Esta semana, Paul McCartney expresó su dolor por el cierre de Höfner, la mítica fábrica alemana de instrumentos que dio vida al icónico bajo violín 500/1, inseparable de la imagen y el sonido del ex Beatle desde los primeros años de la banda de Liverpool. El vínculo entre McCartney y Höfner se remonta a 1961, cuando con apenas 18 años compró su primer bajo en Hamburgo por 30 libras.
Ese instrumento se convertiría en su herramienta principal durante toda la etapa de The Beatles y en una de las siluetas más reconocibles de la historia del rock. El bajo fue robado en 1972 y, más de medio siglo después, regresó a manos de su dueño original tras ser hallado en un ático.
Según informó Guitar.com, Höfner presentó la quiebra y quedó bajo una “administración provisional por insolvencia”. Fundada en 1887 por Karl Höfner, la compañía atravesó distintas etapas y propietarios a lo largo de su extensa trayectoria, incluyendo su venta al grupo Boosey & Hawkes en 1994. Pese a su peso histórico en la industria, la firma no logró sostener su actividad en el contexto actual.
A través de su cuenta de Instagram, McCartney le dedicó un emotivo mensaje de despedida a la marca:
«Es muy triste ver que Höfner cierre. Han fabricado instrumentos durante más de 100 años, y compré mi primer bajo Höfner en los sesenta. Lo he amado desde entonces. Es un instrumento maravilloso para tocar: liviano, y que me anima a tocar con libertad. También ofrece agradables variaciones de tono que disfruto mucho. Mis condolencias a todos en Höfner y gracias por toda su ayuda a lo largo de los años”.
Hace algunos meses, Variety adelantó que el instrumento perdido y recuperado de McCartney será el eje de un documental dirigido por Arthur Cary, el cual explorará no solo la odisea del bajo, sino también su impacto cultural y simbólico en la historia de la música popular.