Aldo Comas (40 años) es uno de esos personajes que siempre han estado presentes en el ecosistema cultural y social español, aunque de manera intermitente y sin buscar protagonismo mediático alguno. Criado en una familia acomodada, durante años ha vivido entre el arte, el gusto por la aventura y una educación marcada por la exclusividad. Su participación en ‘Hasta el fin del mundo’ lo coloca en un escenario radicalmente distinto al que ha frecuentado. Pero quienes lo conocen saben que este salto tiene sentido en alguien que no soporta la rutina ni la previsibilidad.

Macarena Gómez y Aldo Comas

Quienes conocen al marido de Macarena Gómez, saben que su participación en ‘Hasta el fin del mundo’ tiene sentido en alguien que no soporta la rutina ni la previsibilidad.

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Al marido de Macarena Gómez lo hemos conocido como pintor, como rostro habitual de eventos culturales, como emprendedor de proyectos poco convencionales e incluso como parte de círculos sociales muy selectos desde su adolescencia. Todo ello convive con una personalidad impulsiva, curiosa y, a veces, polémica.

La familia de Aldo Comas

Aldo Comas nació en una familia acomodada de la zona fronteriza entre La Junquera y Francia, un entorno con negocios históricos vinculados al comercio y las aduanas. Ese origen le permitió acceder desde muy joven a una educación de élite en internados europeos, donde coincidió con jóvenes pertenecientes a familias reales, entre ellos miembros de la casa Grimaldi. Esa etapa marcó buena parte de sus relaciones sociales posteriores y lo situó en un círculo donde el arte, los viajes, la música y lo bohemio formaban parte natural de la vida.

Aldo Comas

Aldo Comas nació en una familia acomodada de la zona fronteriza entre La Junquera y Francia. 

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Además, la familia Comas ha tenido una perfumería con una facturación muy elevada en algunos ejercicios, llegando a superar los veinte millones de euros en ventas y generando beneficios importantes. Ese respaldo económico no define todo lo que es Aldo, pero sí explica cómo pudo dedicarse a disciplinas creativas sin la presión inmediata de obtener rentabilidad.

Su trayectoria profesional

A lo largo de su vida adulta, Aldo ha intentado distintos caminos profesionales. Lo hemos visto como pintor, con exposiciones que reflejan una estética marcada por el color y cierto aire expresionista; como cineasta, impulsando proyectos audiovisuales propios; y como emprendedor, creando una empresa dedicada al paracaidismo y al túnel de viento inspirada en su pasión por volar, aunque aquello terminó cerrando.

Macarena Gómez y Aldo Comas

 Lo hemos conocido como pintor, como rostro habitual de eventos culturales, como emprendedor de proyectos poco convencionales. 

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El riesgo empresarial no siempre salió bien, pero nunca dejó de probar cosas nuevas. Su estilo, un punto excéntrico, ha sido una mezcla constante entre arte, rebeldía y un entorno social privilegiado que nunca ha ocultado. Esa combinación lo ha convertido en una figura singular: no encaja en el perfil de “heredero tradicional”, pero tampoco en el del artista puro que huye del mundo exterior.

Su vida con Macarena Gómez

En lo personal, desde hace años comparte vida con Macarena Gómez, una de las actrices más reconocidas del cine español. La pareja vive en un molino del siglo XVII rehabilitado en el Alto Ampurdán, una construcción que se ha convertido en una especie de santuario creativo. Allí crían animales, cultivan parte de sus alimentos y mantienen un estilo de vida tranquilo, casi autosuficiente, aunque rodeado de arte en todas sus formas.

La propiedad, valorada en varios millones, es para ellos un refugio y un escenario habitual de sus proyectos personales. Esa vida rural, unida a un círculo cultural muy dinámico, ha reforzado la imagen de Aldo como un personaje libre, algo anárquico y difícil de clasificar.

Una figura pública muy controversial

Su presencia pública en los últimos años ha sido intermitente, pero siempre llamativa. Aldo suele aparecer en alfombras rojas con estilismos arriesgados, participa en eventos de moda y colabora con instituciones artísticas. También se ha movido en el ámbito del cine independiente, aunque su faceta más conocida ha sido la de creador visual y performer.

Macarena Gomez Aldo Comas

Su presencia pública en los últimos años ha sido intermitente, pero siempre llamativa, ya que suele aparecer en alfombras rojas con estilismos arriesgados. 

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Aun así, lejos de proyectar la imagen del famoso convencional, él insiste en mostrarse como alguien que vive del arte y del impulso, incluso a costa de equivocarse. Esa vulnerabilidad, sumada a su estilo directo, lo ha llevado varias veces a la polémica, aunque él parece abrazarlas como parte natural de su forma de ser.

Aldo Comas y José Lamuño

Aldo participa en ‘Hasta el fin del mundo’ junto al actor José Lamuño, con quien debe recorrer largas distancias, resolver desafíos, sobrevivir con recursos limitados.

La 1

La decisión de unirse a ‘Hasta el fin del mundo’ nace de ese espíritu inquieto. El reality lo aleja de su entorno habitual y lo sitúa en una aventura física y psicológica, donde las comodidades desaparecen y la convivencia en situaciones extremas pone a prueba la paciencia y el carácter. En el programa participa junto al actor José Lamuño, con quien debe recorrer largas distancias, resolver desafíos, sobrevivir con recursos limitados y afrontar la incertidumbre de un entorno completamente real. Para Aldo, acostumbrado a controlar sus proyectos y su imagen, esta falta total de filtros supone un reto tan grande como el propio esfuerzo físico.

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Sus primeras intervenciones en el programa ya han generado cierto ruido. La edición ha mostrado un carácter impulsivo y momentos de tensión, lo que ha llevado a algunas críticas. Aldo ha respondido sin rodeos: considera que parte de lo que se emite no refleja la complejidad de lo que vivieron dentro y que muchas escenas quedan fuera. Esa sinceridad, que unos interpretan como transparencia y otros como torpeza mediática, representa bien su personalidad. No intenta suavizar lo que dice, ni lo que hace, ni lo que muestra. Su relación con la exposición pública nunca ha sido convencional y, en este formato, eso se nota más que nunca.