Hoy, la selección española de baloncesto, ante Georgia y en Tenerife (19.45 horas, Teledeporte), jugará su segundo partido de clasificación para el Mundial de 2027 de Qatar y, una vez más, no podrá contar con sus astros más brillantes. Es … muy difícil imaginarse, por ejemplo, que el combinado de fútbol se dispute el pase a una Eurocopa sin jugadores como Pedri, Rodri, Oyarzabal o Unai Simón aunque, cada vez de forma más regular, estrellas mundiales como Lamine Yamal, Huijsen o Alcaraz han desechado el deber nacional para recuperarse físicamente durante los parones. Pero en la canasta, desde hace años, la situación es totalmente opuesta, pues impera una burocracia única en el mundo del deporte que ha deslucido en gran medida los parones internacionales.
El primer paso para entender esta laberíntica anomalía es que la federación internacional (FIBA) y la Euroliga mantienen una tensa guerra a raíz de la creación de la segunda en el 2000. Desde hacía décadas, la Copa de Europa era el torneo continental de más renombre y, aunque estaba gestionado por la FIBA, los clubes tenían plena libertad para negociar sus ingresos por derechos televisivos. Sin embargo, el 28 de mayo, los organizadores decretaron, sin la aprobación de los participantes, firmar un contrato con la empresa suiza ISL, que pagaría 20 millones de dólares al año para controlar las ya mencionadas retransmisiones.
En ese momento, nueve escudos, entre los que se encontraban Real Madrid y Barcelona, desertaron y fundaron la ULEB (Unión de Ligas Europeas de Baloncesto), un exitoso precursor de la Superliga de fútbol que acabaría eclosionando en la ya mencionada Euroliga. Como era de esperar, la FIBA nunca llegó a reconocerla como oficial y, desde entonces, ninguna respeta los calendarios de su rival. Así, el pasado miércoles, el Barcelona y sus tres internacionales españoles (Brizuela, Parra y Willy Hernangómez) vencieron ante el Asvel francés, mientras que la selección llevaba concentrada en Guadalajara desde el martes.
Como ha sido costumbre desde hace años en la Federación Española de Baloncesto (FEB), los técnicos han optado por no contar para los parones internacionales con los jugadores de los equipos de la máxima competición europea, como son Real Madrid, Baskonia, Valencia, Barça y Panathinaikos, donde milita Juancho Hernangómez (tampoco con los de la NBA, que no detiene el calendario por nada ni por nadie), aunque técnicamente sí podrían hacerlo. «No me parecería un buen mensaje entrenar con unos jugadores y que luego vinieran los de Euroliga», aseguró Chus Mateo el pasado 16 de noviembre, cuando dio su primera lista de convocados como seleccionador nacional.
Por ley, tanto Mateo como antes Scariolo podrían obligar a los jugadores a asistir a su llamada. Cabe recordar que, según el artículo 23 de la Ley del Deporte, los atletas deberán «acudir a las convocatorias de las selecciones deportivas cuando sean debidamente citadas» y que no acudir sin justificación se considera falta muy grave, con la consecuencia de sanciones económicas e incluso la suspensión de la licencia federativa de entre dos y quince años. Así, los códigos disciplinarios de distintas federaciones, como la de fútbol o la de baloncesto, establecen la misma obligación, también con sanciones importantes en caso de infracción. Sin embargo, generar una fricción innecesaria con los clubes y el alto nivel de nuestro baloncesto han permitido que el BOE no tenga que entrar en escena.
Hasta la fecha, prescindir de los mejores talentos nacionales no ha supuesto ningún contratiempo de calado, ya que no se pierde una gran cita desde los Juegos Olímpicos de Atlanta 96. Aun así, el creciente nivel del baloncesto mundial ya ha causado algún que otro susto. Sin ir más lejos, hace poco más de un año, el 26 de noviembre de 2024, España estuvo a punto de quedarse sin el Eurobasket de 2025, pero Santi Yusta, con un triple histórico aunque polémico, evitó una derrota ante Eslovaquia que hubiese sido casi fatal.
Un mantra que no siguen otras grandes banderas del panorama internacional. Sin ir más lejos, la gran estrella de Georgia, el azulgrana Tornike Shengelia, nada más acabar el duelo en el Palau inició un maratón de 4.500 kilómetros en menos de 24 horas para viajar desde la Ciudad Condal hasta Tiflis y así poder participar en el duelo contra Ucrania, donde disputó 30 minutos para firmar 17 puntos. Si la salud no lo impide, también estará presente hoy en el duelo contra España.
Otro caso llamativo es el que ha vivido la plantilla del Madrid. Hezonja (Croacia), Kramer (Alemania), Procida (Italia), e incluso Campazzo, Deck (Argentina) y Feliz (República Dominicana), con vuelos transoceánicos de por medio, han acudido a la llamada nacional mientras que Abalde, un fijo en las últimas convocatorias de Scariolo, entrena en Valdebebas hasta el fin del parón, situación similar a la del Barça o el Valencia. Otros clubes, como el Hapoel de Tel Aviv, no han querido ceder a sus jugadores, lo que ha enfurecido al seleccionador serbio Dusan Alimpijevic, que se ha quedado sin su estrella Vasilije Micic. «La FIBA debería establecer una regla clara para las eliminatorias: o todos o nadie disponible. Igual que en el fútbol». Un grito de auxilio que aún no ha tenido respuesta.