Han pasado once años desde la desaparición de un avión de Malaysia Airlines: el vuelo MH370. Este miércoles, el Gobierno malayo ha informado de que van a volver a buscarlo a partir del 30 de diciembre.
La aeronave, un Boeing 777, despegó de Kuala Lumpur a las 00:41 hora local del 8 de marzo de 2014 y estaba previsto que aterrizase en Pekín a las 06:30 del mismo día, pero jamás llegó a su destino. Se esfumó de los radares justo cuando iba a ingresar en el espacio aéreo de Vietnam, sobre el mar de China Meridional, después de menos de una hora de vuelo. «Buenas noches, Malaysia Airlines tres siete cero», fueron las últimas palabras que se escucharon procedentes de la cabina de mando con las que el copiloto se despidió rutinariamente del control malasio. Ho Chi Minh no llegó a recibir ningún mensaje de petición de entrada en su espacio aéreo.
La empresa norteamericana Ocean Infinity se va a hacer cargo de sondear el mar. La compañía de robótica y exploración de fondos marinos con sede en EE.UU. y Reino Unido lleva años colaborando en la búsqueda del avión.
Según ha informado el comunicado del Ministerio de Transporte de Malasia, estarán desplegados durante 55 días, «de forma intermitente». En abril de este año se tuvo que suspender otro dispositivo de rastreo debido a las malas condiciones climáticas. El pasado febrero, la compañía afirmó que la búsqueda se basa en información «creíble» y se centrará en una zona que «se pasó por alto» durante misiones pasadas.
Coincidiendo con el décimo aniversario (2024), el Gobierno malasio se comprometió a reanudar la búsqueda del avión. De esta forma, atendía a la reclamación de los familiares de las víctimas, quienes se han sentido desamparados desde que estas labores se suspendieron definitivamente en 2018.
Inicialmente, Malasia, China y Australia realizaron una búsqueda conjunta en unos 120.000 kilómetros cuadrados en el Índico, pero finalizaron las operaciones en enero de 2017 al no encontrar los restos.
El Gobierno de Malasia confirmó el hallazgo en 2015 de restos en la isla francesa de Reunión, en el Índico que correspondían al aparato. El material se analizó en Toulouse (Francia).
También se recuperaron piezas del fuselaje en las playas de Mozambique, Mauricio, Sudáfrica y Zanzíbar; que habrían sido llevadas hasta allí por las corrientes oceánicas. Tres de estos fragmentos ha podido certificarse «con seguridad» que pertenecen al aparato desaparecido. Otras siete piezas lo son «casi con seguridad» y, ocho más, «con alta probabilidad», lo que demuestra sin ningún margen de error que el avión se estrelló contra la superficie del océano, presumiblemente cuando se quedó sin combustible.
En la aeronave viajaban 153 chinos, 50 malasios (12 formaban la tripulación), siete indonesios, seis australianos, cinco indios, tres estadounidenses, dos neozelandeses, dos ucranianos, dos canadienses, un ruso, un holandés, un taiwanés y dos iraníes.
Se han publicado dos informes oficiales, el de las autoridades de Malasia y el de la Agencia de Seguridad en el Transporte de Australia (ATSB). El primero, que es el principal, concluye que la ruta del avión se alteró de manera deliberada, aunque también apunta a que es imposible determinar quién fue el responsable, una respuesta que podría yacer en el fondo del océano Índico, a miles de metros de profundidad, dentro de las cajas negras del aparato.
Dos minutos después de despedirse del control de Malasia, el transpondedor de la aeronave dejó de funcionar, presumiblemente desactivado manualmente. Además, se interrumpieron también de manera manual las conexiones por radio y satelitales del sistema ACARS, convirtiendo al Boeing 777 en un espectro prácticamente indetectable. Sin embargo, continuó emitiendo señales automáticas o pulsos, que fueron captadas por el satélite Inmarsat hasta al menos seis horas después de desviarse de su rumbo, lo que prueba que el avión se mantuvo en el aire durante todo ese tiempo, y echa por tierra otras hipótesis que apuntaban a un evento catastrófico en pleno vuelo, como una desintegración o una descompresión explosiva.
Si se hubiese producido una despresurización, el avión hubiese continuado hasta Pekín en piloto automático, porque era la ruta prevista que tenía programada en el computador de vuelo», descarta Francisco Cruz, investigador de accidentes aéreos, para subrayar que además «todos los equipos de transmisión se desconectaron manualmente, y eso hay que hacerlo uno a uno». Estas declaraciones de Cruz se recogieron en 2024, en un reportaje sobre el décimo aniversario de la desaparición realizado para RTVE.es por Samuel A. Pilar.