El Museo Julio Romero de Torres no es ajeno a Teo Fernández, quien mira los cuadros como algo que forma parte de su vida. No es vano, desde hace tiempo está dedicado a estudiar la vida y la obra del pintor de la plaza del Potro, así como a difundirla a través de las más diversas vías.

Con su empresa Érase una vez Córdoba puso en marcha en 2014 una iniciativa con la finalidad de divulgar la figura de Julio Romero. Este proyecto partió del sector privado y, curiosamente, contó con la colaboración de empresas e insituciones, yendo más allá de lo previsto en un principio. Y esto desembocó en el libro ‘Julio Romero de Torres. Vida y obra’, que se vende en numerosos centros culturales de toda España y que ofrece una visión cercana y actualizada del pintor.

Teo Fernández es actualmente técnico de la Fundación Prasa y participó en el proceso para que el cuadro ‘Rivalidad’ se pueda admirar actualmente en el Museo Julio Romero de Torres. Aquella semana dedicada al pintor que él puso en marcha es ahora todo un mes de actividades organizadas por el Ayuntamiento para este noviembre, en las que él participado y que, en su opinión, «este mes ha salido muy bien, gracias al trabajo del director de los Museos Municipales, Gonzalo Herreros y a la convicción de la delegada de Cultura, Isabel Albás».

Teo Fernández Vélez, en el Museo Julio Romero de TorresSamira Ouf Calero

-¿Cómo surge la idea de dedicar una semana a Julio Romero de Torres?

-Hace 11 años quisimos hacer desde el sector privado, desde la empresa Érase una vez Córdoba, una sencilla visita guiada conmemortiva de los 140 años del nacimiento de Julio Romero de Torres, que se cumplían el 9 de noviembre de 2014. Fuimos a buscar algo para complementar la visita y al final acabaron ofreciéndonos más cosas. Pedimos a alguna entidad que nos dejaran algún archivo digital para hacer un cartel, a otra le pedimos hacer una presentación, casi todas entidades privadas, y tuvimos la suerte de que todas nos daban más de lo que le pedíamos y al final se convirtió en una semana de actividades que tuve el placer de coordinar.

-¿En aquel momento no había nada parecido en Córdoba?

-No lo había y de hecho se aglutinaron entidades que no era fácil que en aquel momento aparecieran en el mismo cartel. Al año siguiente mantuvimos la costumbre a medias pero, sobre todo, en el tercer año, alguien del Museo Carmen Thyssen de Málaga nos hizo un comentario personal e informal de que con el tirón que tiene Julio Romero por qué no le dedicábamos un mes. Recogí el guante y al año siguiente, en 2016, le dedicamos un mes y así estuvimos tres años, con lo cual tomó el sobrenombre del mes de Julio Romero. Esto venía muy bien porque engloba la fecha del 23 de noviembre, que fue la fecha en la que se inauguró el museo en 1931. Entonces, cerrabamos ambas cosas: 9 de noviembre, cumpleaños de Julio; 23 de noviembre, cumpleaños entre comillas del museo. Así estuvimos tres años hasta que consideramos que la etapa estaba cumplida y cerrada si bien al año siguiente me encargaron que escribiera un libro de Julio Romero de Torres.

-¿Qué huella dejaron en Córdoba esas actividades?

-Creo que, además de que mucha gente se acercó a Romero de Torres con las visitas y con otras actividades, era la gente que trabaja a Julio Romero de Torres la que más lo echaba en falta, porque a veces era el canal de divulgacion de nueva investigaciones, por ejemplo. Muchos me decían que habían encontrado cosas y que querian compartirlas en este programa. Aunque parezca curioso, la gente que tenía cuadros o que investigaba a Julio Romero de Torres era la que más echaba en falta esos noviembres.

Teo Fernández Vélez, en el Museo Julio Romero de TorresSamira Ouf Calero

-¿Que ahora lo haya retomado el Ayuntamiento, con otro formato aunque con la misma raiz, qué te parece?

-Han confluido varias cuestiones y me parece maravilloso, aunque desde un principio debió tener un impulso más público. El año pasado fue un poco accidental por aquello del 150 aniversario, fueron muchas las entidades públicas y privadas que hicieron su propia conmemoración descoordinadas pero al final se ocupó el mes entero, por lo que hubo un mes de Julio Romero. Pero es verdad que la inercia de ese noviembre de 2024 y que el nuevo director de los Museos Municipales, Gonzalo Herreros, precisamente ha participado con nosotros en algunos de aquellos cinco noviembres, también a Isabel Albás, la concejala de Cultura actual, le gustaba mucho la idea y al final ha confluido todo y han retomado una idea similar, en este caso impulsada desde el Ayuntamiento y organizado todo por el Ayuntamiento. La otra diferencia principal es que los colaboradores son particulares más que entidades públicas o privadas, como ocurría cuando lo coordinaba yo. Evidentemente, me parece una cosa maravillosa que ese hábito, al final, lo retome el Ayuntamiento.

-El Ayuntamiento anunció que este mes de Julio Romero de Torres nace con vocación de continuidad. ¿Hay material para seguir hablando y aportando novedades sobre Julio Romero de Torres o abordándolo desde otras perspectivas?

-Creo que sí, porque cuando lo coordinaba yo me daban ideas nuevas de un año para otro. Entonces, con las posibilidades que tiene una institución como el Ayuntamiento, que tiene el museo, debe serle más fácil. Hay que tener cuidado de no agotar todas las ideas y meterlas en el año en curso porque puede complicarse más. Siempre esta bien dejar ideas o repetir actividades que hayan sido especialmente significativas pero creo que de Julio Romero van a seguir saliendo cosas nuevas y si no hay temas infinitos, como comentábamos en el turno de intervenciones del público en la conferencia de hace unos días de María del Mar Ibáñez. El propio archivo familiar que está en gran parte en la Junta de Andalucía y parte en el Ayuntamiento, no voy a decir que sea infinito pero sí virtualmente interminable.

Teo Fernández Vélez, en el Museo Julio Romero de TorresSamira Ouf Calero

-¿Cómo fue el proceso de elaboración del libro sobre Romero de Torres?

-Fue muy bonito y fue difícil, porque era mi primer libro, y por ahora el único, con la complicación añadida de que había que añadir imágenes, lo que requería muchas autorizaciones, pero la investigación fue muy agradable. Fue muy bonito ir descubriendo cosas atípicas, que no fueran las más comunes, que era lo que buscaba, cosas más cotidianas de la familia. Tuve el problema de que no pude acceder al fondo municipal, que estaba en un momento de transición, aterrizando en la Biblioteca Cental Antonio Gala, no se había digitalizado aún, justo pilló la pandemia y el confinamiento, y todas las referencias que hago a ese archivo son a través de bibliografía y ojalá algún día pueda retomarlo. La parte que investigué, que es la que tiene la Junta de Andalucía, y lo hice con bastante facilidad, la verdad que fue una cosa maravillosa, sobre todo por tener los documentos en la mano, algo que ahora, por suerte y por desgracia, están escaneados, lo que facilita muchas cosas pero también le quitan encanto.

-¿Con cuál de las aportaciones hechas en el libro se queda?

-Uf, quizá la relevancia que se le dio a la familia. Es cierto que la familia era bien conocida y estaba divulgada por otras personas pero en relación a Julio remarcho mucho en el libro que ellos son el gran sustrato. A eso le doy un plus de relevancia.

Teo Fernández Vélez, en el Museo Julio Romero de TorresSamira Ouf Calero

-Era una familia variopinta que gira al mundo del arte pero desde facetas distintas. ¿Qué personajes son claves en la saga de los Romero de Torres?

-Los padres, Rafael Romero Barros y su esposa, Rosario de Torres Delgado, la ‘santa madre’ le decían, y entre los hermanos Rafael fue muy importante para Julio como influencia al menos artística. Pero los más atractivos son el propio Julio, Enrique y Angelita. Enrique como el gran gestor que hereda la tarea del padre y Angelita por el carácter, la singularidad y la picaresca que mostraba, pero todos transversalmente unidos por ese amor por el patrimonio y la cultura.

-¿El hecho de que haya desaparecido la saga familiar le aporta misterio?

-No sé si misterio, pero aporta rotundidad, como en ‘Cien años de soledad’, como una familia destinada a acabar en algún momento. En muchos casos, si vemos otras familias, puede que sea para bien o puede que sea para mal, eso nunca lo sabremos.

-Además del libro y de la organización de la semana de Julio Romero de Torres ha participado en el hecho de que ‘Rivalidad’ esté en el museo. ¿Cuál ha sido su papel en todo este proceso?

-Ha sido meramente técnico, al igual que ha habido técnicos del Ayuntamiento por el otro lado. pero si tuviese que destacar algo no sería ni mucho menos mi papel sino la determinación que vi en las dos partes, en la Fundación Prasa y en el Ayuntamiento, para que el cuadro, después de dar vueltas por medio mundo, haya terminado siendo de todos los cordobeses y expuesto en el museo para que lo pueda ver cualquiera.

Teo Fernández Vélez, en el Museo Julio Romero de TorresSamira Ouf Calero

-‘Rivalidad’ estuvo en Argentina, y un porcentaje alto de la producción de Julio Romero de Torres no se encuentra precisamente en España. ¿Es buena esta dispersión?

-Éste es uno de los temas que siempre me gusta poner sobre la mesa; de hecho, lo hice en la tertulia que moderé en el museo el 10 de noviembre y la introduje con ese tema. Hay otros artistas cuyos seguidores, admiradores, familiares, paisanos, prefieren que la obra esté relativamente dispersa siempre que sea visible porque eso favorece que se conozca y se revalorice. Con Julio Romero de Torres, para bien o para mal, somos al revés y aplico la frase de Indiana Jones de que «eso deberá estar en un museo» y aquí, cuando vemos que un cuadro suyo sale a la venta, todos decimos «eso debe estar en el museo». Por la identificación tan grande que hay entre su obra y la ciudad tiene un sentido pero es verdad que no debemos cerrarnos a que haya cuadros de Julio Romero de Torres en otros museos cuando, además, se da la paradoja de que quienes lo difunden más son los de fuera. Por ejemplo, durante mucho tiempo una de las imágenes del Museo Carmen Thyssen de Málaga fue ‘La buenaventura’, ellos tienen sólo cuatro obras y una de ellas es un boceto, y las exprimen al máximo. Durante muchos años, justo en estas fechas lo están cambiando, tanto el ‘photocall’ de la entrada como el fondo del ascensor eran obras de Romero de Torres. Hace poco vi en prensa una publicidad de Turismo de Almería con la imagen del cuadro ‘Consagración de la copla’, curiosamente. Sitios donde tienen uno o tres o cuatro cuadros lo convierten en reclamo del museo o de la ciudad entera. Eso nos viene bien porque deberíamos aprender de ellos para valorar lo que tenemos, que los cordobeses muchas veces no lo hacemos.

Teo Fernández Vélez, en el Museo Julio Romero de TorresSamira Ouf Calero

-¿Se puede deber esto a que es un pintor fácilmente entendible por el público, que cualquiera lo identifica?

-Sí, es una marca inconfundible. No sé si es inimitable pero ha sido inimitado, por lo cual es reconocible para una publicidad en la que sólo juegas con la imagen.

-Uno de sus lastres ha sido la divulgación de su obra a través de elementos comerciales que se ha criticado como un daño a la obra de Romero de Torres, pero también puede tener una lectura positiva que es esa popularización, ¿no?

-Sí, por un lado se ha trivializado y se ha hecho muy reconocible con elementos muy icónicos. Sí es verdad que han sido muy recurrentes, unos tres o cuatro fundamentalmente de María Teresa López, como ‘Fuensanta’ con el billete de 100 pesetas, ‘La chiquita piconera’ para los calendarios, ‘Bodegas Cruz Conde’ y quizás alguno más. Es verdad que ha sido repetitivo de forma que la gente que no es de Córdoba habla de la mujer morena y se ve que es sólo una modelo, no es el arquetipo o el estereotipo de la mujer morena al que nos solemos referir. Es verdad que ha tenido un lado positivo y un lado negativo. Se ha frivolizado o trivializado, entre comillas, su obra pero ha hecho que sea totalmente diferenciable.

Teo Fernández Vélez, visto por Samira Ouf

-Por último, al hablar de Romero de Torres es bastante común decir que hay que despojarlo precisamente de estos tópicos. ¿Se ha logrado eso? ¿Qué queda por hacer?

-Creo que poco a poco se va consiguiendo. El lunes, precisamente moderaba un coloquio con artistas jóvenes cordobeses sobre la influencia que tiene en su obra, porque la reinterpretan, se llamaba ‘De lo jondo a lo pop’ y coincidían en que más allá de la estética arcaizante es un pintor muy moderno, al que tenemos que redescubrir en base a nuevos códigos pero realmente nos puede decir mucho de lo que es el simbolismo, aunque no estética no sea la más característica del simbolismo, pero si vamos un poco más allá y nos dejamos llevar no sólo por el calendario, nos hable Julio Romero de muchas cosas.