Durante años, Kiko Rivera (41 años) ha confesado que le debía todo a Irene Rosales. Una década en la que la sevillana se convirtió en el motor de su vida junto a sus hijos. Sin embargo, tras su separación el pasado mes de agosto, lejos de amedrentarse, el Dj nos ha mostrado una versión renovada de sí mismo, muy alejada de la desolación.
Mientras Irene Rosales disfruta de su romance con Guillermo sin miedo al qué dirán, Kiko se ha volcado en la música y en el cuidado de sus tres hijos. El Dj ha utilizado su perfil de Instagram, donde acumula más de 1 millón de seguidores, como altavoz de sus sentimientos.
«Estoy viviendo el mejor momento de mi vida», afirma. Y es que aunque en un principio reconoció que se le hacía cuesta arriba la soledad, poco a poco va encontrando su lugar. «Cada día siento cómo las piezas encajan, cómo todo lo que he luchado empieza a dar frutos», continua.
Lejos de lo que se pueda pensar, Kiko se encuentra en calma y feliz. «Me despierto con ilusión, con la energía de quien sabe que está en su camino». Y se reafirma en una transformación que no ha hecho más que empezar y de la que está profundamente orgulloso. «He aprendido de mis errores, he crecido, he cambiado… y ahora por fin disfruto de esta versión de mí que nunca deja de avanzar», asegura con convicción.
El hijo de Isabel Pantoja concluye su reflexión con una auténtica declaración de intenciones: «Hoy brillo más fuerte que nunca, y lo mejor es que esto solo acaba de empezar. Y si algo he entendido en este proceso, es que la felicidad nace dentro de uno mismo. Sed felices».

Así es su actual relación con Irene Rosales
Fue durante sus vacaciones de verano en Menorca donde Kiko Rivera e Irene Rosales se dieron cuenta de que su unión se limitaba exclusivamente a sus hijas. «Nos dimos cuenta de que éramos familia, pero no nos notábamos como una relación», aseguraba la sevillana en su entrevista con Sonsoles Ónega. Una separación de mutuo acuerdo que fue promovida por el Dj. «A mí me cuesta mucho soltar y necesito ese empujón de la otra parte para tomar esa decisión, y los dos sabíamos que no éramos felices. No me dio miedo la conversación, y a él tampoco», reconocía Irene.
Cordon Press
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Y aunque las rupturas nunca son fáciles, mucho menos cuando se tienen hijos en común, Kiko e Irene han encontrado la estabilidad que les hacía falta para continuar con su vida por separado. Irene ha reiterado una y otra vez que el padre de sus hijas siempre tendrá un hueco en su corazón: «Es parte de mi vida y va a ser parte de mi vida». Una relación cordial con cariño y respeto por el bienestar de sus dos hijas.