Hollywood vive una de sus mayores transformaciones en décadas: Netflix incorporará en su catálogo al centenario estudio redefiniendo el equilibrio entre lo digital y lo tradicional. Para el gigante del streaming es una apuesta ambiciosa; para la industria, un terremoto de consecuencias imprevisibles. Netflix anunció este viernes un movimiento que promete alterar de forma profunda el equilibrio de poder en Hollywood: la adquisición de Warner Bros. Discovery por 82.700 millones de dólares (unos 76.080 millones de euros). El acuerdo, pendiente aún del visto bueno de los reguladores estadounidenses y europeos, supondría la operación corporativa más ambiciosa en la historia de la plataforma y marcaría un antes y un después en el ecosistema audiovisual mundial. La compra, de materializarse, uniría bajo un mismo paraguas a la mayor plataforma de streaming de pago del planeta con uno de los estudios más antiguos y emblemáticos de la industria cinematográfica. Para Netflix, incorporar un catálogo que incluye franquicias tan lucrativas como Harry Potter, Batman o Superman, junto a una biblioteca clásica que abarca títulos esenciales como Casablanca o El mago de Oz, representa un salto estratégico colosal en su batalla por retener y ampliar su base de suscriptores.

Warner Bros no llegó a ser de Netflix sin competencia. Como ya avanzamos en su día, los conglomerados Paramount y Comcast también participaron en la puja por hacerse con el estudio. Sin embargo, la plataforma dirigida por Ted Sarandos y Greg Peters terminó imponiéndose gracias a una oferta económica contundente y a una promesa clave: mantener los estrenos en salas de cine. ¿Nos fiamos? Este compromiso no es anecdótico. Netflix, cuyo ADN se construyó sobre el consumo doméstico, ha sido históricamente reticente a la exhibición en salas más allá de los estrenos limitados necesarios para optar a premios. Vemos estrenos como el Frankenstein de Guillermo del Toro en pocas salas, difíciles de encontrar y con apenas una o dos semanas en cartelera. Sin embargo, de cara a seducir a Warner Bros. Discovery —y a tranquilizar a los sectores tradicionales de Hollywood—, la compañía se ha comprometido a conservar unas 15 películas anuales en cines, siguiendo el modelo actual del estudio. ¿Qué gana Netflix?

Según su director financiero, Spencer Neumann, la adquisición permitiría a Netflix «atraer y retener más suscriptores» en un mercado feroz en el que el tiempo de ocio del público es un recurso cada vez más disputado. Sarandos es aún más directo: «No podemos quedarnos quietos. Necesitamos innovar e invertir en historias que realmente importen al público, y este acuerdo va precisamente de eso». La plataforma no había intentado jamás una compra de semejante tamaño. Pero el contexto ha cambiado: con el auge de la competencia en streaming, el frenazo en el crecimiento de suscriptores y la saturación de mercados clave, Netflix quería un golpe de autoridad que consolide su dominio. La operación, no obstante, ha generado inquietud en el sector. Un grupo de productores ha enviado una carta al Congreso estadounidense alertando de sus «graves preocupaciones» ante la compra. La misiva, firmada de forma anónima «por miedo a represalias», sostiene que Netflix carece de incentivos reales para proteger la exhibición en salas. «Netflix ve cualquier minuto en un cine como un minuto que no se pasa en su plataforma», afirmaba la carta. «Tiene más incentivos para matar la exhibición en salas que para sostenerla». Pese a ello, Netflix insiste en su compromiso con el modelo híbrido, al menos en el corto plazo. El futuro de HBO y HBO Max La adquisición también otorgaría a Netflix el control de HBO, uno de los sellos televisivos más prestigiosos del mundo. Series como Juego de Tronos, Euphoria, The White Lotus o Friends podrían formar parte del catálogo ampliado de la plataforma. Greg Peters ha evitado concretar cómo se integrará HBO Max en la estructura de Netflix. «Es demasiado pronto», ha afirmado.

Lo único seguro es que, de aprobarse la operación, HBO y HBO Max seguirán funcionando como marcas independientes en el corto plazo. Otros activos y reorganización corporativa El acuerdo incluye los estudios Warner Bros., los derechos sobre Looney Tunes (sí, Bugs Bunny y sus amigos), y una amplia variedad de marcas audiovisuales. Sin embargo, no afectará de inmediato a los canales de cable de Warner Bros. Discovery. CNN, por ejemplo, será segregada como una empresa independiente que cotizará en bolsa, junto con cadenas como TNT, Discovery, HGTV y Food Network. Esta nueva entidad, bautizada Discovery Global, estará dirigida por Gunnar Wiedenfels, actual director financiero de Warner Bros. Discovery. El obstáculo final: los reguladores La aprobación definitiva depende ahora de los reguladores antimonopolio. La administración Trump, responsable de supervisar la operación, deberá determinar si la fusión amenaza la competencia en el mercado audiovisual. En Europa, las autoridades también examinarán el acuerdo con lupa. Si la adquisición fracasa, Netflix deberá abonar una penalización de 5.800 millones de dólares (unos 5.336 millones de euros) a Warner Bros – Discovery. Sin embargo, si es el estudio quien decide romper el acuerdo para aceptar una oferta superior, deberá compensar a Netflix con 2.800 millones de dólares (unos 2.576 millones de euros). El acuerdo incluye además una cláusula que impide a Warner Bros – Discovery buscar propuestas más altas de Comcast o Paramount, un blindaje que subraya la determinación de Netflix para cerrar la operación.

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