La relación entre Shakira y Gerard Piqué es, a día de hoy, mucho más pragmática de lo que jamás lo fue durante los meses (y hasta años) posteriores a su separación. Como ha podido confirmar este medio, ya no es Tonino, el hermano de la cantante, el intermediario entre ambos. Ya no hay mensajeros ni terceras personas encargadas de rebajar tensiones: hablan directamente por teléfono, pero sobre todo por WhatsApp, y «lo pueden hacer sin discutir».

Eso sí, es únicamente para organizar la logística con sus hijos. Ella pasa de polémicas, la vida la ha devuelto al nivel sideral que nunca debió abandonar y la venta de la casa que compartieron en Barcelona a Lamine Yamal la ha desligado definitivamente de cualquier resquicio emocional o material que quedara entre ambos. Esa es la nueva realidad que sostiene, por fin, una convivencia pacífica a distancia.

Las indirectas a Piqué de la nueva canción de Shakira: así es la letra de ‘Última’ (X: @Shakira)

Fueron precisamente las palabras de la cantante en una reciente entrevista las que desvelaron ese nuevo buen rollo. «También el padre, hay que decirlo, es muy disciplinado, porque es que no se puede triunfar de otra manera en cualquier oficio, la disciplina es básica. Ellos saben que no hay otra manera. Si hay que presentarse a algo, hay que ensayar, si hay que presentarse para un examen, hay que estudiar. No hay otra. Eso sí que es innegociable».

La gira, el cambio

Esta fotografía contrasta con el escenario que describíamos en Vanitatis en febrero de 2025, cuando informamos de que Shakira estaba centrada en su nueva vida en Miami, preparando su gira internacional y articulando un complejo sistema de viajes para que los niños mantuvieran el contacto regular con su padre. Entonces, Piqué se trasladó por temporadas a Estados Unidos, donde alquiló un apartamento para estar con sus hijos mientras su madre viajaba. Había entendimiento, poco a poco llegaba, pero la distancia seguía siendo amplia.

El marco para las buenas relaciones empezó a transformarse en agosto de 2023. Entonces ya adelantamos en Vanitatis que, pese al ruido mediático, Shakira y Piqué estaban cumpliendo el convenio «a rajatabla», lo que permitió una base mínima de confianza sobre la que, con los años, se ha ido asentando otra forma de comunicación. Y en junio de 2025 publicamos las claves de una nueva etapa emocional marcada por el hecho de que Shakira había decidido dejar atrás cualquier batalla personal: centrada en su carrera, con una gira histórica y un nuevo impulso vital, la artista optó por no entrar en provocaciones externas y mantener el foco únicamente en sus hijos.

Shakira junto a Gerard Piqué. (EFE/Miguel Rajmil)

A esa evolución interna se sumó un gesto determinante: la venta de la casa de Esplugues. La cantante había ordenado su desvinculación total del inmueble y del patrimonio compartido. Ese movimiento no solo cerró una carpeta material; cerró una emocional. A partir de ese momento, la relación se despojó de la última carga simbólica que quedaba del pasado.

Sin vínculo personal

El presente se explica así: Shakira y Piqué no han recuperado ningún tipo de vínculo personal más allá del estrictamente necesario, pero sí han alcanzado una suerte de reconciliación operativa, madura y estable. No hablan de ellos, no hablan de heridas, no hablan de reproches. Hablan de horarios, de vuelos, de deberes, de actividades y de calendarios. Y lo hacen sin ruido, sin terceros, sin tensiones añadidas y con la naturalidad que solo llega cuando ambas partes asumen que la vida ha seguido adelante por caminos distintos.

Esta reconciliación no es sentimental, ni pretende serlo. Es la reconciliación que llega cuando cada uno ocupa ya el lugar que le corresponde: ella en el centro de su carrera global; él consolidado en su universo empresarial, ambos volcados en el bienestar de sus hijos. Una reconciliación que se construye a base de silencios, mensajes prácticos y acuerdos que ya no necesitan ser negociados a través de nadie

La relación entre Shakira y Gerard Piqué es, a día de hoy, mucho más pragmática de lo que jamás lo fue durante los meses (y hasta años) posteriores a su separación. Como ha podido confirmar este medio, ya no es Tonino, el hermano de la cantante, el intermediario entre ambos. Ya no hay mensajeros ni terceras personas encargadas de rebajar tensiones: hablan directamente por teléfono, pero sobre todo por WhatsApp, y «lo pueden hacer sin discutir».