Todo vale en el amor y en la guerra. Tanto como para que viejos socios se conviertan en rivales, amigos de décadas se tornen en enemigos y la competencia inunde al mundo de extrañas parejas de cama. El rearme que está viviendo el planeta está conduciendo a situaciones hasta ahora impensables: Arabia Saudí y Marruecos adquiriendo los cazas de combate más avanzados de Estados Unidos, para incredulidad de Israel, mientras Turquía compra Eurofighter Typhoon en su estrategia de acercarse militarmente al Viejo Continente.
Detrás de esta guerra de contratos armamentísticos se encuentra un realineamiento de los intereses estratégicos: los contratos militares no vienen solos y suelen abrir opciones a otros acuerdos como infraestructuras o servicios. El dominio económico de los cielos es una oportunidad para las cientos de compañías militares que están viviendo una lluvia de millones en órdenes de compra que amenazan con tensar las saturadas cadenas de suministros. La guerra no cambia nunca. Y los negocios, tampoco.
F-35 a los aliados árabes
La noticia más relevante sobre esta guerra empresarial por los cielos se conoció con la visita del príncipe Mohamed bin Salmán a la Casa Blanca el mes pasado. En mitad de toda la pompa y agasaje que Donald Trump mostró al mandatario saudí, el presidente de EEUU confirmó que Arabia podría comprar aviones F-35 Lightning II, los cazas de combate más avanzados de Occidente.
La adquisición de aviones de combate de quinta generación norteamericanos por parte de Riad es un cambio en las relaciones diplomáticas de Estados Unidos en Oriente Medio. Hasta ahora, Washington había reservado sus mejores ‘juguetes’ en la región a su histórico aliado: Israel. Durante años el Gobierno hebreo ha presionado para evitar que los saudíes tengan acceso a los F-35 e igualar las fuerzas aéreas de ambos países.
EEUU tiene un interés estratégico en sus relaciones con Arabia Saudí: Riad es el último escollo para que prosperen los Acuerdos de Abraham promovidos por Trump en su primera legislatura. El Reino del Desierto todavía no reconoce a Israel como Estado, ni tiene relaciones diplomáticas convencionales. Aunque esos tratados beneficiarían a Israel, también son vistos por Benjamín Netanyahu como una manzana envenenada si Riad sigue acercándose a su viejo aliado. La masacre en Gaza y la presión en los bombardeos sobre Irán y Catar han tensado las relaciones entre Netanyahu y Trump, a pesar de la buena sintonía que tienen ambos.
Para Arabia supone hacerse con uno de los aviones más avanzados del mundo. Desarrollados por Lockheed Martin, los Lightning son aeronaves furtivas con capacidad de ataque aéreo y bombardeo terrestre. Su uso durante los enfrentamientos entre Israel e Irán han demostrado su versatilidad para operar en diferentes escenarios: desde el bombardeo tras las líneas enemigas de las fuerzas aéreas israelíes hasta la defensa del espacio aéreo del país judío mediante la cúpula de hierro.
En paralelo a la compra de los F-35 por parte de Arabia Saudí, crecen los rumores de que Marruecos, histórico aliado de Washington, está en negociaciones para adquirir dichos aviones de combate, justo en un momento en que España ha dado carpetazo a los cazas estadounidenses y Rabat está ampliando sus presupuestos militares anuales a pasos agigantados.
Tanto Marruecos como Arabia Saudí forman parte de la estrategia de EEUU de tejer alianzas en los países de la esfera cultural árabe con suculentos contratos, mientras progresivamente va virando hacia el Pacífico. Por un lado, Marruecos actúa como puerta de entrada de los países occidentales en África Occidental. Por el otro, Arabia es la petromonarquía más importante del Golfo y uno de los tres países más relevantes de Oriente Medio.
Turquía se acerca a Europa
El viejo Imperio otomano siempre tuvo un pie en Europa y otro, en Asia. La actual república turca mantiene en gran medida esa filosofía. En los últimos años, Ankara ha trazado una calculada aproximación en el plano militar hacia el Viejo Continente. Desde la guerra de Ucrania, Recep Tayyip Erdogan se ha convertido en uno de los actores más destacados, como mediador entre Kiev y Moscú, sobre el que se han sellado acuerdos de exportación de grano a través del mar Negro y el intercambio de prisioneros de guerra. Este papel preponderante en la OTAN le ha permitido resarcirse de las maltrechas relaciones con Washington y acercarse de nuevo a Europa.
La conclusión de este lento desarrollo diplomático se conoció en octubre, con la firma de un contrato valorado en 8.000 millones de libras (9.000 millones de euros) para comprar 20 Eurofighter Typhoon que serán ensamblados en Reino Unido, ampliables a 40 mediante compras de segunda a mano a países del Golfo. El acuerdo llega tras meses de negociaciones entre los países fabricantes del avión de combate.
Este caza de cuarta generación avanzada representa la columna vertebral de las fuerzas aéreas de medio continente. Desarrollado por un consorcio militar conformado por Reino Unido, Alemania, España e Italia a través de las empresas de BAE Systems, Airbus Defence & Space, y Leonardo, el Typhoon es un avión de combate polivalente con capacidad de ataque a tierra y guerra aérea. Está un escalón por debajo que los F-35 norteamericanos.
El Typhoon ha tenido poco recorrido más allá de sus fundadores. Dentro de Europa, destaca la adquisición de Austria, mientras que fuera se encuentran las compras de Catar, Kuwait y Omán, así como un conjunto de 70 cazas ordenado por Arabia Saudí hace dos décadas, que ahora ha girado hacia EEUU en su nueva estrategia militar.
El rearme a escala planetaria ha abierto nuevas oportunidades de negocio para los países occidentales, tanto como exportadores como importadores. En el segundo caso, es reseñable el acercamiento entre España y Turquía a través de la compra de los cazas de adiestramiento Hürjet y los nuevos aviones de combate que Ankara está desarrollando, los Kaan, que Turquía quiere que compre el país europeo. La compra de los Typhoon responde a la necesidad de contar con una aeronave avanzada mientras se implementa el nuevo programa aéreo turco.
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