El mundo es cada vez más oscuro y registra el mayor número de conflictos activos desde 1946. En otro orden, la ayuda humanitaria sufre el mayor desplome de financiación en su historia. Es el titular que deja el informe ‘La acción humanitaria en 2024-2025: un sistema en crisis, entre recortes, búsqueda de legitimidad y necesidad de reformas urgentes’, realizado un año más por el Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria (IECAH) y Médicos Sin Fronteras (MSF).

El documento, presentado este miércoles, dibuja un escenario internacional desolador en el que «la ONU y otras instituciones multilaterales están perdiendo eficacia y legitimidad a pasos agigantados, los gastos en defensa baten récords año tras año, y el número de personas desplazadas forzosamente de sus hogares ya duplica al que se registraba hace tan solo una década».

«El panorama internacional sigue siendo turbio, con cada vez más tendencias negativas, y por primera vez hay un nombre propio que es el Donald Trump, que causa todo lo que analizamos en el informe», afirma Jesús Núñez, codirector del IECAH. «Ha puesto en jaque al ya deteriorado orden internacional y cualquier filtro como el derecho internacional y la ONU le molesta, por lo que colapsa los valores y principios propios de los sistemas democráticos», añade Núñez. Además, destaca su capacidad para financiar e inspirar a otros líderes totalitarios repartidos por el planeta. Preocupa, especialmente, el regreso a «una apuesta militarista que ya se sabe en qué deriva». «Vamos a una mayor oscuridad», lamenta el codirector del IECAH.

Esta realidad tiene un impacto directo en Ucrania, Gaza o Sudán, que un año más, según el informe, son los escenarios más representativos de una violencia prolongada y desproporcionada. Las poblaciones de estos países sufren las consecuencias de las políticas de dirigentes, grandes potencias, que siguen reforzando «sus políticas exteriores agresivas, actuando con impunidad o mostrando escasa capacidad de reacción frente a flagrantes violaciones de derechos humanos», añade Núñez. El documento subraya y pone el foco en la invisibilidad del conflicto que atiza Sudán desde el 15 de abril de 2023, por los enfrentamientos entre los militares que gobiernan la nación desde el golpe de Estado de 2021, lideradas por el general Abdelfatah al Burhan, y el general Mohamed Hamdan Dagalo, que encabeza el grupo paramilitar FAR. En el país africano se libra una «descarnada lucha por el poder» que está provocando una crisis humanitaria sin precedentes a la que la comunidad internacional es incapaz de responder.

2024, un punto de inflexión

Este informe marca un punto de inflexión en el ámbito de la ayuda. «En 2024 se ha producido el retroceso más grande en la acción humanitaria», destaca Francisco Rey, codirector del IECAH. El sistema humanitario enfrentó en 2024 la mayor caída de financiación registrada: casi 5.000 millones de dólares menos que en 2023, lo que equivale al 10% menos: se ha pasado de un total de 45.700 millones en 2023 a 41.000 millones en 2024.

Lo más llamativo del año pasado es que la mayor parte de la caída proviene de los donantes públicos: «Solo 4 de los 20 principales donantes internacionales aumentaron en más de un 5% sus aportaciones en el último año». También enfatiza, no tanto por porcentaje (un 10% menos), pero sí por volumen (1.700 millones menos), la reducción presupuestaria de Estados Unidos.

En 2025 todo indica que esa tendencia se mantiene. El recorte en 2025 podría llegar al 34% con respecto a 2024 y al 45% con respecto a 2023, año en el que ya se había iniciado el descenso, aunque este fuera aún muy moderado y afectara sobre todo a fondos privados, no tanto a fondos públicos. «Lo que agravará aún más la brecha entre necesidades crecientes y recursos disponibles, especialmente en contextos de crisis prolongadas», recoge el informe.

«El año que viene estaremos contando muertos»

En el periodo analizado, los Territorios Palestinos Ocupados se convirtieron en el mayor receptor de fondos, con un total de 2.900 millones de dólares (un 51% más que en 2023). En el lado opuesto, Ucrania sufrió una caída de alrededor del 25% por segundo año consecutivo: de 3.700 a 2.800 millones de dólares, mientras que la financiación a Siria se redujo en una proporción aún mayor: de 3.500 millones en 2023 a 1.700 en 2024; es decir, menos de la mitad.

«El año que viene estaremos contando muertos», advierte Raquel Ayora, directora general de MSF España. El informe recoge ejemplos de cómo esa falta de financiación está teniendo graves repercusiones en el acceso a servicios médicos vitales, especialmente en contextos complejos. La directora general de MSF España pone ejemplos de los que ven su misión en Baidoa, el epicentro del hambre en Somalia. «Se están viendo gravemente afectados programas esenciales para la prevención y tratamiento de la malaria, la lucha contra el VIH y la tuberculosis o la desnutrición, y los servicios de salud sexual y reproductiva (SSR)», explica Ayora.

Ataques a las misiones médicas y humanitarias

«Los ataques a las misiones médicas miden los ataques a las poblaciones civiles», argumentan desde MSF. Es una tendencia que ha ido aumentando en Siria, Sudán y Sudán del Sur hasta llegar a Gaza, donde los ataques a las misiones médicas y humanitaria se han convertido en la nueva normalidad. «En la Franja se ha creado una nueva normalidad y un nuevo marco en el que todo es aceptable con estas prácticas militares descarnadas», denuncia. «En los cualitativos hemos visto un cambio muy brusco que se ha visto en Gaza, el intento de romper con la distribución de ayuda humanitaria», coincide Francisco Rey. Ambas organizaciones denuncian que la politización y la instrumentalización de la ayuda, la violencia contra los trabajadores humanitarios y la falta de seguridad impiden desde hace años que las organizaciones puedan llegar a las poblaciones más afectadas, particularmente en los escenarios de guerra.

El informe recoge tres tendencias críticas y preocupantes: el papel creciente de actores estatales como principales perpetradores, la afectación desproporcionada del personal nacional y local, y la escasa atención al impacto de los ataques contra transportes médicos y humanitarios. «Quienes sufren la mayoría de estos ataques son nuestros compañeros nacionales-locales. Nadie hace las investigaciones y no hay un sistema de rendición de cuenta«, lamenta la directora general de MSF.

«Es imprescindible reconocer los condicionantes externos como las deficiencias del sistema, volcando los esfuerzos en diversificar la financiación, reforzar la rendición de cuentas y descolonizar la ayuda, llevando a cabo cambios estructurales y conceptuales profundos. El futuro del sector dependerá de su capacidad para reenfocar sus prioridades hacia la esencia de su misión: salvar vidas y proteger la dignidad humana en los entornos más difíciles”, concluye Francisco Rey, codirector del IECAH.

España reduce los fondos destinados a la ayuda

En el caso de España hay malas noticias. «Se ha producido un descenso notable de los fondos públicos destinados a ayuda humanitaria en nuestro país», explica el codirector del Instituto sobre Conflictos y Acción Humanitaria. La acción humanitaria de la Administración pública central española experimentó una reducción significativa respecto al año anterior, pasando de 171,29 millones en 2023 a 130,31 millones de euros, lo que supone un descenso del 23,92%.

A pesar del descalabro, el panorama de financiación fue en gran medida similar al de años anteriores, con los tres principales donantes aportando el 59% de toda la financiación pública y los diez principales el 84%, lo que, según los autores del Informe, da una buena muestra de la necesidad de acometer cambios profundos en el sistema.

A la acción humanitaria se destinaron 174,17 millones de euros, lo que supone una disminución del 18,52 % respecto al año anterior. Este descenso, unido al incremento de la AOD neta total, sitúa el peso relativo de la acción humanitaria dentro del conjunto de la AOD en un 4,33%, frente al 5,95% registrado en 2023, lo cual muestra un claro retroceso.