Volver a entrar en la histórica fábrica de Santana en Linares (Jaén) provoca una sensación extraña: una mezcla de nostalgia y de vértigo por lo que está a punto de arrancar allí dentro. Tras años de silencio, las naves vuelven a tener movimiento, ruido de herramientas y un ambiente de ilusión que se palpa nada más cruzar la puerta. Y hasta aquí hemos viajado para asistir a la inauguración oficial de la nueva etapa de Santana Motors y, de paso, echarle un primer vistazo al modelo encargado de abrir esta fase: el Santana 400.
La compañía quiere recuperar el papel industrial que convirtió a esta fábrica en un símbolo desde 1956. Y lo hace con un proyecto ambicioso: nueva dirección, nuevos socios internacionales y una línea de montaje operativa que ya está ensamblando las primeras unidades de este pick-up. De momento, la producción arranca enfocada al mercado español, Portugal, Italia, Andorra y Gibraltar, aunque la marca ya ha adelantado que también mira a otros países europeos y Latinoamérica.
El acto institucional reunió a autoridades autonómicas y nacionales, además de representantes del nuevo socio estratégico, BAIC Automotive Group. Un acuerdo que no sólo garantiza la fabricación del Santana 400, sino que abre la puerta a una futura gama completa de SUV que llegarán entre 2026 y 2028 en formato SKD para ser ensamblados en Linares. La dimensión industrial del proyecto es considerable: red comercial en plena expansión, posventa reforzada junto al Grupo JPG y una fábrica que está ampliando naves y reabriendo áreas que llevaban más de una década cerradas.
Un pick-up como primera piedra de su renacimiento
Pero el protagonista indiscutible de la jornada fue el Santana 400. Es el primer modelo de esta nueva etapa y llega con argumentos serios. Mide 5,52 metros de largo, tiene 3,30 metros de batalla y una caja generosa de 1.165 litros. Se ofrecerá siempre con carrocería doble cabina y en cuatro versiones: D, DS, PHEV y PHEV S. Toda la gama cuenta con homologación europea y comparte un planteamiento robusto: chasis de largueros, buena altura libre (24 centímetros), 80 centímetros de vadeo y ángulos todoterreno que cumplen de sobra con el ADN de la marca.
Se ofrece como diésel o como híbrido enchufable
La gama arranca con el 400D, un diésel de 2,3 litros y 190 CV que puede asociarse a cambio manual o a la automática ZF de ocho relaciones. La versión básica prioriza la simplicidad mecánica, con ballestas y un enfoque claramente profesional. Aun así, no renuncia a un equipamiento correcto: faros full LED, acceso sin llave… La variante DS introduce el cambio automático, suspensión multibrazo, llantas de 18 pulgadas, asientos calefactados y un conjunto más orientado a un uso mixto.
El otro gran protagonista es el 400 PHEV, que combina un motor gasolina 1.5 turbo con dos eléctricos para alcanzar 429 CV y 800 Nm. Sobre el papel sorprende, y en la práctica (aunque probamos una unidad preserie todavía sin potencia final) ya deja entrever una respuesta muy solvente fuera del asfalto. Dispone de reductora, bloqueo trasero Eaton opcional y 8 modos de conducción, además del curioso ‘giro de tanque’, que permite pivotar casi sobre sí mismo en zonas muy estrechas. Sus 120 kilómetros de autonomía eléctrica, la carga rápida y las funciones V2V y V2L lo convierten en un pick-up singular dentro del mercado europeo.
El interior, especialmente en la versión híbrida, ofrece una calidad y equipamiento notables: pantalla central de 14,6 pulgadas, instrumentación de 10,25 pulgadas, cámara 540º con vista de suelo, puertas traseras con apertura de 90º y detalles prácticos como el escalón motorizado para acceder a la caja o las estriberas eléctricas que emergen de debajo del coche al abrir la puerta.
Precios
Santana quiere posicionarse como un fabricante capaz de ofrecer vehículos robustos, bien equipados y con precios competitivos. Y aquí llega otro de sus argumentos fuertes: la gama arranca en 29.900 euros para el diésel y 44.700 euros para el PHEV (precios sin IVA).