La diatriba de Donald Trump contra Venezuela del martes parece indicar que el presidente de Estados Unidos ha tomado la decisión de atacar el país caribeño. Trump aseguró que «muy pronto» comenzarán los ataques terrestres, supuestamente dirigidos contra cárteles del narcotráfico, después de haber instado a Nicolás Maduro a abandonar el poder.
Tras esta subida de tono, los expertos consultados por RTVE Noticias creen que las fuerzas desplegadas por EE.UU. en el Caribe podrían llevar a cabo ataques puntuales o limitados, pero nunca una invasión en toda regla, que requeriría un mayor despliegue militar y que podría acabar en desastre.
«EE.UU. puede llevar a cabo acciones para desestabilizar al Gobierno y provocar una fractura en las élites, no me extrañaría que hubieran identificado algunas infraestructuras críticas, posiblemente relacionadas con esa narrativa del narcotráfico que ha creado la Administración Trump», opina por ejemplo Manuel Hidalgo, doctor en Ciencias Políticas de la Universidad Carlos III de Madrid, y que ha estudiado el sistema político en Venezuela. «Si eso no funciona, está por ver si van a escalar», añade.
«Todo apunta a que Trump puede hacer algo, por la acumulación de fuerzas y por las advertencias reiteradas, como el cierre del espacio aéreo», coincide Carlos Jiménez Piernas, investigador del Instituto Universitario de Investigación en Estudios Latinoamericanos (IELAT) de la Universidad de Alcalá. Sería, abunda, «alguna operación quirúrgica muy concreta» contra algún objetivo supuestamente vinculado con el narcotráfico, pero «de ninguna manera una intervención de alcance, que sería un desastre».
El director del Instituto de Iberoamérica de la Universidad de Salamanca, Francisco Sánchez, considera que el tiempo que se está tomando el presidente de EE.UU. indica que la militar no es su primera opción. «Es más un mecanismo de presión para romper la coalición interna que soporta el chavismo-madurismo, para que haya un sector dentro del propio régimen que apueste por el cambio de Gobierno».
Narcotráfico o petróleo
Trump justifica su campaña contra Venezuela como una lucha contra el narcotráfico. Los bombardeos de supuestas narcolanchas en el Caribe y el Pacífico han causado al menos 80 muertos en una veintena de ataques. La Casa Blanca ha acusado incluso a Maduro de encabezar una organización criminal, el Cartel de los Soles, con miembros del Ejército bolivariano, cuya existencia no está demostrada.
El Gobierno venezolano, en cambio, sostiene que Trump va detrás de las reservas de petróleo venezolanas.
Venezuela ocupó el puesto 21 en la clasificación de productores mundiales en 2024 con 960.000 barriles diarios, el 1,0% de la producción mundial. Su producción ha bajado respecto a 2013, pero lo importante está oculto: según la Administración de Información de Energía de EE.UU., Venezuela tiene las mayores reservas de petróleo comprobadas del mundo, aproximadamente 303.000 millones de barriles, alrededor del 17% de las reservas globales.
El sector petrolífero está nacionalizado y en manos de la empresa estatal Petróleos de Venezuela, que colabora con otras compañías, como la estadounidense Chevron. La líder de la oposición venezolana, María Corina Machado, que acusa a Maduro de ser el «jefe de una estructura narcoterrorista», ha propuesto la privatización del sector, que ha presentado internacionalmente como una «oportunidad» de 1,7 billones de dólares.
Venezuela denuncia ante los países productores de petróleo que EE.UU. busca apoderarse de sus reservas
«Nunca hay que perder de vista el petróleo en el caso de Venezuela«, subraya Carlos Jiménez. «No dudo de que Venezuela, de una u otra manera, no sé si a título oficial o por las mafias, está involucrada en el narcotráfico. Pero eso no tiene nada que ver con que suponga un riesgo para la seguridad nacional de EE.UU. que le lleve a violar tan gravemente el derecho internacional», añade el experto del IELAT.
Para el profesor Manuel Hidalgo, estamos ante una «madeja de elementos que no se puede simplificar». «Trump crea el marco con el discurso de que llega droga desde Venezuela, pero hay rutas más importantes que esa».
Francisco Sánchez destaca la incoherencia del estadounidense, que asegura combatir el narcotráfico mientras libera al expresidente hondureño Juan Orlando Hernández, condenado a 45 años por introducir cocaína en su país. Y apunta a que, aunque es verdad que los carteles son poderosos y que en este momento «sale cocaína de todos los países de América Latina», «el narcotráfico no se combate con portaaviones ni bombardeando narcolanchas«. «La cocaína no va en lanchas o aviones, sino en contenedores de barcos con exportaciones – apostilla Sánchez – Habrá alguien que se dé cuenta de que la estrategia que no ha funcionado en México o en Colombia no va a funcionar en Venezuela».
El director del Instituto de Iberoamérica admite que el petróleo es «importante», pero cree que Maduro ha demostrado que puede negociar en ese ámbito. En cambio, destaca una tercera variable: la competencia con China. «Todos los países latinoamericanos se han echado en brazos de China porque invierte a fondo perdido y no pregunta. Este enfrentamiento político con Gustavo Petro [presidente de Colombia] y con Maduro es una manera para EE.UU. de retomar presencia y liderazgo».
Cambio de régimen en Venezuela
Lo que Trump ha dejado claro, y así se lo dijo a Maduro en su conversación telefónica según diversas fuentes, es que quiere fuera del Gobierno al heredero de Hugo Chávez.
«Sería para Trump un gran triunfo político«, opina Carlos Jiménez. «Y económico también, porque la gente que llegará probablemente después posiblemente se llevaría muy bien con la Administración Trump. Corina Machado y quienes la siguen seguramente se pondrían a la orden. EE.UU. recuperaría influencia, y por supuesto negocio, que en este caso es el petróleo».
«El de Trump no es un Gobierno en cuya agenda esté promover la democracia y la cooperación internacional – opina Manuel Hidalgo -, lo cual no quiere decir que no le beneficie ese cambio en Venezuela». «Otro tema es la reconstrucción de la democracia, la colaboración en materia de seguridad, la reconstrucción económica, el apoyo político para que se produzca una cierta coexistencia..».
«Lo ideal sería un proceso de re-democratización», resume Francisco Sánchez . «En EE.UU., igual que en España, el grupo de venezolanos es activo políticamente. Allí están muy fuertes con [el secretario de Estado de EE.UU.], Marco Rubio. A ellos les gustaría entrar en Venezuela, pero las cosas no son tan fáciles. Son gente que controla el país desde finales de los años 90″.
«La gran pregunta – continúa Sánchez – es si realmente es posible un cambio de régimen, y si no va a haber resistencias del madurismo, con un sector muy ideologizado en las Fuerzas Armadas y el Partido Socialista Unificado, otro que está para hacer negocio, y después un montón de personas que se juegan la cárcel o ser asesinados». El director del Instituto de Iberoamérica concluye que «la coalición que apoya a Maduro es demasiado fuerte» y que incluso si el actual presidente venezolano abandonara el país, «los más probable es que el presidente de transición salga del propio chavismo».
Riesgos para Trump
Si la incertidumbre sobre las opciones de Trump es grande, los riesgos para el presidente estadounidense son también mayúsculos. Puede errar en el cálculo del apoyo interno a Maduro; puede enviar a sus tropas a una misión desastrosa o provocar que Venezuela descienda por una crisis política e institucional que beneficie a los grupos criminales y guerrillas que controlan amplios territorios en la frontera con Colombia.
Además, la opinión pública que apoya a Trump, tanto los republicanos como la galaxia MAGA, están divididos sobre la conveniencia de un ataque a gran escala.
«Trump puede poner tropas sobre el terreno para forzar las divisiones internas, pero una ocupación de todo el territorio venezolano es difícil», declara Francisco Sánchez.
Las Fuerzas Armadas estadounidenses tendrían que controlar un país de casi un millón de kilómetros cuadrados. Para la invasión de Granada en 1983, Ronald Reagan empleó a 7.300 soldados; para la de Panamá, en 1989, George Bush padre movilizó 26.000 efectivos.
Carlos Jiménez recuerda algo que a menudo se olvida: la quiebra de la legalidad internacional que supone esta crisis. «Los ataques a las narcolanchas, el cierre del espacio aéreo y ahora estas amenazas de intervención militar son violaciones muy graves del derecho internacional. Son decisiones y conductas que sólo puede adoptar el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, no cualquier Estado a título particular, salvo que se produzca una situación de riesgo o de legítima defensa. Pero Maduro no está para enfrentarse a Donald Trump ni provocarlo de ninguna manera».