Este PSV-Atlético evoca a enfrentamientos anteriores y a delanteros como Memphis y Kezman, que vistieron ambas camisetas. También a un crack que jugó en uno de los dos equipos, y estuvo cerca del otro un par de veces. De hecho, ambos clubes llegaron a pugnar por su fichaje. La carrera de Ronaldo Nazario pudo haber sido bien diferente si, tras el Mundial de 1994, se hubiera ido al Atleti, que negoció por él, y no al PSV, donde jugó las dos siguientes temporadas, siguiendo así los pasos de Romario. Uno de esos no-fichajes rojiblancos que hubieran podido cambiar tantas cosas…
Era el verano del 94 y el Atlético, después de una calamitosa temporada en la que luchó por la permanencia hasta la última jornada, buscaba delantero tras la marcha del mexicano Luis García. Y Rubén Cano puso en la mesa el nombre de un prometedor goleador brasileño. Ronaldo, a punto de cumplir los 18 años, acababa de proclamarse campeón del mundo con Brasil e iba a salir de Cruzeiro. Y el argentino lo tenía casi cerrado para el club rojiblanco, aunque allí estaba acechando también el PSV.
“Lo había visto jugar con Brasil con 16 años. Cuando lo comenté, Jesús Gil me dijo que negociara. El PSV estaba ya allí para ficharlo por 600 millones de pesetas, demasiado para el Atleti, así que hablé con Cruzeiro para comprarle por 400 millones el 50% de los derechos. En Argentina ya se hacía eso de comprar derechos a medias. De ese modo podía estar mucho tiempo en el Atlético, solo que a la hora de cerrar un pase a otro equipo Cruzeiro pediría su parte, nada más. Pero el Atlético no se decidió y se fue al PSV”, explicó Rubén Cano.
Finalmente, el club madrileño incorporó al Tren Valencia (y a Simeone, entre otros muchos). La apuesta por el colombiano, procedente del Bayern, salió muy mal. Su pobre rendimiento y episodios como aquel “yo al negro le corto el cuello” que le dedicó Jesús Gil propiciaron su salida al año siguiente. Llegó entonces Penev, que en su único año conquistó Liga y Copa, y en el verano del 96, el Atlético buscaba de nuevo un goleador para su andadura en la Champions. Se acordó entonces de aquel viejo deseo: Ronaldo, que llevaba dos años deleitando en Holanda.
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A Gil le entusiasmaba Ronaldo, que pidió salir del PSV. Radomir Antic también quería al brasileño. Era la guinda del pastel para la conquista de la Copa de Europa. “Si sale del PSV, es para venirse al Atleti”, proclamaba el presidente, dispuesto a poner más de 1.300 millones de pesetas, aunque pronto tuvo que renunciar al anhelo. El club neerlandés pedía el doble y entró entonces en la puja otro pretendiente con mucha fuerza. El Barça, donde también había jugado Romario, se lo llevó por 2.500 millones, récord de la Liga, y el sueño del Atleti y de Gil se esfumó ya para siempre.
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