La generación de electricidad es la mayor fuente individual de emisiones globales de CO₂ equivalente, representando en torno al 30% de las emisiones de gases de efecto invernadero vinculadas a la energía. De media, a nivel global, según los datos que publica Our World in data, el sector de la generación eléctrica emite unos 470 g de CO₂ por kilovatio hora (kWh) de electricidad producida (en 2024, último dato disponible). Sin embargo, estas cifras varían mucho según el mix energético utilizado: los países más exitosos han conseguido bajar esta cifra hasta niveles inferiores a 50 g, mientras que, en el otro extremo, se encuentran países como India o Sudáfrica con 700 g.
«En las economías avanzadas, con el estado actual de la tecnología, no es posible descarbonizar de forma significativa sin utilizar la energía nuclear»
Contener las emisiones de la generación de electricidad es clave para descarbonizar nuestras economías. Lo que se desprende del análisis de los datos comparados es que los países con alto nivel de desarrollo y, por tanto, alto consumo energético, que han tenido más éxito en la reducción de estas emisiones, lo han hecho con una combinación de tres tipos de generación: renovable, nuclear y agua. Y que el mayor peso de una tecnología frente a otra depende del recurso dominante. Dicho de otra forma: con el estado actual de la tecnología, no es posible descarbonizar economías con alto nivel de renta de forma significativa sin utilizar la energía nuclear. Y este debe ser, por tanto, un elemento esencial que tener en cuenta en la toma de decisiones de políticas públicas en la lucha contra el cambio climático.
Veamos los datos con más detalle.
Así generan su energía algunas de las principales economías
A nivel global, la intensidad de carbono de la producción eléctrica ha disminuido en los últimos veinticinco años aproximadamente un 10%, hasta situarse en los citados 470 g de CO₂/kWh de electricidad producida, aunque con grandes diferencias por países.
Si analizamos países de alto nivel de renta vemos que, entre aquellos con menores niveles de emisiones —por debajo de 70 g de CO₂/kWh—, se encuentran varios países nórdicos (Finlandia, Noruega o Suecia), Suiza o Francia, seguidos, por un grupo en el que están países como España, Canadá o Hungría (entre 140 y 180 g). Ya con emisiones bastante más altas (entre 340 y 380 g) se encuentran, por ejemplo, Alemania o Estados Unidos, que se sitúan aún algo por debajo de Japón (473 g), que, junto con Australia, es la economía desarrollada que más emite por kWh. A modo de comparación, China, que se está convirtiendo en un gigante industrial, presenta en su producción eléctrica una intensidad de 560 g.
Veamos ahora cómo ha evolucionado la composición del mix de generación eléctrica en los últimos años en varios países representativos.
Uno de los países más exitosos en la descarbonización eléctrica es Francia, cuyas emisiones son de 44 g por kWh en 2024, habiéndolas reducido en un 45% desde el año 2000. Como se observa en el gráfico, el mix energético de Francia cuenta con presencia predominante de generación nuclear, seguida, a mucha distancia, de hidráulica y renovables. En Suecia o Suiza, ambas con niveles de emisión muy reducidos (36 g), la hidráulica predomina en el mix de generación, aunque está seguida a poca distancia de la nuclear; también cuentan con presencia de renovables.

Otros países de interés son Finlandia, España, Hungría y Canadá que, en este periodo, han conseguido situarse en un rango de emisiones muy moderado (caso de Finlandia con 72 g de CO₂/kWh) o moderado (casos de España con 146 g, Canadá con 175 g y Hungría con 183 g). En todos ellos, el mix de generación actual, con patrones diferentes según el país, cuenta con la presencia de la energía nuclear. En el caso de Finlandia, la reducción en emisiones se ha logrado gracias a una fuerte apuesta por las energías renovables complementadas por la energía nuclear (ambas fuentes tienen el mismo protagonismo en el mix de generación, en torno a un 38% cada una) y, a distancia, por la hidráulica. Esto ha permitido reducir la generación con hidrocarburos y carbón de forma drástica.
«Seguir avanzando hacia la neutralidad climática del parque generador requiere reducir la aún importante presencia de los hidrocarburos en el mix»
En el caso de España, la caída de la producción eléctrica con hidrocarburos ha sido posible gracias a una apuesta decidida por las energías renovables (supone ya el 46% del mix de generación) y al mantenimiento de un papel relevante de la nuclear (del 20%) y la hidráulica (un 11,6%). Seguir avanzando hacia la neutralidad climática del parque generador requiere reducir la aún importante presencia de los hidrocarburos en el mix, fundamentalmente del predominante, el gas, en un contexto en el que el recurso hidráulico parece haber llegado a su máximo de utilización y las renovables presentan dificultades crecientes de integración en el sistema.


Hungría, por su parte, resulta de interés porque ha conseguido situarse en niveles moderados de emisiones en la generación eléctrica gracias a su apuesta decidida desde 2003 por las renovables y la nuclear, ya que es un país que apenas cuenta con recurso hídrico. En el extremo contrario está Canadá, que, al tener agua muy abundante y estable (55% de su mix de generación), consigue situarse en niveles de intensidad de carbono moderados con un uso inferior, pero significativo, de la energía nuclear (14%) y renovable (9%).
Por último, resulta necesario analizar los casos de Alemania y Japón, países que, tras el accidente de la planta nuclear de Fukushima en 2011, tomaron y ejecutaron la decisión de cerrar sus plantas nucleares: Japón había cerrado todos los reactores en 2014 y Alemania dejó de contar con generación nuclear en 2024. ¿Cuáles han sido las implicaciones desde el punto de vista del avance hacia la neutralidad climática de la generación eléctrica en estos países? Los gráficos siguientes lo muestran con claridad.

«La intensidad del carbono en la generación eléctrica de Japón aumentó notablemente tras la decisión de cierre de las centrales nucleares»
A partir de 2011, la intensidad de carbono asociada a la generación eléctrica en Japón experimentó un aumento muy notable (pasó de 446 g a 594 g en tres años), al tener que recurrir de forma creciente al gas natural y al carbón, tras la decisión de cierre de la nuclear. Esta tendencia al alza solo se modera de forma muy gradual y acompasada a la reapertura de reactores desde 2016. En la actualidad, Japón genera con nuclear menos del 8% de su electricidad (aproximadamente lo mismo que con hidráulica) y las renovables han aumentado su protagonismo hasta el 16%; los protagonistas de la generación eléctrica en Japón son el gas y el carbón a partes iguales (en torno a un 33% cada uno de ellos). Ello hace que Japón sea, junto con Australia, la economía desarrollada que más emite por kWh y que, lejos de mejorar su intensidad de carbono en los últimos veinticinco años, esta haya empeorado.

En el caso alemán, la decisión de cerrar las plantas nucleares ha sido compensada hasta el momento con un aumento exponencial de la participación de las energías renovables (53% en la actualidad). A pesar de ello, los niveles de intensidad de carbono en Alemania se sitúan en niveles elevados (344 g), similares a Estados Unidos (384 g), donde la penetración de renovables aún es modesta (por debajo del 20% de la generación eléctrica). Ello se debe a que Alemania genera con hidrocarburos el 43% de su electricidad, siendo, de esa cifra, un 22% carbón y a que su recurso hídrico solo puede desempeñar un papel muy modesto.
Por qué los países avanzados necesitan energía nuclear para alcanzar la neutralidad climática
En conclusión, es una constante que, en los últimos veinticuatro años, aquellos países que se han aproximado más a la neutralidad climática utilizan una combinación de renovables, hidráulica y nuclear, que varía en función del recurso dominante. Solo si el recurso hidráulico es extremadamente abundante y estable, se puede llegar a prescindir de la nuclear, siendo Noruega y Austria (esta última con emisiones más elevadas) los únicos casos de países muy desarrollados en los que esto ocurre. Algo similar sucede en los países latinoamericanos más desarrollados (Costa Rica y, aunque cada vez menos, Uruguay) que disponen de suficiente recurso hídrico estable, si bien sus niveles de consumo eléctrico per cápita son aún muy modestos. En el resto, aunque el agua sea abundante, no es capaz, por sí sola, de generar la electricidad necesaria (Canadá, Suiza o Austria, sirven de ejemplo).
Como consecuencia de lo anterior, a la luz de los datos, se puede afirmar que no parece posible descarbonizar la producción de energía eléctrica en un país altamente desarrollado sin recurrir a la energía nuclear como parte del mix de generación. Tampoco hay ningún país que recurra exclusivamente a las energías renovables para descarbonizar su generación eléctrica: dada su intermitencia y la necesidad de garantizar la seguridad de suministro, la generación renovable debe ser complementada con una energía de base que debe ser hidráulica o nuclear, si se quiere optar por tecnologías no emitentes.