino. Así, en el breve paseíllo desde el Hyundai que le llevó a la gala hasta la entrada, no dudaría en posar para las fotos reclamadas.

Como no podía ser de otro modo, su mesa tenía que ser la de los otros números 1 como Rafa Nadal, Marc Márquez, Rudy Fernández, Cazorla y un Casillas (sentado a su derecha en una icónica foto de los derbis) que cenaron junto al director de MARCA Juan Ignacio Gallardo.

No obstante, siempre agradecido al entorno que le ayuda a mantener los pies en el suelo y a no olvidar todo lo que ha trabajado para llegar a ser el Messi de las porterías, Jan tampoco quiso dejar de lado a su amigo Zoran Radenkovic y a su novia Olga Danilovic (tenista profesional que ya conocía a Nadal de coincidir en el circuito), otro ejemplo de humildad al mostrar su deseo de compartir unas palabras con Carolina Marín cuando fuera buen momento.

Un tipo normal

Algo inherente a la pareja, pues las facilidades dadas por Oblak no se encuentran fácilmente en el mundillo. Ni una pega a prestar por unas horas sus seis trofeos, ni un mal gesto a cualquier petición, entrevista, foto (significativa la de Cerezo, Alemany y Bucero arropándole)… Con su mejor sonrisa siempre, contestaría mil veces cómo está su rodilla. Como es, un tipo normal, sin acciones impostadas. El mejor 13 del fútbol, un 1 en la vida diaria.