La UE anunció este miércoles la oficialización del fin completo del gas ruso en Europa para 2027. Pese a que todavía, a pesar de todo, los envíos de la nación euroasiática siguen siendo un elemento relevante en el suministro, los mercados no reaccionaron en absoluto. Los precios del megavatio hora de referencia en Europa, el TTF, caen hoy un 2,22% y ayer apenas repuntaron medio punto. Actualmente descansan en los 27,6 euros, un 40% más barato que hace un año por estas fechas.
Detrás de esta inacción hay dos elementos fundamentales. Los países más dependientes, según cree el mercado, triunfarán en una rebelión que ya han anunciado contra la medida y seguirán comprando energía rusa más allá de la prohibición. Por otro lado, los países menos dependientes que ahora están comprando pueden ignorar por completo las materias primas rusas ante una lluvia general de toneladas métricas de gas que cruza el Atlántico.
En definitiva, aunque se ha reducido mucho, las cifras todavía son reseñables. Según datos de la Agencia Internacional de la Energía, la UE está en camino de importar 20.000 millones de metros cúbicos de GNL ruso y cerca de 14.000 millones de metros cúbicos de gas ruso a través de gasoducto. De esos 14.000 millones, 10.000 vienen de acuerdos de suministro a largo plazo. Se trata de una clara reducción, pues la UE importó 20.050 millones de metros cúbicos de GNL ruso y 31.620 de gasoducto desde Rusia el año pasado, según datos de la Comisión.
La prohibición
Para entender los dos frentes que mantienen inalterados los mercados energéticos de Europa, primero hay que entender bien cuales son las medidas que ha tomado la UE. Según la propuesta actual, todos los acuerdos de suministro de gas ruso a corto plazo quedarán prohibidos a partir del 25 de abril de 2026. Por su parte, la prohibición a los acuerdos a largo plazo se dará a partir de enero de 2027.
Estos límites son diferentes para los pedidos por gasoducto, que tendrán algo más de margen. Los compromisos a corto plazo quedarán disueltos el 17 de junio de 2026. Por su parte, los acuerdos a largo plazo empezarán a deshacerse desde el 30 de septiembre de 2027. Esto, siempre que se estén cumpliendo los objetivos de almacenamiento de la UE. Si estos no se cumplen, el plazo se extiende hasta noviembre de este año.
Este cronograma ya prácticamente cerrado con fechas tan concretas aún no es totalmente firme. Se trata de un acuerdo provisional que tendrá que votarse en la próxima reunión de la Comisión el 15 de diciembre y que tendrá que recibir la luz verde del Parlamento Europeo para el 16 de diciembre. Además del gas, en el mismo acuerdo se ha hablado de que se reducirá la compra de barriles de petróleo y que harán una propuesta similar a este respecto para el primer trimestre de 2026. Ahora bien, ¿por qué si hay fechas tan claras y todo parece en orden, la reacción no ha sido una potente subida del TTF?
Los rebeldes seguirán comprando
Desde Energy Intelligence comentan que uno de los factores por los que no ha habido una gran presión ni tan siquiera en mercados locales muy expuestos al gas ruso es porque los mayores compradores tienen la intención de seguir comprando tras la fecha estipulada y muchas opciones de hacerlo sin consecuencias. Esta puede ser la próxima gran batalla legal en el seno de la UE que genere un choque entre los ‘sospechosos habituales’ y el resto del grupo.
La consultora energética comenta que «los participantes del mercado señalaron una creencia generalizada de que Hungría y Eslovaquia encontrarán una forma de seguir recibiendo suministros de volúmenes rusos incluso después de que la prohibición entre en vigencia, especialmente después de que el acuerdo provisional ya se había diluido con respecto a un borrador anterior».
Ese acuerdo ‘diluido’ que mencionan es una cláusula en el borrador que permite importar gas ruso siempre que se dé una situación de emergencia que suspenda temporalmente la prohibición. Esta propuesta, que no estaba en las primeras negociaciones, tiene grandes salvaguardas para que no se convierta en un coladero. De hecho, solo se puede activar cuando hay un estado de emergencia declarado por un Estado miembro y tiene un periodo limitado, solo pudiendo adquirir contratos a corto plazo.
Hungría ha aumentado las compras de gas ruso y este año declaró que recibirá 6.000 millones de metros cúbicos al cierre del año, según su propio ministerio de Energía. Una cifra récord con un aumento del 24% en valor respecto al año pasado. A pesar de que se cerró el último gasoducto que unía Rusia con Hungría por Europa, el país ha seguido recibiendo combustible de esta nación a través del Turkstream, el tejido que une el Viejo Continente con Asia a través de Turquía.
En el caso de Eslovaquia no hay tantos datos, pero también ha recurrido al Turkstream y, según datos de Global Energy, esta ruta (donde no especifican qué gas es ruso y cuál, por ejemplo azerí), representó el 34% del consumo de gas del país. Se calcula que se trata de unos 1.700 millones de metros cúbicos de gas.
En cualquier caso, o bien Hungría y Eslovaquia encuentran la forma de ocultar el origen del gas con reexportaciones a través de terceros países, una preocupación frecuente, o bien consiguen exenciones especiales a través de una dura batalla legal que ya está proclamada desde Budapest.
Ayer mismo, el ministro de Asuntos Exteriores, Peter Szijjarto, dijo en una conferencia de prensa que «aceptar esta orden de Bruselas es físicamente imposible para Hungría». El alto cargo argumentaba que al ser un país interior no pueden renunciar a esa fuente de energía y que, en consecuencia, su seguridad energética quedaba totalmente en entredicho. En consecuencia: «Tan pronto como se adopte formalmente el plan RePowerEU, lo impugnaremos inmediatamente ante el Tribunal de Justicia de la Unión Europea«.
Eslovaquia no se ha hecho esperar tampoco, aunque no ha respondido de forma tan contundente. El primer ministro del país, Robert Fico, calificó la decisión como «una medida perjudicial para Eslovaquia y toda la UE». En consecuencia, el presidente del pequeño país centroeuropeo ha confirmado que estudiarán si presentan una impugnación legal que acompañe a la de sus vecinos húngaros.
Al mercado no le importa
Más allá de que si estos dos países mantienen las importaciones por gasoducto, esto dejaría vivo parte del suministro. Hay otro motivo por el que los mercados ignoran por completo lo que pase con Rusia. «La reacción del mercado de gas natural de la UE fue moderada tras el anuncio del acuerdo provisional, ya que los comerciantes creen que el mercado seguirá estando bien abastecido cuando entre en vigor la eliminación progresiva», comenta Energy Intelligence. En resumen, «el mercado está demasiado ocupado esperando temperaturas más suaves como para reaccionar a una eliminación del gas ruso».
El precio del megavatio hora lleva ya tiempo cayendo por debajo de los 30 euros, volviendo a situarse en unos niveles cercanos a 2019 y 2018, antes de que la guerra de Ucrania hiciera estragos y convirtiera los precios energéticos europeos en una montaña rusa.
Con unas temperaturas más suaves crece la tranquilidad de unos envíos masivos desde EEUU (en particular tras los acuerdos de compra Trump-UE) y una demanda asiática estancada tanto por el clima como por su actividad económica. A partir de este invierno ya vendría una era de sobrecapacidad con un superávit de 65.000 millones de pies cúbicos de capacidad en el escenario base de la AIE. Según la AIE, esta gran sobreabundancia de gas generaría una caída del 40% en el TTF gracias a una capacidad de exportación de EEUU de 12,8 bcf al día. Por poner esta última cifra en contexto, EEUU pasará a suministrar un tercio de todo el GNL del planeta.
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