«Me sigue llamando la atención que la mayoría de informativos todavía confunden el VIH y el sida, no diferencian entre que ambos«, confiesa sobre la desinformación de este virus, y la enfermedad que puede llegar a generar, el director, guionista y actor Eduardo Casanova.
Con ocho nuevos diagnósticos de VIH al día en España, lo que supone alrededor de unos 3.000 al año, son cientos de miles de personas los que conviven con el virus actualmente en nuestro país, y conlleva un silencio y un estigma a su alrededor, a pesar de que pandemias como la covid paralizaban al mundo entero.
Con motivo del día internacional del sida, el 1 de diciembre, Casanova estrena Silencio, una serie en la que, de una manera inteligente, recurre a aquel leitmotiv recurrente en el cine de los años 80 y 90 que relacionaba el VIH con el vampirismo. Y es que esta pandemia, actualmente sin cura, pese a los grandes avances científicos, continúa azotando al mundo entero, y España no se salva de ello.
‘Silencio’, una comedia que retrata el drama del VIH
«Hay una cosa que me empeñé en hacer, y es que la serie no fuese una serie panfletaria ni explicativa de una problemática social. Mi principal ejercicio era que la serie fuera divertida, pero aborda un tema que es de rabiosa actualidad, como es el VIH y la pandemia que actualmente no ha acabado», señala Casanova a CINEMANÍA. «Quería que la gente de cualquier ideología o color comprendiera que afecta absolutamente a todos. No entiende ni de género, ni de sexo. Quiero dejar muy claro que para mí hablar del VIH, de una enfermedad, no es un discurso o un posicionamiento político, el VIH y el sida nos atraviesa a todas y a todos».
Casanova incide en que los homosexuales mantienen aún el miedo que asoló al colectivo LGTBI en los años 80, como uno de los grupos poblacionales más afectados, por lo que al mantener relaciones sexuales siempre existe el miedo al contagio de VIH. Esto ha hecho que exista un mayor respeto y prevención, pero no sucede de igual forma para el resto de la sociedad.
«A día de hoy, el porcentaje de mujeres con sida es mayor al de hombres. El VIH está siendo transmitido a muchísimas mujeres de 50 o 60 años, porque sus maridos mantienen relaciones con prostitutas a escondidas, y el aumento de personas con VIH en mujeres adolescentes está siendo altísimo y, por supuesto, también en parejas heterosexuales» desmitifica Casanova sobre el virus y la enfermedad asociados históricamente al colectivo LGTBI.
Las mujeres, las mayores afectadas en los últimos años
«Me parecía que la metáfora del vampirismo tiene mucho en común con la sangre y los fluidos, y sobre todo con vivir escondido en la oscuridad. Esto es muy propio de las personas seropositivas, con esa nueva oleada del chemsex [consumo de sustancias, vinculado a la cultura sexual], donde personas acuden a estas fiestas por dificultades con la propia serofobia y por tener que mantener relaciones sexuales en lugares oscuros. Esto convierte a esas vampiras en silencio y a las personas con VIH o sida en discriminadas. Aquí lo que da miedo es el silencio que impone la sociedad y que se autoimponen los y las protagonista», agrega sobre esta problemática el cineasta.
Casanova también señala en las diferencias entre el VIH y el covid, especialmente en cómo ambos virus nacían y afectaban a la sociedad. «El coronavirus afectaba a todo el mundo. Le llegaba al rey igual que a ti o a mí. Al más rico y al más pobre. Pero el VIH atacó principalmente en sus inicios a un sector que tenía que tener relaciones sexoafectivas a escondidas, que eran en ese momento las personas homosexuales, tanto hombres homosexuales como mujeres. Ya no solo cargaban con la mochila de la serofobia, de una nueva enfermedad que apareció en Estados Unidos en 1981, sino que además también arrastraban la homofobia y la lesbofobia», concluye.
Algunas organizaciones como la ONU continúan pugnando porque la sociedad sea consciente de que el VIH y el sida siguen muy presentes entre nosotros, por lo que la importancia de la investigación de su cura y la normalización de los que conviven con el virus resultan fundamentales en un mundo que se mira cada vez más el ombligo.