Hay libros necesarios para el conocimiento de la naturaleza. Constituye alegría inmensa que existan, en particular en esta época que nos ha tocado vivir, donde la ignorancia ha alcanzado límites extremos hasta el punto de algunos negar la redondez de la Tierra. Uno de esos libros es Journal of the Researches into the Geology and Natural History of the various countries visited during the Voyage of ‘HMS Beagle’ round the World, de Charles Darwin, también llamado Adventure of the Beagle: a Naturalist’s Voyage. Esto es, El viaje del Beagle.
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En la edición que yo tengo (J. Dent & Sonidos Ltd, London, 1906), su autor comienza con la cita en destacado «Hoc solum scio, quod nihil scio» («Sólo sé que no sé nada»), de Sócrates. Una cita bien idónea, pues cuando Darwin deja las costas de Inglaterra, el 27 de diciembre de 1831, no es sino un joven naturalista que, a sus 23 años, tiene mucho que aprender y pocas certezas.
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Este libro, de lectura entretenida para alguien que como tú muestra interés genuino en la compresión de la naturaleza en su conjunto, tiene una importante componente autobiográfica. Representa a Darwin en su juventud como un naturalista novato, antes de llegar a la concepción de la teoría con la que revolucionó el método científico y la interpretación de la naturaleza: el darwinismo, conocido también como la teoría evolutiva por selección natural.
El libro explica los muchos motivos de asombro y reflexión que Darwin encontró en su viaje a bordo del HMS Beagle. Llega a decir que nada puede haber más conveniente para un naturalista joven que el viaje a civilizaciones lejanas, pues eso estimula y alivia en parte esa necesidad y afán que experimenta el hombre, aun cuando todos los sentidos corporales estén satisfechos.
Atesorar conocimiento
Darwin les recomienda a los viajeros que atesoren en particular conocimientos de botánica y geología y variadas lecturas naturalistas, pues así su gozo será mayor. En esta relación podrás también conocer sus métodos de trabajo cuando, embarcado a bordo del Beagle (en un viaje de circunnavegación que se prolongó nada menos que durante cuatro años, nueve meses y cinco días), realiza una observación de la naturaleza sistemática y tenaz.
Podrás acompañarlo, por descontado, en su periplo por la costa africana hasta el archipiélago de Cabo Verde, atravesar después el océano Atlántico hasta Rio de Janeiro, Montevideo, Bahía Blanca, Tierra de Fuego, y pasar los Estrechos de Magallanes para entrar en el Pacífico. Luego, ascender por la costa e islas de Chile, Perú y Ecuador hasta llegar a las islas Galápagos, donde él observaría las especializaciones en los picos de los pimpines, cruciales en el desarrollo de su teoría.
Mapa ilustrativo del viaje del ‘Beagle’.Luzes
Después visitaría Tahití, Nueva Zelanda, Australia y las formaciones coralinas de la Gran Barreira, para cambiar otra vez de océano hasta las islas Mauricio y regresar a Inglaterra. Pero, más allá de visitar las costas, Darwin se interna en los continentes e islas que visita, muy en particular para estudiar las formaciones geológicas, los fósiles y los volcanes.
Su teoría, que perdura en el tiempo, aunque, eso sí, matizada y completada por las nuevas aportaciones de la ciencia, no es algo que se produzca por generación espontánea. Darwin no llegó a las islas Galápagos, observó varias tortugas gigantes y unos pimpines, y en seguida pergeñó su teoría de la selección natural, de la divergencia evolutiva y de la necesidad de la existencia de organismos ancestrales comunes para explicar la creación de nuevas especies. Darwin precisó de pasión y conocimiento, de paciencia y colaboración con otros científicos que lo ayudaron en su empeño.
El libro es, pues, de interés general para quien guste de viajes y muy concretamente para quien disfrute con los relatos autobiográficos de expediciones científicas del siglo XIX. Cuento con que estimule tu pasión y conocimiento.
Charles Darwin (1809-1882) fue un naturalista inglés, reconocido por ser uno de los científicos más influyentes de los que propusieron la idea de la evolución biológica por medio de la selección natural (junto a Alfred R. Wallace). Darwin explicaría su teoría en la obra «El origen de las especies» (1859).
Este artículo publicado en el número 133 de la revista ‘Luzes’ forma parte de una serie con los cien libros que el escritor Xavier Queipo recomienda a su nieto.