Cristina Cifuentes y Alba Carrillo subieron a un autobús en Hasta el fin del mundo durante el programa emitido en la noche del miércoles, sin imaginar el susto que les esperaba. «De haber sabido lo que nos deparaba el trayecto, me quedo en tierra», resumió Alba tras la experiencia. Lo que parecía una noche tranquila se torció en segundos.

Ambas intentaron dormir cuando el bus comenzó a moverse de forma extraña. «He empezado a notar que perdían el control del bus», relató Alba, todavía asustada por lo ocurrido. «Iba zigzagueando, tenía la sensación de que íbamos a volcar hasta que ha parado en seco», explicó todavía temblorosa.

El conductor trató de tranquilizar al pasaje: «Todo está bien, nada grave». Cifuentes intentó calmar a su compañera. «Tranquila», le decía mientras sostenía su mano. Pero la propia expresidenta madrileña reconoció el miedo vivido. «Parecía que volcábamos, ha hecho así«, dijo señalando la inclinación del vehículo.

Minutos después llegó la explicación. Otro coche se cerró sobre el autobús y el conductor, para evitar un choque, golpeó un protector de la vía. «Solo fue daño material, el bus quedó funcional», aclararon. Al oírlo, Cristina y Alba se abrazaron. «A mí me ha dado en el pecho una cosa…», admitió Alba, aún nerviosa.

El susto llevó a una conversación inesperadamente profunda. Cifuentes abrió su historia personal, sobre el accidente: «Yo a la muerte no le tengo miedo, pero no me quiero perder ni un día de mi hijo». Alba asentía: «Te entiendo perfectamente». Fue entonces cuando Cristina recordó el accidente de moto que casi acaba con su vida en 2013 y que la tuvo 20 días en la UCI.

«Llegué a un punto en el que ya no podía más«, confesó. «Me preparé para morir porque no sabía qué iba a pasar conmigo». No podía hablar por la traqueotomía, pero su familia lo entendió: «Mi marido y mi hermana me dijeron que luchara». Esa visita lo cambió todo: «Decidí que no me quería morir sola en una UCI. Tenía que salir de ahí como fuera».