El llamado «efecto rebaño» no es exclusivo de La Gioconda y el Museo de Louvre. En el caso del cuadro más famoso del mundo podría decirse que el «rebaño» es más bien «manada». Durante años fue prácticamente imposible contemplar el retrato de la misteriosa dama de Leonardo da Vinci a una distancia razonable.

A un grupo le sucedía otro. Como en un concierto. La Mona Lisa es como una estrella del rock casi imposible de ver de cerca, siempre rodeada y lejana. Son las consecuencias de la fama de la que tampoco se libra el Museo del Prado, que también tiene sus estrellas del rock, las mayores de todas Las Meninas o su verdadero nombre: La familia de Felipe IV.

El cuadro de Velázquez, quizá el tesoro más preciado de la pinacoteca madrileña, es una de las obras más buscadas por los visitantes. Es casi la «misión principal» de la visita el cuadro que no ha salido de su hogar desde 1936. Es tan grande la atracción que ejerce el monumental lienzo, que los espectadores que acuden al museo quedarían decepcionados al no ver la obra en su interior.

El público ante Las Meninas de Velázquez

El director Miguel Falomir llegó a decir, en cuanto a un posible préstamo, que «alguien que se atreve a pedir Las Meninas no es una institución seria». La pintura fotográfica e insondable como un mar que es única, pero no en su género de celebridad. Las majas de Goya son otros de los objetivos favoritos de los visitantes, los dos cuadros famosísimos en su vestimenta y desnudez respectivas que son «sagradas» para el Museo.

Las meninas y Las majas no pueden viajar por su especialidad, por su delicadeza, y porque sin ellas el Museo del Prado quedaría mucho más vacío de contenido y de gente. Pero hay más «figuras» buscadas y perseguidas por el público. Goya repite con El 3 de mayo, conocido popularmente como Los fusilamientos.

El «efecto rebaño» también se da en la representación pictórica de la matanza en la montaña de Principe Pío de Madrid, más que en su pareja: El 2 de mayo de 1808 en Madrid, conocido como La carga de los mamelucos. El jardín de las delicias es otra de las piezas famosísimas que la gente busca como si verdaderamente fuera a hallarse en un jardín de las delicias.

El Descendimiento de Van der Weyden

El tríptico de El Bosco que cerrado representa La creación del mundo y abierto descubre el Génesis, el Paraíso y el Infierno. La obra distinguida que todo el mundo quiere ver in situ, igual que el Autorretrato de Durero o Las tres gracias de Rubens, con permiso (también de otras obras maestras no mencionadas) de El Descendimiento de Van der Weyden, La Anunciación de Fra Angelico y El (imponente) caballero de la mano en el pecho de El Greco.