Barcelona será la Capital Mundial de la Arquitectura en 2026 y, más allá de todas las actividades culturales, conferencias y visitas a espacios habitualmente inaccesibles previstas para el próximo año, un aperitivo de la herencia que esa cita dejará en la ciudad es aún visitable en una exposición que hasta el 14 de diciembre alberga la antigua sede de la Editorial Gustau Gili, en el número 89 de la calle de Rosselló. Se muestran allí 10 paredes medianeras de Barcelona, esa suerte de errores de programación urbanística que tan a menudo afean el paisaje de la ciudad, que serán literalmente convertidas en fachadas.

El Ayuntamiento de Barcelona convocó internacional de ideas para que jóvenes arquitectos presentaran sus propuestas y, atención al dato, se recibieron más de 350 proyectos de más de 50 países. En el almacén lateral de esa joya del racionalismo que es la Gustau Gili se exhiben los proyectos ganadores, también los que quedaron en segundo y tercer lugar y, sobre todo, se vislumbra lo que será el antes y el después de esas intervenciones.

300 medianeras visibles en Barcelona

En la esquina de las calles de Nàpols y Ausiàs March desembocan los restos del trazado de la antigua carretera de Horta, el sendero que antes de Ildefons Cerdà unía la Barcelona amurallada con las masías de lo que hoy es la parte alta del paseo de Maragall. Aquel pasaje que secciona longitudinalmente la manzana es un interior de manzana no hace mucho remozado, pero lo que llama la atención en el acceso desde la calle de Ausiàs March es la brutal pared de ladrillo que da la bienvenida a los visitantes. Es la espalda de la finca del número 103 de la calle de Nàpols.

La 'espalda' del 103 de la calle de Nàpols, triste acceso a un interior de manzana, que renacerá con balcones en 2026.

La ‘espalda’ del 103 de la calle de Nàpols, triste acceso a un interior de manzana, que renacerá con balcones en 2026. / A. de Sanjuan

Las medianeras, tal y como explica la arquitecta en jefe de la ciudad Maria Buhigas, jamás se levantaron con la intención de que fueran permanentes. Eran paisajes provisionales a la espera de que una nueva finca colindante se acoplara a ellas, pero, por mil razones urbanísticas, eso no llegó a suceder, en este caso de Ausiàs March con Nàpols, porque la antigua carretera de Horta se acordó que era un vestigio del pasado a conservar.

La medianera de Nàpols 103, tal y como está previsto que renazca en 2026.

La medianera de Nàpols 103, tal y como está previsto que renazca en 2026. / A. de B.

Las cifras quitan el hipo. Hay unas 6.000 paredes medianeras en la ciudad, unas 300 totalmente visibles desde la calle. Son cicatrices que con distintas estrategias se han ido maquillando desde hace años. En 1992, un caso muy conocido, se intervino en una gigantesca pared medianera de la plaza de Pablo Neruda dentro de la campaña municipal ‘Barcelona posa’t guapa’. Desde entonces, es un mural célebre, Balcons de Barcelona, en el que 26 personajes de la historia de la ciudad se asoman a unos falsos balcones. Es un colosal y resultón trampantojo.

'Balcons de Barcelona', una medianera de la ciudad mejorada con un trampantojo.

‘Balcons de Barcelona’, una medianera de la ciudad mejorada con un trampantojo. / MANU MITRU

Hace siete años, en lo que es otro precedente reseñable’, se transformó una anodina pared de la plaza de las Dones del 36, en Gràcia, en un estupendo jardín vertical que no solo aporta vegetación en un barrio muy carente de ella, sino que, además, tiene el mérito de que las plantas, a poco que uno se fija, componen la imagen de Marina Ginestà, la miliciana de la icónica foto de la Guerra Civil en Barcelona.

Una pared medianera de la calle de Espronceda, selecionada para su transformación.

Una pared medianera de la calle de Espronceda, selecionada para su transformación. / A. de B.

Objetivo: cero medianeras a la vista en 2035

La exposición de la Gustau Gili y, en consecuencia, lo que se pretende llevar a cabo en 2026 va mucho más allá de esos dos ejemplos citados. El objetivo es que esas paredes medianeras sean verdaderamente fachadas y para ello está previsto abrir balcones y ventanas ahí donde ahora solo hay tochos. Será una decisión particular de cada uno de los vecinos si desea esa apertura a la luz del sol, pero la reforma de la medianera se lo permitirá a todos.

La pared medianera de la calle Espronceda, en una imagen virtual de su aspecto renovado.

La pared medianera de la calle Espronceda, en una imagen virtual de su aspecto renovado. / A. de B.

Tal y como subrayan Buhigas y la teniente de alcalde Laia Bonet, el proyecto no es solo estético, algo por si solo ya bastante importante. El jurado ha premiado aquellas ideas que resolvían el encaje de placas fotovoltaicas, una mejora del aislamiento térmico y acústico de las viviendas, la instalación de vegetación, el aprovechamiento de las aguas pluviales para el riego y, la guinda ya perfecta, un tipo de arquitectura que facilite la nidificación de los pájaros autóctonos de Barcelona, víctimas de una ‘gentrificación’ desde hace décadas por la construcción de edificios hostiles para la cría de polluelos.

Durante 2026 y tras negociaciones con los vecinos de las fincas agraciadas, que no siempre han sido fáciles, se ejecutarán 10 proyectos ganadores, uno por distrito. Podrá parecer una cifra minúscula de cuántas paredes medianeras hay en la ciudad, pero, según Buhigas, los resultados pueden ser lo suficientemente llamativos como para que se acelere el proceso de más transformaciones y cara al año 2030 o 2035 hayan desaparecido prácticamente todas estas cicatrices de la ciudad.

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