2025 pareció esquivarle a los número 1 absolutos. Mientras que 2024 tuvo discos que al momento de publicarse fueron vistos clásicos tanto por la industria como por la crítica (desde Charli XCX con Brat a Dillom con Por cesárea), este año se caracterizó por no tener un norte definido. 

En parte, esto es porque vivimos en un mundo cada vez más acelerado —en el que las novedades apenas duran unas semanas—, y cada vez más personalizado —en el que los lanzamientos que llegan a todo el espectro de la sociedad son casi nulos-. Pero hay algo a nuestro favor: una gran variedad musical, donde los artistas buscan diferentes géneros, palabras, instrumentos y estilos para plasmar su visión y sus experiencias.

En este contexto en donde abunda la multiplicidad, el trabajo de revisitar, organizar y analizar lo que escuchamos es más importante que nunca: una escucha atenta no solo de la música, sino también de lo que resonó en las personas. Siendo plenamente conscientes de que una lista nunca es suficiente para dar cuenta de todo lo que ocurrió en un año, hoy presentamos los 50 álbumes que narraron este 2025

50. Tame Impala – Deadbeat

Columbia

Tame Impala - Deadbeat

Kevin Parker regresa inmerso en la escena rave de Australia occidental y la cultura bush doof (fiestas electrónicas al aire libre), dando como resultado un disco con una impronta marcadamente electrónica, pero también personal. A diferencia de su juventud aventurera de Innerspeaker o el anhelo romántico de Lonerism, el Parker actual reflexiona sobre responsabilidades, frustraciones, pérdidas y la dinámica familiar –el término “deadbeat” hace alusión a un ser vago, un bueno para nada. Todo eso lo vuelca en el disco a través de letras que añoran la juventud con resignación y rememoran amores pasajeros. Evolucionando pero sin innovar abismalmente, Tame Impala demuestra que quiere llegar a las fiestas cual Brat, pero sin disociarse completamente de su ADN. – Fiore Gonzalo

49. Alkoy – Valle Chacal Ki

Astral 369 Studio

Portada de Valle Chakal Ki de Alkoy.

Si una de las polémicas recurrentes del último tiempo fue si el rap es el nuevo rock, en Valle Chakal Ki podemos encontrar más de una respuesta. En un gesto de obra conceptual, Alkoy cambia el colchón rítmico y los tópicos tradicionales del combate puro por atmósferas oscuras, rayones de guitarras eléctricas y samples de jazz fusión. Junto a un pastiche de cartografías salteñas, Ismael Gómez susurra poesía para dinamitar lo que se esconde tras las calles apacibles y coloniales de una ciudad en donde todo parece estar en orden patricio. Con un estilo de escritura más intimista y maldita, el artista norteño emana de “indecisiones hechas tragedias» o “estados atentados» de intensidades subjetivas y recuerdos. Porque así como en el rock, tras el tormento, “rapear es hablar con el idioma de los que sueñan en cuna de proezas”. – Pablo Tobillo

48. FKA Twigs – Eusexua

Atlantic / Young

La pista está incandescente, los cuerpos están transpirados y FKA Twigs se siente bien: no hay lugar a dudas, Eusexua está sucediendo. El estado del ser que da nombre a su cuarto álbum de estudio —magnum opus consolidado sobre techno, garage y hyperpop— no da lugar a la quietud. Descrito por ella misma como un momento de claridad absoluta, “eusexua” no es el estallido de la dinamita, sino el momento exacto en que el fuego empieza a correr por la mecha. Con palabras filosas y una voz prístina, Twigs repta entre texturas brillantes que alcanzan un estado de gracia: el poder frontal de “Room of Fools” y “Perfect Stranger”, la inquietud revoltosa de “Childlike Things”, y la vulnerabilidad de “Keep It, Hold It” y “Sticky”. Eusexua propone una fusión entre cuerpo y mente a través de tracks mutantes y brutalmente honestos, convirtiendo al proyecto en una invitación a dejarse poseer por el pulso y habitar la luminosa intensidad del yo. – Julia Perata

47. Isla de Caras – Líneas generales

Rock City Agencia

Portada de Líneas generales de Isla de Caras.

En su cuarto disco, la música de Isla de Caras suena más directa, física y viva. Líneas generales condensa todo lo que la banda es hoy: una identidad afilada, sin disfraces, que no necesita explicarse. Grabado en cinco días en el estudio El Desierto de México, después de ocho meses de trabajo en Buenos Aires, el álbum destila una urgencia que se siente en cada riff y estribillo. El rojo como alerta. El sonido más frontal. Las letras como pequeñas verdades dichas al pasar. Atrás quedaron las colaboraciones de su EP Flores robadas: esta vez tenían algo nuevo para decir y querían hacerlo solos. Es un disco que busca romper con lo que hicieron, mientras atraviesa del susurro a la explosión, del recuerdo íntimo al coro compartido que pide pogo. Postales de una banda en movimiento, que no quiere repetirse y, en el camino, encuentra algo propio. – Juampa Barbero

46. Ileso – Corduroy

Inerme Discos

El trío marplatense Ileso presentó este año Corduroy, su primer disco de larga duración donde condensa el sonido agresivo del post hardcore, con letras crudas e introspectivas sobre temas como el machismo, la vulnerabilidad, la liberación animal y la realidad social. Ileso suena como la gris Mar del Plata en invierno: un sonido denso, pesado y filoso que busca hacerse lugar en el medio del vacío. En canciones como “Amor y rebeldía”, la banda no solo deja en claro la propuesta desafiante del disco —experiencia que se puede apreciar aún más en sus shows en vivo —sino que es una clara demostración del gran momento del hardcore punk argentino en la actualidad. – Nahuel Ugazio

45. Bandalos Chinos – Vándalos

Independiente

Portada de Vándalos de Bandalos Chinos.

Bandalos Chinos busca reinventarse con Vándalos, un álbum que toma cierta distancia de sus antecesores —la “trilogía Jodorowsky” de Bach, Paranoia pop y El Big Blue— para probar con un rumbo diferente. Ahora, acompañados por Fermín Ugarte en la producción, la banda oriunda de Béccar propone un disco largo en su estructura, pero también en su diseño y confección. A diferencia de sus otros discos, Vándalos contó con el privilegio de ser grabado en el propio estudio de la banda y en sus propios tiempos. El resultado es un álbum que trae nuevos sonidos, como las pinceladas disco de «El ritmo«, los mimos electropop al mejor estilo ABBA en «Revelación II«, y ciertos golpes de oscuridad en una estética que evoca al synth pop de los 80.  -Tomás Cabutti

44. Nina Suárez – El lado oscuro

Discos Laptra

Portada de El lado oscuro, disco de Nina Suárez

Todos tenemos un lado oscuro. “No es oscuro por ser maligno, es porque no se ve”, expresa Nina en un manifiesto que acompaña el lanzamiento de su segundo disco, sucesor del precoz y rockero Algo para decirte (2023). Sus nuevas composiciones exploran esa parte inherente a nuestra especie, que late y bulle desde lo profundo, una fuerza que se transmite de generación en generación. El tono conceptual se instala desde el primer tema: “Hace tiempo decidí dejar de creer en una salvación; de hecho ya no creo en nada”, canta en “La salvación”. Y si bien el relato es derrotista —salpicado de nihilismo existencial y nubarrones apocalípticos— está lejos de ser deprimente. La voz de Nina es un bálsamo luminoso: ofrece un testimonio visceral y honesto, la crónica de una mensajera de Hermes cruzando un campo en llamas sin quemarse, que se eleva por encima de la crudeza matizada de las guitarras, las percusiones embravecidas y unas líneas de bajo que atraviesan el aire como lanzas. Quizás el mayor descubrimiento sea “Última noche”, que incorpora unas teclas de ensueño y logra que su sonido alcance una nueva frontera. – Gabriel Ilieff

43. Ela Minus – Día

Domino

Tapa de Día, disco de Ela Minus

En el 2020, con su álbum debut Acts of Rebellion,Ela Minus invocó un estado de rebeldía colectiva que parecía estallar desde el corazón de una fiesta under en algún sótano oscuro. En paralelo al lanzamiento de aquel disco que la consagró como exponente de vanguardia dentro de la escena, la multiinstrumentista y compositora colombiana se enfrentó a una etapa de nomadismo y profunda introspección que desembocó en Día. La clave fue abrazar ese estado de incertidumbre, una especie de terapia volcada a la pista de baile. Por eso las canciones de Día suenan energizantes y expansivas: techno con impronta pop, pero sin abandonar ese costado más ambient y experimental. “Los pájaros nacidos en jaula, no le tenemos miedo a nada”, canta Ela sobre el final en “Combat”, como recordatorio de que, aunque este haya sido un viaje de superación personal, su pulsión revolucionaria permanece intacta. -Marina Cimerilli

42. Six Sex – X-Sex

Dale Play Records

Portada de X-sex de Six Sex.

En un contexto donde la actitud suele ser puro artificio, Six Sex entiende que la performance es un arma, el cuerpo un manifiesto y la música un juego que se gana siendo más audaz que el resto. La artista deja atrás el neoperreo para abrazar una electrónica filosa, cargada de deseo y vértigo. Cada track late con pulsión física, entre el sudor de la pista y el bajón del after. En este nuevo EP, convierte el beat en relato: narra la noche y sus consecuencias, el placer y sus fantasmas. No hay ironía ni escapismo, hay actitud como verdad, como territorio. Con X-sex, confirma que su pop no se domestica: se transforma, se multiplica, y te atraviesa sin pedir permiso. Es una entrega total, una puesta en escena de todo lo que arde y no se puede nombrar. – Juampa Barbero

41. Fonso y Las Paritarias – Fonso y Las Paritarias

Indie Folks

Arte de tapa de Fonso y Las Paritarias.

En su nuevo disco, Lucas Difonzo suelta el control y permite que su universo personal se expanda en clave colectiva. Fonso y Las Paritarias cristaliza el espíritu que venía gestándose en Día del trabajador: una banda que funciona como cofradía, sindicato o familia improvisada, unida por cables y guitarras. A diferencia de sus discos anteriores, este trabajo propone una voz plural donde la impronta de Las Paritarias —Elena Radiciotti, Octavio Majul, Martín Luchina, Sebastián Puntillo y Piter Mazda— se vuelve vital. Con una producción cuidada, el disco combina recursos clásicos, humor ácido y lirismo melancólico, para hablar de un presente incierto, sin futuro claro ni consenso posible. El ingreso de Elena como voz protagónica marca un quiebre: aporta una calidez imprescindible sin desplazar la estética difonzonista, sino enriqueciéndola. Fonso y Las Paritarias es un testimonio de época hecho con guitarras, ironía, ternura y oficio. Un acto de resistencia en clave de canción. – Fiore Gonzalo

40. Ca7riel & Paco Amoroso – Papota

5020 Records

Portada de Papota de Ca7riel y Paco Amoroso.

Con Papota, Ca7riel y Paco Amoroso entregan una sátira filosa de la fama y la cultura del éxito. El EP es una radiografía sin anestesia del mundo del espectáculo: ostentación, vacío existencial, cansancio y descontrol. Lejos de glorificar la industria, el dúo argentino la desarma con ironía, humor ácido y una estética sonora que combina techno, pop, jazz, percusión desbordada y sintetizadores elegantes. Cada track funciona como una miniatura del exceso: sobreestimulante, caótico y perfectamente producido. Papota no busca coherencia sino impacto, con letras que oscilan entre el absurdo y la confesión. Detrás del desparpajo, late un gesto claro: entrar en el juego sin someterse a sus reglas. En sus propios términos, Ca7riel y Paco critican desde adentro y, a la vez, te invitan a disfrutar del caos, sin culpa. Porque si todo es una farsa, la mejor respuesta puede ser reírse fuerte y seguir bailando. – Fiore Gonzalo

39. Blair – Bar Scorpios

Sony Music Entertainment Argentina

Arte de tapa de Bar Scorpios de Blair.

Con Bar ScorpiosBlair se consolida como una de las voces más personales del pop argentino. Su segundo disco está atravesado por el simbolismo católico, tanto en la dirección de arte como en las letras y en la producción que refuerza una estética singular e inquietante. A lo largo del álbum, la artista de Punta Alta, provincia de Buenos Aires, aborda temas como la muerte, la identidad femenina, el desamor y la culpa, envueltos en un pop que recurre a lo oscuro, lo grotesco y lo confesional. Las canciones construyen un universo donde la inmundicia se convierte en catarsis y el pecado se vuelve doble: haber cedido demasiado y haberlo permitido. En “Pecados brutos”, Mariana Enriquez da voz a las pesadillas; en “Carne viva”, Blair y Dillom relatan un crimen deseado al estilo Bonnie y Clyde. La figura materna aparece como herida viva, y Dios como una imagen ficticia que ya no alcanza. Hacia el final, “Sola (outro)” transforma el disco en un cuento de terror y fantasía, una charla con copas de vino en la que se llora, se baila y se invoca lo inconfesable. – Luanne Rodas Genez

38. Juana Rozas – Tanya

Sony Music Entertainment Argentina

Portada de Tanya de Juana Rozas.

Tanya es una figura que nace rota y se arrastra a través del fuego. Una heroína trágica que canta desde el delirio y la desesperación, un personaje que se desangra entre beats industriales, distorsiones metaleras, ambientaciones electrónicas corrosivas y hasta una chacarera deformada. En el segundo disco de Juana Rozas, nada suena limpio: todo está contaminado, huele a encierro, a noche larga. Tanya no busca redención, solo espacio para seguir cayendo. Se multiplica, se autodestruye, se sacrifica frente a un altar de texturas derretidas y grita, implora, seduce, se pierde. Es víctima y verdugo, estrella pop y espectro. No hay tregua, pero hay sentido. Uno oscuro, espeso, tan pulcro como venenoso. Es una descarga visceral que demuestra que Juana no tiene miedo de ir hasta el fondo, incluso si el final, aunque turbio, se parece un poco a la alegría. – Juampa Barbero

37. Lady Gaga – Mayhem

Interscope

Portada de Mayhem, disco de Lady Gaga

Mayhem recupera a una Lady Gaga afilada, vulnerable y plenamente vigente. El álbum retoma la energía pop que la colocó en el centro del mundo en la primera década de los dos mil, pero la combina con una madurez introspectiva que transforma su “oda a la rareza” en un territorio sensible y siempre teatral. En “Abracadabra“ y “Disease” aparece su costado más caótico; “Garden of Eden” y “Vanish Into You” despliegan una oscuridad más digerible y bailable; y también encuentran lugar baladas sensibles como “Blade of Grass”. Esa circulación entre diferentes registros le da al disco una amplitud emocional que sostiene su potencia. Y con estos nuevos hits (sumados a una presentación con más de dos millones de espectadores en Copacabana), Gaga terminó de demostrar este 2025 que su vigencia sigue marcando el pulso de la cultura musical global. – Valentina Gigena

36. Alex G – Headlights

RCA

Portada de Headlights, disco de Alex G

Cuando a principios de año Alex G anunció su fichaje con RCA, el escepticismo fue total. Si el entrañable músico de culto empezaba, de repente, a abrir shows para Foo Fighters, ¿significaba que se estaba “vendiendo”? Su décimo disco de estudio, Headlights, llegó meses más tarde con alguna que otra respuesta y, lo más importante, con nuevos clásicos para su catálogo. En “Beam Me Up” admite que hay cosas las hace por amor y otras por dinero; en “Real Thing” alude explícitamente al “dinero del sello”; y en “Afterlife” deja ver entre líneas que entre God Save the Animals (2022) y este nuevo trabajo ha sido padre. Ya desde el título del disco, Headlights (los faros de un vehículo), parece proyectar una imagen doble: un reflejo de su presente (el movimiento) y, a la vez, de futuro (la luz que guía). El nuevo disco de Alex G no necesariamente sorprende a sus seguidores, pero está lejos de defraudar. Sus canciones mantienen ese carácter atemporal, extraño, llevando el sonido del indie rock que parece cada vez más extinto a nuevos lugares: ahí está la maravillosa “Louisiana”, que arranca con el ruido de un motor y es pura adrenalina de principio a fin. – Rodrigo Piedra

35. Gaby Caniza – Rubicón

1/4 Compañía Discografía

Portada de Rubicón, disco de Gaby Caniza

“Este disco me ha salvado la vida”, escribió Gaby Caniza sobre Rubicón y eso se palpa: el álbum irradia la belleza propia de una obra concebida al borde del abismo. Cada una de sus canciones porta un pulso sanador, una fuerza reparadora que ilumina incluso los rincones más sombríos de sus pasajes. En estas diez piezas —entre ellas una bellísima versión a capela del bolero “La gloria eres tú”— Caniza despliega su costado más vulnerable: un corazón patagónico que late entre nostalgias, guitarras y una melancolía capaz de abrazar a los rotos, los desamparados, a los perdidos, y a quienes todavía creen en la belleza del dolor. “Quiero hacerte emocionar”, canta en el tema del mismo nombre, y lo cumple. Rubicón no solo conmueve, también acompaña, acuna y sostiene. – Lucas Santomero

34. Viva Elástico – Instantáneo

Geiser Discos

Portada de Instantáneo de Viva Elástico.

La noche es el escenario principal del quinto disco de Viva Elástico, el ring de cuatro paredes por el que circulan reflexiones y aforismos sensibles. Alejandro Schuster, cantante y guitarrista, se sumerge en la búsqueda por despojarse de todo aquello que estorba o desdibuja la mejor versión de uno mismo. Ya atravesados y asimilados los pasajes de iniciación, Schuster es un chamán lúdico y asertivo, consciente de las estereotipos y manierismos del ambiente. Gracias a eso, en un acto fresco de generosidad, comparte sin miramientos las fórmulas para sobrellevar el desencanto existencial. “Poesía, películas, humor absurdo y empiezo a sentirme mejor”, canta en “Metalero”. El frontman reacciona con madurez ante las posibles derrotas y se sirve de cada pista para reafirmar con desenfado sus intenciones. Una convicción que también se traslada a nivel musical. Los Viva Elástico pisan firme, adoptan un registro enérgico, añaden climas y texturas, se entregan a un pop rock detallista de guitarras matizadas y espacios luminosos. En “A veces casi”, canción cúlmine de Instantáneo, sintetizan su modus operandi: “Amamos experimentar y errar”, cueste lo que cueste. – Gabriel Ilieff

33. Niña Lobo – Montevideo despierta

Independiente

Portada de Montevideo despierta, disco de Niña Lobo

Niña Lobo es una banda engañosa. Las canciones de Montevideo despierta, su disco debut, parecen simples en la superficie, pero solo toma un par de escuchas darse cuenta del detallismo de la producción. Abundan los coros pegadizos, las melodías cálidas y las letras entrañables —“Llorando en el baño de un lugar en donde nunca quise estar“ condensa una experiencia universal y ni hablar de la dulzura de “Hay pocas cosas de las que estoy segura, y vos seguro sos una“ en “Flores celestes”. Pero también hay teclados que construyen atmósferas, ritmos dinámicos, y guitarras que juegan entre la leve distorsión y la elegancia. Incluso invitan a instrumentos de vientos a ser parte de “Tormenta” para imitar el fenómeno meteorológico, haciendo que la canción crezca como relámpagos acercándose. Montevideo despierta es un disco que encaja en esa difusa etiqueta de “indie“, ejecutado con precisión y una gran dosis de emoción. – Juana Giaimo

32. Kill Flora – Entre sueños y distorsiones

PopArt Discos Internacional

Portada de Entre sueños y distorsiones, disco de Kill Flora

Desde el sur del conurbano, Kill Flora salda una deuda con su historia en los escenarios. En su primer larga duración, la banda de Quilmes materializa finalmente esa energía que venían puliendo desde “Estaba tan segura”, donde la armonía entre las voces de Ana Julia González y Lucía Szellner alcanza su clímax mientras cantan en cánon. “El chico de Paraguay” demuestra su rango para erupcionar con la irreverencia del punk, mientras en “Tanto viento” alcanzan una síntesis a través de la delicadeza de sus voces a la vez que el bajo y el ritmo suenan contundentes, consolidando una identidad que oscila entre lo angelical y lo implacable. Con el sosiego de sus melodías y su accesibilidad pop dinámica y divertida, Kill Flora logra algo casi imposible: transmitir urgencia y atemporalidad al mismo tiempo. – Delfina Montagna

31. Bad Bunny – Debí tirar más fotos

Rimas

Portada de Debí tirar más fotos de Bad Bunny.

Debí tirar más fotos es el disco que Bad Bunny siempre quiso hacer. Más que una colección de canciones, es una obra que evoca un espíritu nacionalista para reivindicar la cultura de Puerto Rico. Para lograrlo, sampleó a grupos icónicos como El Gran Combo de Puerto Rico, rindió homenaje a Willie Colón y Toñita, y colaboró con talentos de su tierra natal como Dei V, Chuwi, Omar Courtz, RaiNao y Los Pleneros de la Cresta. Bad Bunny reúne 30 años de nostalgia para crear 17 canciones canciones que retoman estilos tradicionales de la isla, invitando a todo el mundo a conocer el lugar en el que creció.  – Fiore Gonzalo

30. Santiago Motorizado – El retorno

Independiente

Portada de Santiago Motorizado: El retorno.

Si hay algo que Santiago Barrionuevo logró demostrar a lo largo de todos estos años al frente de El Mató a un Policía Motorizado es su don casi divino para conmover con las palabras justas, sin caer en golpes bajos ni metáforas forzadas. El retorno, su tan esperado disco solista, condensa esa sensibilidad con la fuerza de una anécdota inmortal: esa que se repite en cada reunión de amigos y, con los años, adquiere nuevos matices y colores, pero siempre desemboca en una celebración fraternal. En estas once canciones —viejas y nuevas—, Santiago combina melancolía pop y alma lo-fi para construir una autobiografía emocional donde el amor, la amistad y la nostalgia ocupan un lugar central. – Lucas Santomero

Anomalía

Portada de Extrañamente de Nadar de Noche.

En su segundo disco, Nadar de Noche —la banda formada por integrantes de Temporada de Tormentas, Archipiélagos y Fin del Mundo— se mueve entre sintetizadores y arreglos de cuerdas sutiles que construyen un clima de trance nocturno, como si la voz de Lucas Andreu atravesara una ciudad ficticia con mensajes por entregar. A lo largo del tracklist se destaca el trabajo de guitarras: sus líneas dejan espacio para que la batería, el bajo, las percusiones y los teclados jueguen entre la repetición y la sorpresa. “Temporal” resume bien el recorrido del disco: una introducción con guitarras acústicas que transmiten calma desemboca en un entramado instrumental cada vez más denso, hasta rozar el ruido. Extrañamente es un disco melancólico, pero también luminoso, que deja atrás el dramatismo para proponer un tipo de emoción más contenida. Suena a una búsqueda colectiva que cruza influencias del pop, el math rock y la electrónica sin perder sensibilidad. – Gerónimo Kener

28. Juan Wauters – MVD Luv

Captured Tracks

Portada de MVD Luv, disco de Juan Wauters

En un año musical marcado por regresos a las raíces, quizás el retorno menos forzado fue el de Juan Wauters. En 2024, el músico uruguayo se encontró en Montevideo, criando a su hija y grabando por primera vez en su ciudad natal, lejos del Nueva York que lo había adoptado durante más de 20 años. El resultado es MVD LUV —o Amor Montevideo—, donde traza un mapa emocional de la ciudad sin convertirla en una postal. Junto al productor Leandro Aquistapacie, fueron a buscar a músicos de distintos rincones de Montevideo y grabaron donde la canción lo pedía, sea en casas, calles, terrazas o asados. De ahí que las percusiones sean una textura omnipresente en el disco (uno de los primeros recuerdos musicales de Wauters es el de escuchar la murga de los carnavales y el candombe en las fiestas de fin de año). En canciones como “Aeropuerto”, “La Lucía” y “Mutuación”, las figuras de Eduardo Mateo y Jaime Roos aparecen no como un homenaje directo, sino como una herencia inevitable. En ese cruce entre lo nativo y lo adoptado, Wauters redibuja su identidad de nómade y se reconcilia con sus raíces, encontrando una versión de sí mismo que contiene multitudes sin necesidad de explicarse. – Eric Olsen

27. Juan Lopez – El álbum negro

Independiente

Portada de El álbum negro, disco de Juan Lopez

Si en la portada de su disco anterior, Culiado, se veía al artista cordobés sonreír con una herida fresca en la mejilla, acá aparece ese instante de black-out después de un golpe fatal. El álbum negro es como un collage de crudezas que aparecen cuando miramos de frente a la oscuridad plena: ideas que chocan, capas que se abren y se desarman, y una producción —del mismo Juan Lopez con aportes de Paul Coronado y Javier Kalwill— que mezcla ecos de shoegaze, cortes digitales y distorsión punzante. En tiempos de atención dispersa, el disco está orquestado para condensar una catarata de emociones en menos de 30 minutos. El álbum negro es un break-up album atravesado por la sensación de querer frenar el tiempo antes de que todo se rompa y, a la vez, aparece un malestar más terrenal, casi de post-teen angst: sin proponérselo, suena más maduro que muchos artistas ya entrados en los 30. El resultado es un disco tan íntimo que termina hablando por una generación que creció entre la ansiedad, la autoficción y la búsqueda de algo verdadero por fuera de las pantallas. – Eric Olsen

26. Varese – Tregua

Indie Folks

Portada de Tregua, disco de Varese

En tiempos donde la vida cotidiana se parece más a un sistema operativo hipercargado que a una experiencia humana, Tregua aparece como un glitch necesario en clave cyberpunk. Varese abre nueve portales ruidosos, físicos y eléctricos donde la presión social, económica y tecnológica se condensa hasta convertirse en energía bailable. No hay alivio: hay intensidad, choque, una música que respira como lo hace la noche —apretada, urgente, cargada de estímulos. El dúo marplatense afila su identidad y entrega su trabajo más directo, un álbum que piensa la electrónica como territorio emocional y también como diagnóstico de época. Entre beats que tambalean el pecho, riffs tensos y atmósferas de neón, Tregua funciona como un espacio paralelo donde la saturación encuentra forma y la rabia se organiza en ritmo. Es un disco que no anestesia: despierta, ordena, sacude. Una pausa construida a pura electricidad. – Juampa Barbero

25. Viagra Boys – Viagr Aboys

Shrimptech Enterprises

Portada de Viagr Aboys, disco de Viagra Boys

Las líneas de batalla fueron trazadas, descartadas y recuperadas en clave humorística en el cuarto disco de la banda sueca. Con un narrador alérgico a la solemnidad, se nota ya desde el título el enfoque jodón que el cantante Sebastian Murphy adelantó que este disco iba a tener. Aún manteniendo el bajo —que ya se convirtió en insignia— y la fórmula postpunk que los llevó a la cima, los Viagra Boys arremeten contra múltiples frentes. Con la misma naturalidad con la que prueban un músculo melódico casi britpop en “The Bog Body”, retoman el papel de animales en “Uno II” y se permiten giros inesperados como “Medicine for Horses”, una balada donde una voz femenina inyecta la delicadeza de la que los Viagra Boys carecen, permitiendo a este cuasi-homónimo abarcar muchos más espectros de los que incluso se propone. Desbloqueados por la premisa de la estupidez deliberada, no pueden evitar sonar astutos desde la lírica y precisos desde la instrumentación, confirmando que el chiste va muy en serio. – Delfina Montagna

24. Perro Fantasma – Cuando llega la noche

Mil gatitos muertos

Portada de Cuando llega la noche de Perro Fantasma.

La hora oscura es el hábitat natural de Perro Fantasma, el escenario ideal para sus canciones, un portal entre lo real y lo imaginario. Cuando llega la noche, su tercer disco, está habitado por brujas, guitarras como charcos y baterías que retumban como en un descampado. Como el vino, el sonido de Perro Fantasma se vuelve más profundo con el tiempo, con más ecos y más nostalgia. Sus canciones ya no buscan nitidez, sino que se disuelven como niebla entre sombras. La comparación con Sumo es inevitable: no solo por el origen extranjero de sus voces líderes, sino por cierto aire de nocturnidad urbana que atraviesa ambas propuestas. La cantante y escritora francesa Pauline Fondevila recorre este disco como quien deambula por una ciudad que conoce hace casi veinte años, pero que aún le resulta ajena. La única luz verdadera aparece en “Ilusión revolución”, cuando trata de describir lo que se sintió como “una ilusión, una intención, el deseo de una revolución”. Es el momento más luminoso del álbum, un destello de certeza en un viaje lleno de intuiciones. – Eric Olsen

23. El Club Audiovisual – Relicario

Hora Cero Records

Portada de: El Club Audiovisual - Relicario (2025)

Cuando se dice que una banda maduró, generalmente suena vacío: ¿por qué consideramos ciertos géneros musicales más maduros que otros? Pero en el caso de Relicario de El Club Audiovisual, se puede decir que el crecimiento no vino por cambiar su sonido, sino por cómo la banda se nutrió de su propia historia para crecer. Aprendieron a balancear el shoegaze de su debut, No estamos tan solos (2020) y el pop punk de su segundo disco homónimo para sacar lo más emocional de ambos géneros. La distorsión de guitarras está siempre presente, como también el dinamismo y la agilidad de las melodías. A la vez, todo el disco parece querer romper paredes, salir del encierro introspectivo, como se ve en el salto del bedroom pop a banda completa de “No soy yo” o en la vulnerabilidad absoluta de baladas como “Lejos de mí” y “Antes de que vuelvas”. Cada canción tiene una producción —a cargo de Estanislao López— detallista y preciada, haciendo que el título sea más que acorde. – Juana Giaimo

22. Lorde – Virgin

Republic

Portada de Virgin de Lorde.

Después de Solar Power (2021), un disco con un pulso relajado y levemente inspirado por la psicodelia y el folk, Lorde volvió a sus raíces musicales con Virgin: canciones que deambulan por la ciudad frenética, buscando los recovecos nocturnos de la mano de sintetizadores y beats electrónicos. Con su voz instantáneamente reconocible —temblorosa, con un fraseo casi hablado que, a la vez, se deja llevar por la suavidad de los suspiros—, Lorde hace una radiografía de su identidad. Su cuarto disco es una reflexión sobre los altibajos emocionales de sus últimos años, pero también sobre lo que la llevó a estar en el presente hoy, desde vínculos románticos fallidos (“What Was That“) al peso de la herencia (“Favourite Daughter”), pasando por trastornos alimenticios (“Broken Glass”). Cuando llega el final con “David“, se siente como si hubiera depurado todo lo que la atormentaba adentro: “En Sunset Tower, vos dijiste: ‘Abrí la boca’; lo hice y lo que salió escupido ese día fue la verdad”. – Juana Giaimo

21. K4 – Yo también les tengo miedo

Bohemian Groove

Portada de Yo también les tengo miedo, disco de K4

En Yo también les tengo miedo, K4 deja de construir monstruos para enfrentarse al suyo. Después de años escondido detrás de distorsiones y personajes que gritaban por él, el golpe llega desde otro lado: la fragilidad. La crudeza aparece en forma de piano roto, respiración entrecortada y melodías que parecen escritas en una habitación que todavía huele a desvelo. “Mabel” abre un surco emocional, “Piedra marplatense” expone una intimidad que él mismo creyó imposible y “Seguí no pares” enciende un impulso que atraviesa el cuerpo entero. El proceso también marca una transformación: K4 arma banda, comparte sala, prueba, corrige, expande. El sonido crece a partir del roce colectivo y la vulnerabilidad se vuelve estética central. Yo también les tengo miedo es el registro de ese salto al vacío: un disco inquieto, vulnerable y filoso donde la sensibilidad deja de ser un enemigo y se vuelve la forma definitiva de avanzar. – Juampa Barbero

20. Candelabro – Deseo, carne y voluntad

Independiente

Portada de Deseo, carne y voluntad, disco de Candelabro

Una experiencia traumática y un diagnóstico de cáncer inspiran la columna vertebral de Deseo, carne y voluntad, un trabajo en el que Candelabro se propone desafiar los cimientos sociales de Chile. El disco es una ceremonia religiosa de más de 70 minutos de duración que mezcla post rock, chamber rock y ska en medio de referencias a la cultura chilena popular, poesía y alusiones al cristianismo. Hay una armonía particular en lo que hace Candelabro; las letras son profundas, plantean una imagen visual que se va creando a medida que tocan los acordes de la canción. Pese a que cuentan con sintetizador, guitarras, bajo y batería, el saxofón es el que marca altos y bajos en las canciones. Candelabro mezcla intensidades, introduce instrumentos en medio de las melodías, hace cambios de tonalidades, se atreve a experimentar en medio de lo que presentan como su zona de confort. Logra lo que parece imposible cuando se trata de canciones que sobrepasan los 6 minutos de duración: el que una persona quiera continuar con la escucha. -Ignacia Gutiérrez

19. Milo J – La vida era más corta

Sony Music Entertainment US Latin

Tapa de "La vida era más corta" de Milo J

En tiempos de frenetismo y descarte musical, elegir volver a lo autóctono no es ingenuo, sino un manifiesto político. En La vida era más corta, Milo J planta bandera en las raíces para ayudar a una generación de jóvenes que buscan referencias identitarias en la música nacional. Construye un puente para acercarnos a nuestros géneros como el folklore, el tango y el carnavalito, con colaboraciones de Soledad, Silvio Rodriguez, Cuti, Roberto Carabajal, Trueno y la aparición de la voz de Mercedes Sosa. En el disco abundan los mensajes contundentes dichos de manera simple y accesible para todos: es la emocionalidad pura de un pecho erguido que no siente vergüenza de ser. – Fiore Gonzalo

18. Oklou – Choke Enough

True Panther

Portada de Choke Enough, disco de Oklou

El debut de la artista francesa Oklou (pseudónimo de Marylou Mayniel) se puede describir como pop experimental: combina producción sintética y espaciosa con ecos de trance, ambient, dance pop europeo e hiperpop. En sus arreglos, abundan las voces susurradas y sintetizadores que buscan más atmósfera que impacto, moviéndose en bucle constantemente. De la misma forma, las letras proponen un viaje íntimo sobre el deseo, la duda y la necesidad de sentirse tocado por alguien más. En un contexto marcado por la búsqueda de nuevas formas de comunicarse en medio de la saturación excesiva, Choke Enough consigue capturar el estado emocional de una generación que quiere encontrar sentido en medio del ruido. – Paula Luciana Lugones

17. Rusowsky – Daisy

Rusia-IDK / Warner

Portada de Daisy, disco de Rusowsky

Daisy es uno de esos álbumes difíciles de encasillar, pero con un sello de autor muy claro. A sus 26 años, Rusowsky deja el bedroom pop para lanzar su primer disco de estudio: una obra donde convergen géneros que solo él puede hacer convivir. Con colaboraciones tan variadas como Ralphie Choo o Las Ketchup, y samples de himnos como ‘Papichulo‘ de Lorna, el madrileño se mueve entre el flamenco, el R&B, el reggaetón, el pop y más. Cada canción nos transporta a un mood distinto, combinando estos referentes musicales con sonidos propios de alguien que creció navegando por Internet. Un álbum que parte del pop de vanguardia madrileño —escena que comparte junto a su productora Rusia IDK—, pero que Rusowsky toma para crear una identidad propia. – Sofía Chaieb

16. Javiera Mena – Inmersión

Geiser Discos

Portada de Inmersión, disco de Javiera Mena

La construcción de una obra propia parece ser una búsqueda importante en el recorrido de Javiera Mena. Pero esa búsqueda tiene la particularidad de reparar en que ese deseo de construcción de algo más grande que uno no se transforme en un acto de narcisismo solemne, sino en una aventura, un juego. La artista chilena ha sabido invitar a bailar, otras veces a pensar, a medida que explora, abandona y revisita texturas y sonidos. En Inmersión, sobre todo, reafirma un denominador común a lo largo de su discografía: de la forma que fuere, su música siempre cautiva. Aunque sin dejar de contar con un nivel de producción considerable, lo orgánico gana terreno en la instrumentación y aporta cierto despojo a las 10 canciones que narran breves historias de no más de 3 minutos. El beat se subordina a la sensualidad curvilínea de un puñado de baladas que enamoran al mismo tiempo que ya invitan a pensar cuál será la próxima cara de la cantautora chilena, quien a esta altura ya acumuló credenciales suficientes para ser una de las referencias obligadas del pop en América Latina. – Santiago Berisso

15. Hannie Schaft – Este es el lugar

Anomalía

Portada de Este es el lugar de Hannie Schaft.

Con ese vértigo atractivo de cada vez que nos asomamos al abismo, Este es el lugar habita un espacio intermedio entre claustrofobia y sosiego, como en un pozo que invita a adentrarse en él. Con sus voces lejanas, sus acordes de guitarra desgarrados, punteos disonantes y la construcción letárgica de sus percusiones, Hannie Schaft se balancea entre distancia glacial y calidez melódica. A medida que avanza en su complejidad, el álbum propone una lógica interna al caos. En su primer álbum de estudio, la banda —integrada por Patricio Ferreyra en guitarra y voz, León Taubas en bajo y Valentino Dubarry como multiinstrumentista— convierten tensión en persuasión narcótica. – Delfina Montagna

14. María Wolff – Rápido mamá

Geiser Discos

Portada de Rápido mamá de María Wolff.

Después de un debut osado y de perfil bajo en 2018, María Wolff volvió en 2025 con su primer disco de larga duración. Producido y mezclado por Alex Anwandter, Rápido mamá presenta una nueva faceta de la artista: más visible, más directa, pero igual de impredecible. Las participaciones de Fernando Samalea y Ramiro Flores aportaron brillo a un repertorio que ya había sido anticipado por los singles “Rápido mamá” y “Mi novia no me banca más. Lejos de repetir la fórmula de su primer EP —cinco tracks instrumentales o en lenguaje inventado, con pianos eléctricos, pulso hiphopero y tracción a sangre—, este nuevo trabajo amplió su alcance y llegada. Tras varios años de silencio, Wolff demuestra que no necesita una trayectoria previa para dejar una marca fuerte, y que el tiempo de espera también puede ser una forma de construir misterio. – Juan Pérgola

13. Pulp – More

Rough Trade

More, nuevo disco de Pulp

Han pasado casi 24 años desde que Pulp publicó nueva música y mucho ha cambiado en el mundo desde entonces. More confirma que Jarvis Cocker y compañía siguen fieles a esa capacidad de observar, diseccionar y poetizar la vida cotidiana. A lo largo de sus once canciones, Pulp retoma los temas clásicos del repertorio: la vida suburbana, el amor extraño, la adultez y el absurdo de la vida moderna. “Grown Ups” se posiciona perfectamente en esta narrativa, con una gracia y fluidez en sus letras que la vuelve destacable, mientras que la existencial “Farmers Market” remite a un jazz suave con tintes de britpop. En “My Sex”, Jarvis juega tanto con lo absurdo como con el romanticismo, para luego llevarnos directo a la pista de baile con “Got to Have Love”, un himno que parece salido de un club ochentoso. Después de dos décadas, More demuestra que todavía quedan muchas historias por contar dentro del universo de Jarvis Cocker. – Valentino Marcello

12. Nota – Subidos al pony

Hora Cero Records

Portada de Subidos al pony, disco de Nota

En un mundo donde abundan las “Almas que no responden más a los nuevos sonidos de este planeta”, nace Subidos al pony, un disco realista no por decir “clonazepam” o tener una canción titulada “MSA”, sino por la cotidianidad con la que habla de realidades relacionadas a la salud mental, la sociedad, la crisis económica y hasta el vínculo con Dios. Si bien es una producción menos rústica dentro del repertorio del Nota, mantiene su crudeza y rareza; conserva sus ruidos de púas, su sensibilidad punk y una voz al frente en la mezcla, con altibajos, sentimientos palpables y agudos que explotan en los shows en vivo. Subidos al pony condensa un clima social colectivo actual, con el potencial para deshacer brechas culturales utilizando lo que tenemos todos: emociones. – Luanne Rodas Genez

11. Blood Orange – Essex Honey

RCA

Portada de Essex Honey, disco de Blood Orange

A Dev Hynes le tomó seis años publicar Essex Honey luego del éxito de Negro Swan (2018). En parte es porque vive metido en el estudio. Suele decir que su música es demasiado íntima porque responde a su deseo, y no entiende cómo traducirla al show en vivo. En cambio, la creación detrás de escena es lo que mueve su espíritu —por eso produjo para figuras como Britney Spears, The Chemical Brothers,Kylie Minogue, entre otros. Essex Honey, su quinto disco bajo el nombre Blood Orange, es un trabajo marcado por el duelo ante la pérdida de su madre. Un álbum tan introspectivo como experimental, con grabaciones de campo analógicas que se superponen con conversaciones cotidianas, cuerdas, funk melancólico y las voces de Caroline Polachek, Lorde y Mustafa. Buscando algo de paz en este mundo caótico, Hynes encontró el equilibrio en el paso del tiempo. – Nicolás Adet

10. MissLupe – Reset

Emotiva Records

Portada de Reset de MissLupe.

Reset es una carta de amor a la música house. El esperado primer disco de la cantante, DJ y productora argentina celebra la pista como un lugar de comunión y reivindica las raíces del género como un espacio de contención para la comunidad queer, especialmente cuando la realidad política afecta a esos mismos cuerpos que transpiran en la pista. Tomando elementos como sintetizadores de los 90, MissLupe no romantiza el pasado, sino que agarra esa fantasía de cuando los tiempos eran mejores y la trae al presente, la desdobla sobre la pista y fragmenta esa idealización entre vocales chopeadas y altos bpms. Porque salir a bailar en esta ciudad es encontrar placer en los márgenes, y habitar ese límite implica un riesgo que vale la pena correr. «Buenos Aires es una ciudad que esta muy bailada. Es-ta-muy-bai-lada», susurra Lupe en un track hipnótico, y tiene mucha razón. Aunque la fiesta a veces nos haga llorar, volvemos igual, porque la cultura también se está construyendo en nuestras pistas argentinas, y no solo desde Berghain. – Chiara Pizzichini

09. Hayley Williams – Ego Death at a Bachelorette Party

Post Atlantic

Portada de Ego Death at a Bachelorette Party, disco de Hayley Williams

Los discos suelen abordar una temática particular —separación, lucha social, salud mental, fantasía—, pero en la vida, todas estas cosas suelen pasar a la vez. Como un corte transversal, Hayley Williams logra abordar estas temáticas en Ego Death at the Bachelorette Party, su tercer disco solista por fuera de Paramore, sin dejar de crear una experiencia de escucha coherente. Con una atmósfera que alterna entre lo apesadumbrado y lo etéreo, Hayley muestra que su voz no es pura potencia, sino que se luce en los recovecos de las emociones. Se anima a casi rapear con altanería cuando aborda la libertad de terminar su contrato con Atlantic Records después de 20 años (“Ice in my OJ”); se entrega a la oscuridad tétrica para describir cómo su ciudad natal está repleta de racistas hipócritas con armas (“True Believer”); y se evaporiza en la suavidad del dream pop cuando se imagina a sí misma como Scarlett Johansen en Perdidos en Tokyo para hablar del anhelo y del amor perdido (“Dream Girl in Shibuya”). A lo largo de todo el disco lo que persiste es su vulnerabilidad, el reinventarse levemente en cada canción sin dejar de ser ella misma. – Juana Giaimo

08. Turnstile – Never Enough

Roadrunner

Portada de Never Enough, disco de Turnstile

Cuatro años después de Glow On, Turnstile redobla la apuesta y plantea una continuación donde los riffs y la batería son más veloces cuando deben serlo y la sensibilidad pop es más emotiva que nunca. Ante la ida de su compositor principal Brady Ebert, el quinteto de Baltimore elude la presión de superar su disco más emblemático mediante un trabajo conceptual, sin barreras sonoras. A esta altura, la discusión sobre si son una banda hardcore es irrelevante, ante canciones que pregonan una paleta de colores que nacieron para ser tocadas en vivo, desde el descontrol punk de “Birds” o “Sunshower”, a la melodía bailable de “I Care”, hasta el conmovedor final de “Magic Man”, con la voz de Brendan Yates en dueto con sintetizadores. Turnstile expone su visión del mundo: generar una comunidad sin importar el tamaño, para lograr un sentimiento de eternidad con su música. – Gerónimo Kener

07. Barbi Recanati – Único y nuestro

Independiente

Tapa de Unico y nuestro de Barbi Recanati

“Este es mi escondite preferido, donde todo lo que puede salir mal, saldrá peor”, dice Barbi Recanati en “Mil partes”, la primera canción de su tercer disco de estudio, Único y Nuestro. Con ese inicio, nos invita a pensar que encontró un espacio propio de experimentación. Si bien el sonido de las guitarras y la manera de decir, medio rota y filosa, de Barbi emparentan este trabajo con sus discos anteriores, Único y nuestro tiene momentos con más espacio para disfrutar de la ingeniería fina de cada canción. Hay un claro giro a los sonidos que invitan al baile con un final inesperadamente acústico, con el cover de “Todo sigue igual” de Viejas Locas y la reversión de su propia canción “Nada nadie 2”. En estos nuevos espacios que se abren, hay más lugar para decodificar las imágenes precisas de sus letras y entrar en el universo que nos propone a lo largo del disco: un mundo que se mueve por la coyuntura densa de la realidad argentina y otro mundo craneado para sobrevivirla. – Darío Sosa

06. Wet Leg – Moisturizer

Domino Records

arte de tapa de moisturizer de wet leg.

Después de haberse convertido en un fenómeno global con su debut homónimo en 2022, Wet Leg redobla la apuesta con Moisturizer, un trabajo mucho más ambicioso y emocionalmente expuesto. La banda oriunda de la Isla de Wight y comandada por Rhian Teasdaley Hester Chambers logra conservar su identidad lúdica y sarcástica, pero amplía su espectro emocional con canciones que apuestan por la ternura sin perder la picardía ni el carisma que los volvió hipnóticos. El arranque con «CPR» marca el tono de su mecanismo creativo: es confesional, casi teatral y sexy, y convierte la fragilidad del encanto en una performance de urgencia. El costado más confrontativo de su ADN sigue ahí, especialmente en canciones como «Catch These Fists«, mientras que “Pond Song” se caracteriza por su romanticismo nerd, poético y confesional. Moisturizer es, sobre todo, un disco sobre el amor en sus distintas formas, con esa chispa de insurgencia que no se apaga casi en ningún momento. – Lucas Santomero

05. Rosalía – Lux

Columbia Records

Portada de Lux, nuevo disco de Rosalía

A lo largo de su carrera Rosalía cambió de forma varias veces. Tres años después del estallido de Motomami, muta otra vez con Lux, un disco en donde se despoja del artificio del hit para construir un cuerpo sonoro en cuatro movimientos. Cada fragmento está tallado con una precisión que por momentos resulta abrumadora, pero es justamente ese exceso (esa voluntad de totalidad) lo que atrae. Con Lux, la catalana se confirma como una de las artistas pop más visionarias de nuestra generación, capaz de convertir la fama en un espacio de reflexión estética y en un dispositivo de trascendencia. Lux pretende que te tomes el tiempo de sentarse y escucharlo con paz total. Es un disco que se medita y atraviesa, no se consume: pide tiempo, atención, y cierto abandono del control y el frenetismo. A cambio, ofrece una experiencia que trasciende la escucha: un estado de inmersión en la propia luz. – Fiore Gonzalo

4. Juana Aguirre – Anónimo

Independiente

Portada de Anónimo de Juana Aguirre.

El segundo disco de la cantautora y productora argentina suena artesanal y futurista al mismo tiempo. En Anónimo hay guitarras acústicas, percusiones que crepitan como fuego y capas de sintetizadores que evocan la intimidad de una habitación llena de cables. Juana Aguirre disuelve los límites entre composición y producción: todo sucede en el mismo momento, sin jerarquías ni pasos preestablecidos. Por eso el disco no impone sentidos, los abre. Las canciones combinan amplitud melódica con una voz que susurra más que grita, que prefiere la pregunta a la sentencia. Hay algo en Anónimo que remite a lo colectivo, al dolor íntimo, y a la ternura como forma de atravesarlo. La ambigüedad funciona como una llave: no hace falta entender del todo para dejarse afectar. Aguirre escribe un mapa emocional de los tiempos que corren, y lo hace sin solemnidad ni alarde, con una honestidad que vibra en cada rincón del disco. Anónimo no busca explicar, sino acompañar, como quien escucha antes de hablar. – Valentina Gigena

3. Marilina Bertoldi – Para quien trabajas vol. I

Sony Music Entertainment Argentina

Para quién trabajas es el nuevo disco de Marilina Bertoldi

Después de presentarse en el Festival Buena Vibra en febrero, Marilina Bertoldi anunció en las enormes pantallas del predio que su nuevo disco llegaría en mayo, y cumplió. A fines de un febrero caluroso —y con un clima social a tono—, la ganadora del Gardel de Oro dio un show en formato dúo donde dejó ver un primer adelanto de Para quien trabajas vol. I: loops en capas, presencia fuerte del sampling, sintetizadores y baterías aceleradas y feroces. Entre la pregunta que define una época y la figura del autoexplotado de tiempo completo, Bertoldi entregó un álbum tan esperado como singular, donde conviven guiños a Charly García y Luca Prodan con un sonido propio, que combina herramientas digitales, guitarras filosas, crítica social y canciones de amor. – Juan Pérgola

02. Geese – Getting Killed

Partisan / PIAS

Portada de Getting Killed, disco de Geese

Son pocos los discos de rock que logran reconfigurar su fórmula matriz y sorprender con algo nuevo e inesperado. En Getting Killed, Geese lo logra con ímpetu a través de una obra extraña, errática, y caótica que resulta tan intensa como magnética desde la primera escucha. Grabado en apenas diez días junto al productor Kenneth Blume (más conocido como Kenny Beats), el tercer disco del conjunto neoyorkino se apoya sobre riffs de guitarra punzantes, trombones, coros celestiales y pendulares, ritmos cambiantes y, sobre todo, la voz infecciosa del líder y vocalista Cameron Winter: una mezcla improbable entre Thom Yorke, Mick Jagger y un cantante góspel que, lejos de contrastar, se vuelve un registro inconfundible.

La banda parece haber cambiado su veneración por el rock clásico de sus discos anteriores por un desdén lúdico hacia la propia idea de la música: divertirse, jugar. Las once canciones que componen Getting Killed avanzan como criaturas inquietas. Mientras algunas adoptan la forma de balada clásica  —o todo lo “clásico” que Geese concede—, como en “Cobra”, hay otras que se internan en experimentos repetitivos, obsesivos (“Trinidad”, “1000 Horses”). Es justamente ese gesto —oscilar entre la ternura desgarradora y la ferocidad que quema los bordes del disco— lo que hace de Getting Killed su obra más íntima y más arriesgada. Una apuesta por el salto al vacío que, sin dudas, salió bien. – Lucas Santomero

01. Juana Molina – Doga

Sonamos / RGS

Portada de Doga, disco de Juana Molina

En la obra de Juana Molina siempre hay algo que se corre de lugar. Su música suena cercana y, al mismo tiempo, construye su propia rareza. En Doga, su octavo disco, esa condición se intensifica: convierte la extrañeza en lenguaje propio y la intimidad en un espacio de exploración permanente

El proceso de creación de Doga se desarrolló a lo largo de varios años de trabajo intermitente. Entre 2019 y 2024, Juana Molina grabó más de treinta horas de material en sesiones de improvisación junto a Odín Schwartz. A partir de ese archivo extenso, realizó un trabajo de selección y edición junto al productor Emilio Haro. El método fue más cercano a la curaduría sonora que a la composición tradicional: grabar, escuchar, dejar reposar y luego organizar. 

El tracklist de Doga avanza como una secuencia de escenas sonoras donde la lógica escapa el formato de canción tradicional para ubicarse en el movimiento interno de cada pieza. Sintetizadores, guitarras y loops se organizan como un sistema vivo que se ajusta sobre la marcha mientras la voz no ocupa un centro estable: aparece, se repliega, se vuelve parte del paisaje.

Hay algo lúdico en la música, una forma de juego atravesada por una concentración férrea. Sus canciones parecen nacer de ese diálogo constante entre disciplina y desorden, entre intuición y control, entre el ruido y la forma. En “Uno es árbol”, la primera canción, la repetición funciona como un mantra: la voz gira sobre las mismas frases hasta volverlas materia rítmica, y el sentido se desplaza hacia un estado hipnótico. En “Caravanas”, Juana construye un juego de voces etéreas, dispuesto como un canto circular que remite a lo ritual.

A mitad del álbum, la escucha adopta un tono abiertamente onírico con “Siestas ahí”: una pausa luminosa con la voz suspendida sobre un pulso suave y envolvente. Hacia el final, Doga lleva la experiencia sonora hacia su punto más extremo. “Miro todo” empuja al disco a su zona más experimental: una canción de 9 minutos donde a voz se vuelve ininteligible y funciona como un elemento más del entramado; y el último track,“Rina soi”. propone un viaje cambiante que cruza estados, texturas y densidades durante casi diez minutos. 

Doga consolida a Juana Molina como una artista que sigue creando desde un lugar propio, ajeno a modas, escenas o demandas externas. No propone respuestas ni busca formas cerradas: trabaja sobre procesos, estados, transformaciones. Nada queda fijo, nada se resuelve del todo. Y en esa inestabilidad permanente reside la fuerza de un disco que sigue respirando incluso después de haber terminado. – Juampa Barbero