La falta de viviendas asequibles está en el centro de la agenda pública. Se sitúa, de hecho, entre los principales problemas de los españoles en todas las encuestas de opinión, pero esa preocupación no se corresponde con la inversión en la construcción de viviendas. Por el contrario, y respecto del Producto Interior Bruto (PIB), la inversión en construcción de edificios residenciales se mantiene en niveles inferiores a los que existían en los años 80.
La inversión en vivienda, tanto pública como privada, en concreto, se situó en el segundo trimestre de este año, según la última estadística oficial, en el 6% del PIB, por debajo del promedio del 6,5% del PIB alcanzado durante la década de los años 80. Si el porcentaje se compara con el ciclo expansivo que tuvo la construcción entre los años 1995 y 2007, el resultado es todavía más evidente. Entre esos años, la inversión en construcción de viviendas se situó como promedio en el 8,8%, todavía lejos del máximo histórico registrado en 2006, cuando se alcanzó un 11,7% del PIB. Es decir, prácticamente el doble que ahora.
Los datos proceden del Observatorio de la Vivienda y Suelo y del Banco de España, y lo que reflejan es que la participación en el PIB de la Formación Bruta de Capital Fijo de la construcción (no sólo la vivienda, sino el conjunto inversor del sector) ha bajado desde el 18% que llegó a representar en 2009 (alimentado por el Plan E, puesto en marcha tras el estallido de la burbuja inmobiliaria), hasta valores cercanos al 10%. En términos absolutos, el valor de mercado de la construcción se situó en el segundo trimestre de este año en 42.806 millones de euros, lo que representa una participación respecto del PIB equivalente al 10,3% del PIB.
Este porcentaje se sitúa lejos de la media histórica, y lo que muestra es la pérdida de peso de la construcción en la economía española, en particular por el menor peso en la construcción de vivienda. También refleja, en este sentido, que la economía española se ha alineado con la Unión Europea, donde el peso de la inversión en construcción de viviendas se sitúa en torno al 6% del PIB.
Presión demográfica
Existe, sin embargo, una diferencia muy relevante. La presión demográfica es mayor en España que en la Unión Europea, lo que ensancha cada año el desequilibrio entre oferta y demanda de vivienda. La población de España, tan sólo en los últimos cinco años, ha crecido en algo más de dos millones de personas gracias a la inmigración. En los últimos doce meses, la población creció en 457.000 personas, mientras que se crearon 221.000 hogares. En ese periodo, por el contrario, según datos del Banco de España, se inició la construcción de 140.000 viviendas.
CaixaBank Research ha estimado que el déficit de vivienda acumulado en los últimos cuatro años asciende a unas 515.000 viviendas, cifra que eleva hasta cerca de 600.000 si se consideran las viviendas terminadas (en lugar de los visados) y que alcanzaría las 765.000 si además se restaran otros usos alternativos de la vivienda.
Esto equivale al 4% del parque de viviendas principales en 2024 y representa cerca del 80% de los hogares netos creados. Es decir, la nueva vivienda disponible, una vez descontamos el resto de los usos de la vivienda, “solamente habría podido alojar a un 20% de los hogares netos creados, y, en consecuencia, el resto de los hogares se alojó en viviendas secundarias reconvertidas en principales”. En concreto, según un informe elaborado por la economista Judit Montoriol Garriga, el número de viviendas principales aumentó en 741.000 en estos cuatro años; de ellas, 360.000 procedían del parque de viviendas no principales y 381.000 fueron nuevas incorporaciones al parque. Por tanto, sostiene, gran parte de las necesidades habitacionales de los últimos años se han satisfecho gracias a la reconversión de una parte del parque de vivienda secundaria a principal. Algo que explica el estancamiento de la inversión.
Otro patrón de crecimiento
Las estadísticas, en todo caso, también reflejan un cambio en el patrón de crecimiento de la economía española, que durante la segunda mitad de los años 90 y los primeros años del siglo XXI estuvo volcada hacia el sector de la construcción. Hoy, por el contrario, el sector servicios continúa ganando peso en el PIB, lo que explica que también el volumen de empleo en la construcción se haya resentido de forma muy relevante.
En 2008, se alcanzó un récord histórico de 2,68 millones de ocupados en la construcción, pero hoy apenas se llega a los 1,55 millones. Eso significa que apenas el 7% de la población ocupada trabaja en la construcción, la mitad que en los años de la burbuja. A ese porcentaje hay que sumar otro 1,2% de los ocupados que están empleados en el sector inmobiliario, aunque en este caso la evolución es más estable. En total, 269.500 empleos en el segundo trimestre de este año.
El menor peso de la construcción en la actividad se ha producido, sin embargo, en un contexto de aumento del gasto público, lo que indica que los fondos europeos han tenido poco impacto en su recuperación. El Gobierno, por el contrario, ha priorizado el gasto en intangibles, como sostiene un reciente informe de la Autoridad Fiscal de Responsabilidad Fiscal. Según la AIReF, la revisión al alza de la inversión en intangibles o activos de la propiedad intelectual y otras construcciones “es ahora más consistente con la materialización de los gastos en inversión asociados al Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia”. En definitiva, menos ladrillo y más intangibles.
La falta de viviendas asequibles está en el centro de la agenda pública. Se sitúa, de hecho, entre los principales problemas de los españoles en todas las encuestas de opinión, pero esa preocupación no se corresponde con la inversión en la construcción de viviendas. Por el contrario, y respecto del Producto Interior Bruto (PIB), la inversión en construcción de edificios residenciales se mantiene en niveles inferiores a los que existían en los años 80.