Catalogar el legado artístico de Joaquín Sorolla tiene algo de esfuerzo titánico. A lo largo de su vida, el pintor valenciano realizó alrededor de 4.200 obras que, debido a su gran popularidad, se encuentran repartidas por numerosos museos y colecciones privadas de todo el mundo. Por eso, han sido más de cuatro décadas las que le ha llevado a su bisnieta Blanca Pons-Sorolla, la mayor especialista en su trabajo, reunir la información necesaria para completar un catálogo razonado del pintor del que este miércoles se ha presentado en el Museo del Prado el primer volumen de los cuatro que lo compondrán. Es el que abarca la primera parte de su trayectoria, la transcurrida entre 1876 y 1894 y que es también la más desconocida, los años de formación de un artista que no había alcanzado todavía su madurez ni se había convertido en el nombre fundamental del arte español y europeo que sería poco más tarde. Un periodo en el que Sorolla «no dejó de estudiar y aprender, de mirar y de ir enamorándose cada vez más de su profesión», recordaba la autora.
Fue en 1980 cuando Pons-Sorolla comenzó a investigar de manera sistemática esa obra, un proyecto que empezó de la mano de su padre, Francisco, nieto del artista, y al que ha acabado consagrando su vida. Javier Barón, jefe de la colección de pintura del siglo XIX del Prado y cómplice en esa labor desde hace décadas, acreditaba durante la presentación la «autoridad científica indiscutible» de la autora y elogiaba la tarea «ingente, difícil y minuciosa» que esta asumió con disciplina y pasión. A estos elementos añadía Pons-Sorolla el cariño y la conexión especial que ha sentido siempre por la pintura de un miembro de su familia: «Mi abuela María y mi padre me enseñaron a amar la pintura, y con ellos aprendí a ver y a disfrutar las obras de mi bisabuelo».

Blanca Pons-Sorolla, autora de ‘Sorolla. Catálogo razonado de pinturas, 1876-1894’, durante la presentación en el Museo del Prado. / Luis Domínguez
Obras inéditas
Los primeros trabajos que se conservan del pintor valenciano los realizó cuando tenía solo 13 años. Ese es el año en el que arranca este catálogo en el que se abordarán, a lo largo de sus cuatro volúmenes, las diferentes etapas en que se ha dividido su carrera. La inicial comprende sus años de aprendizaje en su ciudad y una estancia en Italia. Una época en la que el creador está todavía buscando su camino, con una obra muy dispersa y que hasta ahora no había sido investigada de forma sistemática. Por eso, sostiene su autora, este primer volumen alberga muchas obras hasta ahora inéditas. Hay algunas incluso, ha contado, que emergieron muy tarde en el proceso de investigación y hubo que incorporarlas al libro una vez que ya estaba diseñada su estructura e incluso maquetada la obra. Se refiere en concreto a tres que no están insertadas cronológicamente en el relato y que han ido a parar a un anexo, «obras que de alguna manera estaban documentadas, pero que yo no conocía».
A esa fase inicial de la carrera del pintor le seguirá, en el siguiente volumen, su camino hacia la madurez (1895–1903), años en los que entre otras cosas recibe el Grand Prix del certamen internacional de París de 1900 que supondrá un gigantesco empuje a su carrera, y del que este libro se publica coincidiendo con su 125 aniversario. Después vendrá el periodo en el que empieza a disfrutar de grandes exposiciones internacionales en lugares como París, Berlín, Londres o diferentes ciudades de Estados Unidos (1904–1911). Y por último, esos años finales en los que realiza numerosos trabajos de visiones de España y retratos de personalidades para la Hispanic Society de Nueva York, además de sus célebres pinturas de jardines o de su propia casa, antes de tener que poner fin a su carrera por un derrame cerebral.
Gonzalo Saavedra, responsable de Ediciones El Viso, el sello que edita el catálogo, puso cifras al esfuerzo que encierra el volumen que ahora ve la luz: 1.063 obras catalogadas entre 1876 y 1894 y cerca de 1.100 imágenes, con un total de más de 150.000 palabras editadas y traducidas al inglés, porque el volumen se publica en ese idioma además de en castellano, a razón de mil ejemplares en cada lengua. El libro contiene 300 referencias bibliográficas y casi 400 referencias expositivas. Pero incluso esos números, dijo, «no hacen justicia» a los 40 años de investigación, al archivo fotográfico y a los miles de horas dedicadas por su autora a rastrear colecciones privadas, revisar documentos, ordenar el universo creativo de Sorolla y construir la base de datos que sostiene el proyecto completo.
El apoyo de instituciones como el Museo Meadows de Dallas, especializado en arte español y que el año pasado organizó la exposición Luz de España: Sorolla en colecciones americanas, y de su Custard Institute, creado por hace apenas dos años para investigar el arte y la cultura españoles, han sido fundamentales. Sus directores, Amanda Dothset y Gregory Warden, presentes este miércoles en el Prado, dejaban claro que Sorolla es una de las «razones de ser» de ambos centros.
Museo en obras
Si la presentación se ha celebrado en el Prado y no en la que es la casa natural del legado del pintor, el Museo Sorolla situado en la calle General Martínez Campos de la capital, es porque las obras de rehabilitación en este todavía no están terminadas, explicaba su director, Enrique Varela. El Prado, de todas formas, cuenta en su colección con 23 pinturas del autor valenciano, entre las cuales se encuentran algunas de sus obras más emblemáticas. El Museo Sorolla, para el que la autora de estos libros ya realizó hace unos años el catálogo razonado de las obras que se guardan entre sus paredes, ha tenido también un importante papel en la publicación de este general que se estrena ahora.

Imagen de la exposición ‘Sorolla a través de la luz’, celebrada en 2023 en Valencia. / Rober Solsona – EP
Varela destacaba que la de catalogar esa obra es una labor que no tiene un final claro debido a que, del pintor, hay piezas «que siguen aflorando, porque además de estar recogidas en grandes instituciones museísticas nacionales e internacionales, también están custodiadas en grandes y pequeñas colecciones particulares. Y esa es una labor de maestro cerrajero que ha tenido que hacer Blanca, la de penetrar en esas colecciones y que los propietarios de esas obras confiaran en ella para permitirle el acceso».
Maestros y mentores
Blanca Pons Sorolla, que en 2001 ya publicó la biografía Joaquín Sorolla. Vida y obra, ha realizado un recorrido por esos años iniciales de su bisabuelo, devoto de Velázquez y mundialmente reconocido como un maestro de la luz. De él dijo que «nunca dejó de experimentar para llegar a plasmar lo que su retina percibía con toda la pasión de su alma». Recordó además a sus «excelentes profesores y protectores», como Baltasar Perales, director de la Escuela Normal de Valencia, o Luis Santonja y Crespo, marqués de Villagracia, que costeó sus estudios en la Escuela de Bellas Artes de la ciudad levantina. Más tarde, otro de sus referentes sería el reconocido fotógrafo Antonio García Peris, que en 1888 se convertiría también en su suegro al casarse Sorolla con su tercera hija, Clotilde. Tras pasar un tiempo formándose en Roma, relataba la autora, Sorolla se acabó instalando en Madrid para estar más cerca de las exposiciones nacionales y también más cerca de París, la que por entonces era capital mundial del arte.
Pendientes todavía de publicarse los otros tres volúmenes que irán viendo la luz a lo largo de los próximos años, si esta obra monumental ha llegado a buen puerto ha sido, en parte, gracias a la pandemia. Durante aquel periodo, «el arte, una vez más, ejerció de sanador», recordaba la autora. «Y Sorolla, con su visión positiva y con su capacidad de emocionarnos, ensalzando todas las bellezas y particularidades de nuestro país, que son muchas, nos animó a seguir adelante», ha dicho evocando también a la veintena de personas que ha participado de manera directa en la elaboración del catálogo razonado. Fueron aquellos tiempos de confinamientos, con pocas distracciones, los que le permitieron terminar de catalogar los tres primeros volúmenes.
La presentación de este volumen coincide en el tiempo con la fase final para adjudicar las obras del museo dedicado al pintor con el que contará Valencia y que está impulsado por la Generalitat y la Hispanic Society of America (HSA). Uno de los últimos proyectos del president Carlos Mazón, el gobierno valenciano abonará 1,15 millones de euros anuales a la HSA durante un periodo de al menos cuatro años por el préstamo de las obras del pintor de las que son titulares, un dinero que supone un balón de oxígeno para la institución neoyorquina, que atraviesa serios apuros económicos. El concurso para la obra ha sido recurrido por el Colegio Oficial de Arquitectos de la Comunitat Valenciana (COACV), que rechaza que el concurso priorice la reducción de plazos por encima de la calidad arquitectónica. Por ahora, el contrato con la Hispanic Society of America tampoco ha sido firmado.