En las fiestas, todo el mundo se marchaba hablando sobre lo buen tipo que era. Pero hablar con sus hijos con el corazón en la mano no formaba parte de su repertorio«, cuenta.

Van Dyke se crio en el seno de una familia extensa, honrada y laboriosa; “nada de ladrones de caballos o timadores», en sus propias palabras. Su necesidad de ser un “niño bueno” se manifestó desde bien temprano, y cuando sus padres salían a menudo le dejaban a cargo de su hermano Jerry. “Colocaba un cajón en mitad de la casa y me sentaba ahí con un hacha en el regazo, siempre alerta y listo para proteger a mi hermano pequeño… ¡y a mí mismo!».

Van Dyke quiso ser pastor por un tiempo, pero también estaba obsesionado con cómicos del cine mudo como Stan Laurel y Buster Keaton. Más adelante se hizo amigo de los dos, y de hecho fue el encargado de dar sus panegíricos. Siempre encantador, le fue de maravilla en la escuela: no solo fue un talentoso atleta y delegado de la clase, sino también la estrella del departamento de teatro y locutor en la radio local, donde presentaba un programa nocturno llamado The Yawn Patrol («La patrulla del bostezo»).

Da la sensación de que desde muy pequeño fue construyendo un personaje que no solo agradaba a los demás, sino que también protegía su fuero más interno. “Cultivé un arsenal de trucos, ya fuese poner caras graciosas, bromear, caídas intencionadas o todo a la vez», cuenta.

Poner la mejor de las caras

En 1942, se alistó en las Fuerzas Aéreas, y su alivio al contar que le destinaron en los servicios especiales es de una honestidad francamente refrescante. En vez de tener que combatir, le encargaron actuar en espectáculos de variedades, e incluso montó una cabina de DJ en la cantina, desde la que pinchaba discos y daba las noticias. “Aquello fue lo más que quise acercarme a lo militar”, reconoce.

Algunas de las partes más disfrutables y fascinantes de sus memorias son sus siguientes 20 años a la deriva, en los que trabajó como pinchadiscos, intérprete de vodevil, presentador de noticias y de espectáculos de variedades, todo ello en los desaforados primeros años de la radio y la televisión. “La única certeza era que algo podía salir mal, si no hoy, entonces mañana. Requería de unos nervios de acero y un sentido del humor igual de desarrollado”, recuerda.

Van Dyke y su novia del instituto, Margie, no tenían un duro y en 1948 consiguieron casarse gratis en el programa de radio en directo Bride and Groom («Novia y novio»). Tras varios trabajillos en Los Ángeles, Atlanta y Nueva Orleans, su primera gran oportunidad le llegó en 1955, cuando firmó un contrato con la cadena CBS. Los Van Dyke se mudaron a Nueva York y Van Dyke se convirtió en presentador del CBS Morning Show («El matinal»), bajo la batuta del venerable Walter Cronkite.