Dos escenas que podían ofender al colectivo LGTB han sido suprimidas

Estamos viviendo unos tiempos insólitos en los que la censura reaparece con fuerza, disfrazada con oropeles progresistas.

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Esa censura está haciendo algo cada vez más parecido a esa labor de revisionismo del pasado que George Orwell plasmó en su novela «1984». Si algo no se ajusta a los dogmas ideológicos del progresismo, simplemente desaparece. Es el mismo progresismo que, curiosamente, convive sin problemas con los alegatos antisemitas, anticristianos y antioccidentales, al mismo tiempo que dice ver «discursos de odio» por todas partes como pretexto para censurar aquello que no le gusta.

Ese proceso para cambiar el pasado ha empezado ya a recortar metrajes de películas. Anoche estuve viendo «Cocodrilo Dundee: The Encore Cut», una versión recién estrenada de la famosa película «Cocodrilo Dundee» de 1986. Esta versión está en formato 4K, ha sido restaurada digitalmente y al comienzo de la película aparece un texto que ya es toda una declaración de intenciones. En enero, el periódico australiano The Sidney Morning Herald lo explicaba así:

«La película ahora comienza con un texto que reconoce a los custodios tradicionales de la tierra, lo cual es apropiadamente respetuoso dado que representa la cultura indígena en el Territorio, incluso si puede molestar a quienes presionan para abandonar las ceremonias de bienvenida al país».

Pues vaya chorrada. ¿Pondrán un aviso parecido en la película de «El Cid» para recordar que los cristianos eran la cultura indígena de la España anterior a la invasión musulmana de 711? ¿Vamos a ver avisos parecidos en toda película que incluya el resultado de alguna invasión? Obviamente, no. Sólo hay ciertas conquistas que molestan al discurso progre: nunca critica el violento expansionismo musulmán durante la Alta Edad Media, por ejemplo (que desplazó a comunidades como los cristianos caldeos de Egipto o los judíos de Tierra Santa), pero si hablamos de la conquista de América o de Australia por los europeos, entonces los progres se ponen histéricos. Y así con todo.

El periódico australiano señaló también que algunas escenas han sido censuradas para pasar el tamiz de la intolerancia progresista:

«Ha desaparecido la escena más dudosa de la película que mostraba a Mick agarrando a un cliente del bar en la ingle y declarando «ese era un tipo, un tipo vestido de sheila» mientras alguien más grita «maricón».

En un comunicado previo a la proyección, la productora Rimfire Films declaró: «Hace unos años, Paramount Pictures y otras distribuidoras solicitaron que se eliminara la referencia al travesti de la película original, ya que la consideraban ofensiva. Accedimos a la petición».

También se ha eliminado una secuencia posterior en la que Mick le hace lo mismo a una mujer en una fiesta, diciendo: «Solo me aseguraba». Salvo que la mujer le sonríe a Mick un momento después de ser manoseada, ambas ediciones se han realizado sin alterar el ritmo de la película».

Esto es insólito: se está censurando una película de la década de 1980 porque tiene detalles que la izquierda actual no tolera. ¿Qué será lo siguiente? ¿Censurar las escenas de las películas con gente yendo a misa y bendiciendo la mesa por si los musulmanes se disgustan? ¿Se eliminará todo metraje en el que alguien aparezca preguntando a algún chico si tiene novia, por si las personas LGTB se sienten ofendidas?

Curiosamente, la censura progresista no ha visto ningún inconveniente en las escenas de la película que incluían el consumo de cocaína como algo normal, ni la escena del bar de Walkabout Creek en la que los blancos australianos del Territorio del Norte son mostrados como unos palurdos, ni la escena que incluye a dos prostitutas. Siempre habrá alguien que se sienta molesto por alguna escena, pero para el progresismo, las únicas potenciales ofensas que deben ser tenidas en cuenta son las que coinciden con sus dogmas. Todo lo demás no importa.

Me pregunto qué pasará cuando esta censura empiece a llenar de tachones las letras de canciones de la década de 1980. En el pop español de esa época, que no tenía tantos remilgos, había temas muy irreverentes que hoy no serían tolerados por la inquisición progre. No es exagerado preguntarse esto: hace ya años que empezaron a censurar libros porque contradecían las visión progre de la sociedad.

Como sigamos así, el final de «Regreso al futuro» (1985) será tristemente profético. Me refiero a la famosa escena en la que el protagonista, Marty McFly, pregunta al doctor Emmett Brown: «¿Qué nos ocurre en el futuro, Doc? ¿Nos volvemos gilipollas o algo parecido?»