Existen discos que brillan por una calidad artística atemporal. También hay discos cuyo principal valor es histórico, discos que señalan comienzos o finales de época. Álbumes que abren puertas por las que más tarde transitarán otros artistas. Hay ocasiones en las que un mismo trabajo puede reunir ambas condiciones, tener una valor artístico atemporal, y al mismo tiempo estar profundamente anclado en su tiempo histórico. “Ilegales” (1983), el disco debut de la banda de Jorge Martínez, pertenece a esa categoría, una categoría también extensible a sus dos trabajos siguientes, “Agotados de esperar el fin” (1984), y “Todos están muertos” (1985), deslumbrante arranque de una carrera que que llega hasta “Joven y arrogante” (2025), último trabajo de un grupo que muere con su líder y compositor. No habrá Ilegales sin Jorge Martínez.
Ilegales revolucionó el rock español en los primeros 80, del mismo modo que “Veneno”, “Nuevo Día” o “La leyenda del tiempo”, cambiaron para siempre el flamenco a finales de los años 70
Ilegales revolucionó el rock español en los primeros 80, del mismo modo que “Veneno”, “Nuevo Día” o “La leyenda del tiempo”, cambiaron para siempre el flamenco a finales de los años 70. Ilegales lo hizo además desde la periferia. No estaban en ninguna de las tres ciudades clave para entender el boom musical del tardofranquismo (Sevilla), la Transición (Barcelona) y los primeros años de la democracia (Madrid). Esa lejanía del centro de la industria musical dificultó algunas cosas, pero también facilitó otras, quizá cierta libertad para mezclar a su antojo influencias diversas sin tener que sujetarse a etiquetas demasiado rígidas.
La primera formación de Ilegales.
Formados a finales de los 70, a partir de un grupo anterior de corta vida, Madson, más tarde rebautizado como Los Metálicos, la primera oportunidad de Ilegales llegó en 1981 con el Concurso de Rock Ciudad de Oviedo, un tipo de certamen estrenado en muchas ciudades españolas al calor de la Transición democrática, cuando los ayuntamientos querían a través del rock and roll sacudirse la caspa franquista y darse un barniz de modernidad juvenil. El concurso fue bien a Ilegales, que gracias a él tuvo la oportunidad de grabar tres temas, “Europa ha muerto”, “La fiesta” y “Princesa equivocada”, y así presentarse con ellos en emisoras como Radio3, donde fascinaron a un joven e influyente Jesús Órdovas, locutor clave en su promoción y salto a la arena nacional:
“Cuando caemos en Madrid la movida se agota. Se había vuelto muy endogámica, estaba muy necesitada de sangre nueva… Realmente fue como quitarle un caramelo a un niño, porque lo llevábamos todo muy preparado, sabíamos perfectamente cómo funcionaba todo” explicaba Martínez en una larga entrevista publicada en Jot Down.
Ese talento musical y alguna que otra pintoresca anécdota, como una bronca a hostia limpia con Gabinete Caligari, propulsarían el salto al estrellato de un grupo al que no le faltó el éxito en su tiempo.
Macarrismo y sofisticación
Javier Gallego, músico, escritor y sobre todo presentador y director del programa “Carne Cruda”, resume el atractivo de aquellos primeros Ilegales en “una mezcla del macarrismo del punk y del rock duro con la sofisticación de la nueva ola”. Si en Madrid punkarras, rockerones y nuevaoleros circulaban por circuitos separados, algo que también tenía que ver con ciertas fronteras geográficas, culturales y de clase dentro de la ciudad, los salvajes asturianos liderados por Jorge Martínez demostraron al mundo que si eran buenas, todas las influencias se podían mezclar sin miedo en la batidora..
En Ilegales están los Sex Pistols, pero también The Clash, Pink Floyd, Code Blue, Elvis Costello, The Police o Talking Heads. No había que elegir, se podía consumir toda a la vez, y justo en eso estaba la gracia de un grupo que combinaba actitud punk y virtuosismo musical. Conclusión: Ilegales podía gustar tanto a los seguidores de Burning, Eskorbuto o Leño como a los de Alaska y Dinarama, La Mode, Radio Futura o cualquier otro grupo de la Movida Madrileña. “Tenían un pie en cada lado, y además tocaban mucho mejor que la media de los grupos de su época. Ellos siempre presumían de eso, pero es que además era verdad. Escuchas a Ilegales y notas que Jorge es un tipo que sabe tocar muy bien la guitarra, y además con esa voz afilada y esas letras que están llenas de provocación, de socarronería, de política… Era una persona mucho más intelectual y con más vueltas de lo que su personaje bocazas, provocador, acelerado, podía aparentar”.


Portadas de los tres primeros discos de Ilegales.
El músico asturiano Héctor Tuya también destaca la calidad técnica de Martínez y sus amplios conocimientos armónicos, e incluso físicos. “Era un poco mayor que la gente de la Movida. Había pasado antes por el rock sinfónico y llegó a los 80 con los deberes hechos”. Su cultura musical era además enorme. Extansa y tremendamente omnívora.
Tuya apunta que nada quedaba a la improvisación en la música de Ilegales. “Hay mucha disciplina, investigación y teoría científica sobre el sonido”. También explica otra singularidad de las canciones de Martínez: “Nunca tuvo demasiado apego a la rima. La mayoría de las letras no tienen rima y no pasa nada. Funcionan perfectamente”.
El norte estaba lleno de frío
Javier Gallego señala que quizá Siniestro Total y Kortatu sean los otros grupos contemporáneos con los que más está emparentado el estilo musical de Ilegales: “Hay un sonido del norte menos luminoso que el de la Movida Madrileña, que era más alegre, pero también más ajeno a los conflictos sociales de la época”.
El nihilismo y el fatalismo de Ilegales queda bien reflejado en los títulos de algunas de sus primeras canciones: “Tiempos nuevos, tiempos salvajes”, “Agotados de esperar el fin”, “Destruye” o “Todos están muertos”. Casi nada. La crisis económica y la reconversión industrial golpean fuerte en toda España, pero sobre todo en territorios como Asturies, y muy especialmente en ciudades como Xixón, donde Martínez, nacido en 1955 en Avilés, pasa su adolescencia y su primera juventud antes de mudarse a Oviedo, que en la segunda mitad de los 80 vive su particular movida con locales como La Santa Sebe o Misa de Doce.
Martínez, procedente de una familia noble venida a menos, no es un obrero ni un militante, pero disfruta en Xixón con la jarana y las pelotas de goma
Martínez, procedente de una familia noble venida a menos, no es un obrero ni un militante, pero disfruta en Xixón con la jarana y las pelotas de goma: “En la calle hay coches ardiendo, los parados se están divirtiendo ” canta en “El norte está lleno de frío”, de 1986, una canción inspirada en una mañana en la que el artista salió colocado de un after para meterse directamente en una de las habituales peleas entre la policía y los trabajadores de los astilleros gijoneses.
Jorge Martínez en los 80.
Las barricadas, el desempleo masivo, las protestas obreras y estudiantiles o la eclosión de la delincuencia juvenil y el consumo de drogas se cuelan en las composiciones de un grupo en cuyas letras también hay poesía, desamor, chulería, gusto por la violencia gratuita, humor, surrealismo y significados misteriosos como ese críptico “Yo soy quien espía los juegos de los niños. Si te descuidas estaré en tu bolsillo”.
Hector Tuya también pone de manifiesto el carácter profético de algunas de las letras de ese primer disco homónimo con el que Ilegales irrumpió con fiereza en la escena musical española: “No hay muro en Berlín”, “Europa ha muerto” o el inolvidable “Nuevos cantantes hacen el ridículo en viejos festivales como Eurovisión”. Una sentencia que lleva más de 40 años dando la razón a un artista único e irrepetible, que se ha ido en este aciago 2025 que pasará a la historia como un año de demasiadas pérdidas para la cultura asturiana.