Domingo, 30 de noviembre 2025, 09:47
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Contaba don Álvaro del Valle y de Lersundi, director de la Sociedad Bascongada de los Amigos del País, a quien se recuerda con una plaza en la Parte Vieja, cómo en la casa de su familia, en el paseo de La Concha, se reunían donostiarras interesados por la literatura, música, historia, arte, arqueología… Allí acudían Leonardo de Moyua, Juan Guimón, Marino Tabuyo, Rogelio Gordón, Germán Cendoya, etc. Así las cosas, el año 1892 decidieron crear una sociedad para desarrollar proyectos culturales que fueran beneficiosos para la ciudad. Le pusieron el nombre Euskal Batzarre y «los hombres que la incluyen, son hábiles defensores del euskera». Los estatutos se imprimieron en la imprenta Hijos de J. R. Baroja, sita en la plaza de la Constitución.
Hasta que tuvieran dineros y pudieran tener local propio, fijaron la sede en el número 2 de la calle del General Lersundi pero, antes de terminar el año, adquirieron el primer piso del número 9 de la calle General Echagüe, donde establecieron su domicilio social hasta que, un año más tarde, marcharon al número 6, planta baja, de la misma calle.
De la fusión de las Sociedades Euskal Batzarre y Sociedad Easo surgió la Sociedad de Bellas Artes
Tres años de actividad y en 1895 crearon la Sociedad Anónima Easo que, presidida por Javier Ibero y con un capital de 30.000 pesetas, dividido en acciones de 500, tendría como objetivo «construir un edificio destinado al fomento de las Bellas Artes en general y, especialmente, a la Música y a la Pintura». Compraron un solar de 310 m2 a Arana y Cia, en el ensanche oriental, entre la calle Aldamar y el paseo de Salamanca, y «para que se sepa que los Bascongados no olvidamos nuestra muy amada lengua Euskara», dicho 1895 a la calle se le puso el nombre de Euskal Herria.
José Goicoa realizó el proyecto aprobado el mes de abril, en mayo recibió el visto bueno del arquitecto municipal, Nemesio Barrio, y antes de terminar el mes ya se estaba excavando y cimentando. En junio del 96 el presidente de la Sociedad, Conde de Peñaflorida, anunciaba que la Comisión de Obras declaraba oficialmente habitable el edificio, inaugurado un año antes.
Fue su principal objetivo construir un edificio destinado al fomento de las Bellas Artes en general
Entre obras, trámites y gestiones, las sociedades Euskal Batzarre y Easo, se unieron, creando la Sociedad de Bellas Artes, siempre en el contexto de la Sociedad Económica Bascongada de los Amigos del País.
Tal día como el de mañana, 1 de diciembre, del año 1895, el Palacio Bellas Artes fue inaugurado con la actuación de una orquesta «formada por lo mejor que en madera y metal hay en la ciudad». Tenía quince metros de fachada y veinte de fondo y en su interior, junto a la sala de conciertos y exposiciones, se encontraban los espacios dedicados a escuelas de pintura, escultura, cocina, cine, gimnasia, etc.
El salón de conversación y fiestas estaba en la planta baja. Para la orquesta había un escenario que tenía como fondo un órgano de la Casa Puget. En las paredes, decoradas de color rojo, destacaban los escudos y flores de lis con las iniciales B. A. (Bellas Artes) y medallones con retratos de Beethoven, Mozart, Haydn y Bach debidos a los pinceles de Benlliure y Martínez Bryan, correspondiendo «al esmerado artista donostiarra Ugarte» el retrato de Wagner. Leyendo las crónicas del acto inaugural y más allá de los aplausos recibidos por los músicos, en la prensa local destacan los elogios dedicados a Félix Ibarguren, el cocinero encargado de preparar el menú.
El Palacio del Bellas Artes de la calle Euskal Herria fue destruido por un incendio el año 1913
La historia del Palacio finalizó el 27 de febrero de 1913, cuando, poco antes de proyectarse una película, se dijo que, desde la cabina, debido a la fácil combustión del celuloide, comenzó a salir un fuego que, extendiéndose rápidamente, produjo la total destrucción del edificio.


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