La imponente nueva sede de la Fundación Cartier de París se inauguró con toda solemnidad el pasado 25 de octubre y, como para realzar el acontecimiento, esta Exposition générale abrió además en días en que el Museo del Louvre había cerrado sus puertas para investigar frenéticamente sobre el bochornoso robo de unas valiosas piezas de joyería de Napoleón III y de su familia. Y cuando el centro Pompidou, el gran buque parisino para el arte contemporáneo y moderno, está también cerrado por obras. Circunstancias que realzaron el despliegue de la flamante y mucho más espaciosa sede de la fundación, en el edificio conocido antes como el Quai des Antiquaires, en el 2 de la plaza del Palais Royal, es decir, en la almendra de París, entre el Louvre y el Ministerio de Cultura.

El acondicionamiento de la histórica construcción de cinco plantas ha corrido a cargo de Jean Nouvel, nacido en 1945 y conocido en España sobre todo por su torre Agbar, luminosa, casi palpitante cuando atardece sobre la plaza de las Glòries de Barcelona.

Nouvel es uno los pocos arquitectos “icónicos” que hay en el mundo, autores de edificios de alto poder simbólico

Nouvel es uno los pocos arquitectos “icónicos” que hay en el mundo, autores de edificios de alto poder simbólico que confieren prestigio al cliente y, con su silueta insólita, se erigen en emblema de una calle, un barrio o toda una ciudad.

Ligado profesionalmente desde hace muchos años a Cartier, él fue también el responsable, en 1994, de la antigua sede de la fundación, un llamativo edificio de metal y vidrio situado en el bulevar Raspail. La nueva quintuplica el espacio expositivo y despliega la décima parte de sus fondos en esta inaugural Exposition générale.

El edificio de1880 ha renovado totalmente su interior

El edificio de1880 ha renovado totalmente su interior

Martin Argyroglo / Fundación Cartier / Jean Nouvel / ADAGp

Este es el principio por el que se rige Jean Nouvel: “En arquitectura, el principal riesgo es optar por lo neutral, por edificios que no se ven”, declaró a Llàtzer Moix, que recoge sus conversaciones con él en el libro Palabra de Pritzker (Editorial Anagrama, 2022).

Nouvel lo tenía, a priori, difícil para atenerse a su principio de no neutralidad y de ostentosa, extrema visibilidad, pues tenía que actuar sobre un edificio catalogado que se construyó para la Exposición Universal de 1855. Ha instalado en las paredes enormes superficies de vidrio para “abrir” el museo a las calles Saint Honoré y Rivoli, ha demolido el interior —lo ha éventré (eviscerado), lamenta un diario local— y ha sustituido los pisos fijos por un sistema de cinco plataformas móviles, un alarde de ingeniería que revoluciona la experiencia tradicional de una visita lineal, pasando de sala en sala.

Ni muros ni suelo ni techo. Todo puede moverse. Es una máquina para ver”

Jean Nouvel

En vez de eso, el visitante se encuentra con una volumetría modulable a voluntad del comisario o el proyecto de cada exposición, que vagamente hace pensar en una derivación juguetona de las “cárceles inventadas” de Piranesi o de los laberintos imposibles de Escher. “Ni muros ni suelo ni techo. Todo puede moverse. Es una máquina para ver”, dice el arquitecto.

En la Exposition générale el visitante se va a encontrar 600 obras de más de 100 artistas internacionales, a algunos de los cuales apadrina la fundación, encargándoles obras o financiando sus proyectos. Algunas líneas temáticas responden al espíritu del tiempo: la ecología, el mundo animal, la ciencia y la ciencia ficción, el arte de las comunidades minoritarias, la descolonización, la mujer…

‘Wonderful world blossom’, de Damien Hirst

‘Wonderful world blossom’, de Damien Hirst

La Fondation Cartier pour l’art contemporain, 2 place du Palais-Royal, Paris. © Jean Nouvel / ADAGP, Paris, 2025. Photo © Martin Argyroglo

Estos son ejemplos de los artistas más famosos: una pecera en Kioto del fotógrafo William Eggleston (Memphis, 1939), revolucionario de la fotografía en color. Un cerezo en flor, de grandes dimensiones, de Damien Hirst (Bristol, 1965), célebre por sus tiburones y corderitos en tanques de formol. Uno de los Muros tejidos de la colombiana Olga de Amaral (Bogotá, 1932), ejemplo colosal (7×8 metros) de sus investigaciones sobre color, materia y tejidos tradicionales…

Pero, naturalmente, cada uno hace su visita particular. A cada uno le llama algo que parecía estar esperándole. En mi caso, sigo bajo la impresión de la serie de fotografías de los búnkers de hormigón en la costa francesa —ominosos, ruinosos y melancólicos ante el mar bravío—, obra del filósofo Paul Virilio.

‘Hayakawesi’ (Palma de açaí comestible), 2023, Sheroanawe Hakihiiwe, acrílico sobre papel

‘Hayakawesi’ (Palma de açaí comestible), 2023, Sheroanawe Hakihiiwe, acrílico sobre papel

Sheroanawe Hakihiiwe

Me reencontré con los autorretratos de la desdichada Francesca Woodman (1958-1951), borrosos, espectrales, como un fantasma que se funde con la pared, que ya había visto hace treinta años en Barcelona: no recuerdo en qué centro, pero sí la impresión que me causaron.

Me sonreí ante el submarino de bolsillo Panama, Spitzbergen, Nova Zembla, fantasioso vehículo de latón del artista-inventor belga Panamarenko (1940-2019), cuyo seudónimo es acrónimo de Pan American Airlines Company.

Descubrí las imágenes de Raymond Depardon (1942) del macizo Central francés, sus campesinos solitarios, envejecidos, moviéndose con nobleza por paisajes de belleza brumosa, abrumadora, que no ha sido tocada por la modernidad.

En la ‘Exposition générale’ el visitante se va a encontrar 600 obras de más de 100 artistas internacionales

Para explicar lo que significará la nueva sede de la fundación, conviene recordar que, a diferencia de otras capitales, París, además de sus grandes museos públicos y de las casas museo de diferentes maestros del arte (Rodin, Delacroix, Moreau, Giacometti, Camille Claudel, etcétera), es sede de grandes instituciones privadas y marcas comerciales que tienen también sus respectivas fundaciones para el mecenazgo artístico: la Fondation Louis Vuitton, la Bourse du Commerce-Pinault Collection, la Fondation Ricard, Lafayette Anticipations, la Fondation des Artistes, etcétera.

Con su mudanza al “islote de prestigio y de poder” de París, como lo define Le ­Monde, Cartier se sitúa en el centro de los flujos turísticos, con la expectativa de triplicar el número de visitantes. Acaso usted sea usted sea uno de ellos la próxima vez que vaya a París.