Valencia
El dueño de El Ventorro ya ha entregado al juzgado de Catarroja las fotos del reservado donde comieron Mazón y Vilaplana durante la DANA, junto con las medidas del espacio y la factura: son 165 euros por dos menús concertados en la mesa 106 sin más detalles de qué comieron o bebieron.
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Reservado de ‘El Ventorro’, donde comieron Mazón y Maribel Vilaplana en las peores horas de la DANA
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Reservado de ‘El Ventorro’, donde comieron Mazón y Maribel Vilaplana en las peores horas de la DANA
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Las imágenes muestran un salón sencillo con mesa ovalada, cinco sillas, sofá, mueble auxiliar y dos grandes ventanales de techo a suelo con cortinas.

La dependencia tiene una puerta de acceso por la que, según declaró la periodista en su comparecencia ante la jueza, únicamente entró el dueño del restaurante el 29 de octubre durante la comida. Lo hizo para recibir la comanda y para entregarle unos documentos que le habían entregado para que el president los firmara.
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Reservado de ‘El Ventorro’, donde comieron Mazón y Maribel Vilaplana en las peores horas de la DANA
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Reservado de ‘El Ventorro’, donde comieron Mazón y Maribel Vilaplana en las peores horas de la DANA
Cerrar¿Por qué lo pidió la jueza?
La jueza fundamentó su decisión de pedir estos elementos en un auto previo de la Audiencia Provincial (16 de octubre de 2025), que consideró necesarias las diligencias para esclarecer cómo se tomó la decisión en la reunión del CECOPI durante la emergencia por la DANA. Señala que el President de la Generalitat, como máxima autoridad y presidente del Consell, tiene funciones directivas y puede impartir instrucciones (artículos 1 y 12 de la Ley 5/1983 de Gobierno Valenciano). Por ello, cualquier conversación o comentario suyo en ese contexto es relevante.
La jueza explica que la foto de la sala reservada del restaurante no es solo para ilustrar el lugar, sino para valorar si quienes estaban allí podían escuchar conversaciones del President sobre la emergencia. Añade que la imagen por sí sola no basta, por lo que también se requieren las medidas exactas (ancho y largo) para evaluar la acústica y la disposición del espacio. La aportación de la factura y la comanda tiene un objetivo probatorio: acreditar de forma objetiva que la comida existió, su duración aproximada y lo consumido, sin depender solo de testimonios.
Esto permite reconstruir la cronología de la estancia (casi cuatro horas) y analizar en qué momentos los testigos —dueño del restaurante, periodista y escoltas— pudieron escuchar comentarios relevantes. La jueza subraya que no es lo mismo lo que se oye durante la comida que en la sobremesa, y que estos datos son esenciales para valorar la pertinencia de otras declaraciones.
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