El popular chef Pepe Rodríguez (57 años) ha viajado a Senegal junto a Manos Unidas para conocer de primera mano el trabajo que la organización realiza en el país africano, aprender de sus gentes y, por supuesto, cocinar y compartir momentos con las personas que participan en los proyectos de la entidad. Una experiencia inolvidable que llevará consigo para siempre. «Me han acogido con una calidez excepcional que nunca olvidaré», confesaba.
Con su compromiso y espíritu solidario, el jurado de ‘Masterchef’ se ha sumado a las iniciativas de Manos Unidas en el país africano. Primero visitaron comunidades rurales profundamente afectadas por la falta de recursos y empleo, realizó un cocinado popular con las mujeres del pueblo y compartió jornada con los más pequeños.
En Lecturas hemos tenido la oportunidad de charlar con Pepe después de este viaje que le ha cambiado la forma de entender la vida. «Lo que más me ha impactado ha sido descubrir que cosas que damos por sentadas pueden cambiarlo todo«, nos confiesa.
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¿Qué ha sido lo más te ha impactado de la realidad que has encontrado en Senegal?
Lo que más me ha impactado ha sido descubrir que cosas que damos por sentadas pueden cambiarlo todo. Nunca me había planteado lo que supone un pozo. Ahora entiendo que un pozo lleva vida donde antes no había nada. Que la escuela primaria es esperanza. Que la formación de mujeres es desarrollo. Aquí lo pequeño se hace grande. También me ha sorprendido la calidez humana, esa «teranga», esa hospitalidad senegalesa que te hace sentir como en casa incluso cuando estás a miles de kilómetros.
Si pudieras elegir un momento de tu estancia en Senegal, ¿cuál sería?
Es muy complicado elegir un único momento. Ha sido una vivencia increíble y muy intensa, pero me gustaría destacar la experiencia de cocinar el thieboudienne (plato típico de Senegal) con las mujeres en Sanghé. Qué maravilla estar con aquellas mujeres tan increíbles. En la vida me vi en otra igual. Estuve limpiando el pescado con ellas, removiendo la salsa de tomate con paciencia, aprendiendo que cada verdura tiene su lugar y su tiempo… Porque ese plato no es solo comida, es una forma de entender la vida. Es compartir, es comunidad, es hospitalidad pura.
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¿Qué quieres transmitir a tus hijos sobre lo que has vivido allí?
Me gustaría que entendieran que la cooperación es necesaria y vital para el desarrollo. Que hay personas que luchan cada día por cosas que nosotros tenemos sin esfuerzo. Que la solidaridad no es un concepto abstracto, sino algo tangible que transforma vidas. Y sobre todo, quiero transmitirles la importancia de la gratitud y de devolver algo de lo mucho que hemos recibido.
¿Cómo crees que la gastronomía puede ser una herramienta de transformación social en países donde la alimentación sigue siendo un reto diario?
La gastronomía es mucho más que cocinar. En Sam Sam vi cómo las chicas del taller de cocina de la hermana Regina están construyendo su futuro. Muchas, cuando terminan su formación, montan sus propios negocios, se van a trabajar en restaurantes de la zona y con eso ayudan a sus familias. La cocina les da independencia económica, dignidad y la posibilidad de romper con círculos de pobreza. Les permite ejercer sus derechos, tomar decisiones sobre sus vidas. Es una herramienta de emancipación, especialmente para las mujeres que sufren discriminación dentro de sus propios hogares. Cocinar puede ser un oficio, pero también es libertad.
¿Qué plato dirías que mejor te representa como cocinero y por qué?
Mi sopa de ajo. Es un plato humilde, honesto, de raíces. No necesita artificios ni florituras. Con buenos ingredientes y técnica, se convierte en algo extraordinario. Representa mis orígenes, la cocina de mi tierra, y esa filosofía de que lo importante no es lo sofisticado, sino lo bien hecho, lo auténtico. Además, es el plato con el que colaboro en la Cena del Hambre de Manos Unidas en Illescas, así que tiene un significado especial de compromiso y solidaridad.
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Y si tuvieras que elegir tu comida favorita… ¿Ha cambiado a lo largo de los años?
Sigo siendo fiel a los sabores de mi infancia. Un buen guiso de fideos con costillas, un cocido, un arroz con cosas… Esos platos que te llevan a casa, a la mesa familiar. Lo que sí ha cambiado es mi apreciación: ahora valoro más la importancia del producto, el respeto al ingrediente, el trabajo del agricultor.
‘MasterChef’ te ha cambiado la vida hasta convertirte en uno de los chefs más queridos de nuestro país, ¿en qué crees que radica tu éxito?
Creo que la gente valora la autenticidad. Soy como me ves: directo, exigente, pero justo, y siempre desde el respeto. No finjo ser quien no soy. En la cocina y en la vida hay que ser honesto. Y también creo que la gente conecta con la pasión. Cuando hablas de lo que amas, se nota. ‘MasterChef’ me ha dado la oportunidad de llegar a mucha gente, pero el éxito real es cuando puedes usar esa visibilidad para ayudar.
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El programa te ha permitido conocer a muchos perfiles de concursantes. ¿Qué has aprendido de ellos?
He aprendido que el talento viene de todas partes y que la cocina no entiende de edades, profesiones o procedencias. He visto a personas reinventarse, superar miedos, crecer bajo presión. Me han enseñado que nunca es tarde para perseguir un sueño y que la humildad es fundamental. Los que más aprenden son los que vienen dispuestos a escuchar. Cada concursante me ha regalado una lección de vida diferente.
Si pudieras hablar con el Pepe de hace 20 años, ¿qué le dirías?
Le diría que siga trabajando duro, que confíe en el proceso y que no tenga miedo de los cambios. Que la televisión va a llegar y va a ser maravillosa, pero que nunca olvide de dónde viene. Que guarde energía para lo importante: la familia, las personas que merecen la pena, los proyectos que dan sentido.
¿Cuál ha sido el mayor reto personal y profesional al que te has enfrentado?
A nivel profesional abrir cada día un restaurante en un pueblo de Toledo que se llama Illescas, con 22 personas trabajando e intentar que sea rentable y hacer las cosas cada día mucho mejor. Es el reto que tenemos cualquiera que tenga un negocio, que nos levantamos cada día con toda la ilusión del mundo. Como reto personal, educar a mis hijos, que es la tarea más difícil que puedes tener en tu vida porque no sabes por dónde cogerlo. Tú lo haces lo mejor que sabes y en esas aciertas o te equivocas. La tarea de cualquier ser humano que tenga hijos, un trabajo, un negocio… el reto de levantarse cada día de buen humor.
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¿Quién hay realmente detrás del chef?
Un ser humano, una persona normal que se dedica a cocinar, que hace un programa de televisión, que tiene mucho lío, un tipo normal que intenta sacar adelante todo su trabajo, mantener 3 hijos… y que mi mujer me consiente todas las horas que no estoy y me las suple.
¿Tienes alguna rutina o costumbre diaria que no has abandonado nunca?
No soy una persona supersticiosa, pero siempre que estoy en Illescas, por las mañanas, voy a hacer una visita a la Virgen de la Caridad de mi pueblo.
Siempre has dicho que eres un hombre muy familiar. ¿Qué valores quieres que tus hijos no olviden nunca?
El respeto, la humildad y la gratitud. Que entiendan que nada se regala, que todo requiere esfuerzo y trabajo. Que sean generosos y solidarios, que piensen en los demás. Que sepan que el éxito material no es nada si no eres buena persona. Y que nunca olviden que la familia es lo primero, siempre. Después de este viaje a Senegal también quiero que recuerden lo afortunados que son y la responsabilidad que eso conlleva.
Ahora que se acercan las fechas navideñas. ¿Cómo recuerdas esas navidades felices?
Recuerdo las navidades que he pasado en mi casa muy feliz, muy a gusto. Con mis padres y hermanos. No éramos muchas personas celebrando, solo los cinco, y me parecían unos días preciosos y hoy me lo siguen pareciendo. Me encanta celebrar la Navidad, estar todos juntos alrededor de una mesa, con sencillez, con tranquilidad, sabiendo lo que supone, que es el nacimiento del Niño Jesús, que es un hecho maravilloso. Siempre, incluso, a pesar de las pérdidas, me parecen los días más bonitos.
Ahora quiero seguir celebrándola, que eso es lo importante y lo que haya en la mesa es casi secundario. Así que estoy feliz de que vuelva la Navidad, porque son unos días muy bonitos.